Foto: Shutterstock.
Foto: Shutterstock.
4 de Julio de 2023
Por:
Redacción Revista Credencial

Dos especialistas describen el entrenamiento requerido para aumentar esas 200 palabras por minuto que, en promedio, leemos los seres humanos.

TAGS: Actualidad

¿En qué consiste la lectura rápida?

*Artículo publicado en la edición de enero del 2023. 

ES NORMAL: los seres humanos contem- poráneos estamos sujetos a tal cúmulo de estímulos cognitivos en el día a día que sacarle tiempo y claridad mental a la lectura es un desafío. Los dispositivos electrónicos, junto con su torrente inagotable de contenido diseñado para atrapar ojos, oídos, mentes y emociones, colonizaron los rincones de la vida cotidiana antes destinados a los libros. Además, la relación entre la lectura y una calidad de vida que la permita es palpable en países en vías de desarrollo, como el nuestro: si usted no ha tenido acceso a educación de mínima calidad, pero tampoco cuenta con dinero ‘extra’ ni con infraestructura cultural cercana, y si no tiene tiempo ni ánimos disponibles —porque los invierte todos en lo apremiante para sobrevivir— es lógico que no lea.

Eso explica, aunque solo en parte, los más recientes hallazgos de la Cámara Colombiana del Libro: pese a que los confinamientos derivados de la pandemia aumentaron levemente la cantidad de libros leídos por los colombianos —2,7 al año por persona, en promedio—, la cifra sigue siendo baja. Sí: quizá nos va mejor que a Perú, donde la media es de apenas un poco más de un libro en 12 meses. Pero es que, incluso en Bogotá, donde la cifra supera el indicador nacional —4,6 libros al año en la capital, según la Secretaría de Cultura—, no se alcanzan los niveles de Chile o Argentina, donde la cifra asciende a 5, ni mucho menos se acercan a los escandinavos, que superan los 40. Otra razón por la cual no se lee con mayor frecuencia —con permiso de los que sí devoran contenido escrito constantemente—, es demorarse demasiado en cada libro y, en consecuencia, perder interés en la actividad.

Esto implica desaprender toda una vida de lectura que comenzó cuando nos enseñaron a leer sílabas primero, y luego palabra por palabra”. Angie Vega, directora académica del Instituto Ipler.

TRES PRINCIPIOS

El concepto de lectura rápida produce una inicial desconfianza. Quizá por la experiencia personal, una de las columnas del ego: “¿Cómo me van a decir a mí, que trato de leer lo más rápido que puedo, que lo podría hacer más ágilmente?”. También porque se han vendido fantasías absurdas: “¡Lea un libro en 50 minutos!”. Igualmente, por desconocimiento en torno a los principios de dichos entrenamientos. REVISTA CREDENCIAL indagó por lo anterior con dos expertos en el tema: Angie Vega, directora académica del Instituto Ipler, y Fernando Fernández, fundador y líder de Lector Kaizen, un proyecto enfocado en la calidad y la agilidad de la lectura, en torno al cual existe una nutrida comunidad digital.

Lo clave: ambas fuentes buscan optimizar, desde sus respectivas ofertas y mediante la práctica constante, tres pilares técnicos. El primero es el de la visión periférica de la que gozamos la inmensa mayoría de seres humanos. Aquí, el propósito es ampliar la atención ocular, de manera que esta abandone el acostumbrado repaso horizontal —lento y muy puntual de palabra por palabra—, y pase a ‘captar’ bloques de palabras; bloques perceptibles con apenas una mirada instantánea y cuyos conceptos contribuyan a tejer el sentido general del texto, en la medida en que se hilan con los demás bloques, sobre todo los que están inmediatamente antes y después.

“Lo de la visión periférica se entrena”, dice Fernández desde Barcelona. “Si abro las manos a los lados mientras tú miras mi cara, puedes también alcanzar a percibir las puntas de mis dedos. Tenemos una capacidad de visión periférica de 180 grados”. Si bien no leeremos en ese espectro de 180 grados —aclara—, sí podemos ensanchar el punto de atención.

El segundo principio es el de las denominadas ‘ fijaciones’, que son aquellos puntos del renglón en el que se detiene el ojo para captar cada bloque de palabras. Son como los lugares donde la mirada aterriza, de salto en salto, y aumentan en virtud del grosor de la columna de texto: a más gruesa o mayor la cantidad de palabras por línea, mayor el número de ‘anclas’. Se recomienda acentuar la ‘puntería’ ocular sobre cada  fijación con la ayuda de un marcador, un puntero, sea el dedo o cualquier objeto cómodo, liviano, delgado y largo.

El tercer y último gran pilar técnico, quizá el más difícil de todos, es la reducción de la voz interior, de la vocalización mental según se lee, que al parecer no se elimina del todo pero que —aseguran Vega y Fernández— sí se puede minimizar. “Esa vocecita hace que lo hagamos más lentamente”, sostiene Vega. “Debemos intentar omitirla”.

EL DILEMA DE LA COMPRENSIÓN

“Dilema” es una palabra fuerte pero retrata el balance entre velocidad y pleno entendimiento. Según los expertos, es clave que, al principio del entrenamiento, la persona no pelee con esa parcial —a veces grande— e inevitable pérdida de información que tiene lugar cuando nos concentramos en los principios técnicos descritos anterior- mente. Estos llevan esfuerzo y copan la atención que nuestro cerebro puede repartir entre tareas simultáneas, pero —y esta es la esperanza— solo de manera inicial: aun cuando la integración entre velocidad y entendimiento no llega de inmediato, los especialistas insisten en que sí llega.ç

La vocalización mental no se puede eliminar del todo, pero sí minimizar". Fernando Fernández, líder de Lector Kaizen.

“Se busca aprender una nueva técnica. Y esto implica desaprender toda una vida de lectura que comenzó cuando nos enseña- ron a leer sílabas primero, y luego palabra por palabra”, insiste Vega. De hecho, dice, es bueno evitar la relectura constante a la que recurrimos. El entrenamiento, entonces, debe ser técnico-práctico durante un buen número de sesiones, entre otras cosas porque implica el fortalecimiento y agilización de los músculos oculares —para lo cual se recurre a sopas de letras y laberintos, por ejemplo—, hasta que, luego de realizarse con paciencia, este dé paso a la comprensión plena del contenido; a la sincronía entre texto y lector. En Ipler ofrecen cursos de 10 horas presenciales con otro tanto en casa, mientras que el entrenamiento de Fernando consta de un mes de trabajo. Ambos, como buenos voceros que son de sus instituciones, mencionan grandes indicadores de éxito.

 

Vega hace una última aclaración: la lectura “no es aplicable a todo contexto ni a todo texto”, e insiste en que aquellos con los que se realiza el entrenamiento son, al principio, muy sencillos: “Informativos o narrativos pero que no gocen de mucho lenguaje metafórico, porque entonces la comprensión es otra: más inferencial que literal”.


TIPS PARA LEER BIEN
(a la velocidad que desee)

Este checklist para la buena lectura se deriva de la conversación con Fernando, de Lector Kaizen, así como de la cartilla que este ofrece como abrebocas de su oferta.

1. Madrugar y empezar el día con lectura. Temprano, la mente está despejada. Asimismo, para conciliar bien el sueño —cosa que contribuye a una mejor comprensión posterior— evitar las pantallas antes de dormir. Más bien, leer en un soporte no brillante como el impreso o en un Kindle.

2. Que la lectura sea un ritual, y que este ritual implique preparar un espacio limpio y agradable. Uno donde no haya distracciones en el campo visual ni auditivo, y donde haya luz adecuada —la del sol o aquella que la imite en temperatura de color—.

3. Ojo a la postura: La cama, aunque cómoda y buena para cierto tipo de lectura relajante, no es ideal para absorber contenido, sobre todo uno académico o legal, porque se asocia con el descanso. Ayuda estar sentado y con los pies en el suelo.

4. El kit: Tener un atril para poner el libro, de manera que las manos no estén haciendo esfuerzo permanentemente, y un puntero para seguir la lectura,  jación por  jación.

5. Calmar la mente antes de leer. Para ello, el especialista incluso recomienda meditar un par de minutos antes de leer.

6. Una opción para leer ‘mucho’ es dedicarle 45 minutos diarios a la lectura rápida. No obstante, Fernando también insiste en que después de 20 o 25 minutos de buena concentración, se debe dar paso a un breve descanso, para luego retornar.