Foto de Engin Akyurt en Unsplash.
Foto de Engin Akyurt en Unsplash.
16 de Noviembre de 2022
Por:
Lucas Herrán

Apúntese a las estrategias de agricultura urbana que han surgido de una preocupación: la del impacto de la producción de alimentos en el cambio climático. Fotos: Jardín Botánico de Bogotá. 

En plena ciudad, como en el campo

*Artículo publicado originalmente en diciembre del 2021. 

DESDE FINALES del siglo XX, en las grandes ciudades del mundo se empezó a plantear cómo conseguir alimentos de forma que se eliminara la dependencia de los sistemas de producción que siempre habían estado ligados al campo. En ese contexto, surgió la práctica de producir cultivos en casas y barrios urbanos, así como –aunque en menor medida– tener animales para el consumo personal o el comercio.

En principio, se buscaba optimizar espacios de la ciudad como terrazas, balcones, solares o antejardines en los que se pudiera cultivar. Pero hoy la agricultura urbana no solo busca garantizar seguridad alimentaria: sus beneficios se han diversificado y van desde combatir el cambio climático y sus consecuencias hasta la construcción del tejido social en las sociedades urbanas.

 

Las condiciones de aislamiento que ha impuesto la emergencia sanitaria por efectos de la pandemia de la COVID-19 han evidenciado la dependencia de insumos y productos que vienen del campo. Ese suministro puede verse vulnerado. Martha Liliana Perdomo, directora del Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis (JBB), afirma que “si bien es cierto que la agricultura urbana genera un porcentaje muy bajo de los alimentos en comparación con el campo, no es menos cierto que tener sistemas de producción en procesos agroecológicos que aporten y alivianen la carga para las zonas rurales es supremamente valioso”.


Los participantes de Bogotá es mi huerta reportan que sus cultivos, que comenzaron siendo de pocos, son hoy punto de encuentro en sus barrios. Hay prevalencia de participantes mujeres. 

 

Particularmente en el caso de Bogotá, Perdomo asegura que “la agricultura urbana estará muy fortalecida en el futuro porque existe una condición muy importante y es que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) contempla la posibilidad de establecer huertas urbanas en diferentes áreas del espacio público, y eso es fundamental porque va a permitir que muchas personas que quieren ejercer esta práctica puedan contar con un espacio adecuado para realizarlo. En consecuencia, la ruta del fortalecimiento de la agricultura urbana con las próximas administraciones llevará, del mismo modo, al fortalecimiento del tejido social en torno a la gestión ambiental y a la seguridad alimentaria en la ciudad”.

LO TRASCENDENTAL 


Martha Liliana Perdomo, directora del Jardín Botánico de Bogotá. 

La proporción de la población mundial que vive en las ciudades va en aumento y según el estudio United Nations Population Fund: State of World Population 2007: Unleashing the Potential of Urban Growth se estima que para 2030 se tratará de aproximadamente 5.000 millones de personas. Por otra parte, Según WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), para 2050 se prevé que la población de Colombia llegará a 63 millones de habitantes. Además, según la misma ONG, “en los últimos 50 años, la producción de alimentos ha causado el 70 % de la pérdida de biodiversidad en tierra firme y el 50 % en agua dulce. Esto convierte a los sistemas alimentarios en el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad en el mundo”.

Para Camila Cammaert, coordinadora de sistemas alimentarios sostenibles en WWF Colombia, la agricultura urbana tiene un rol fundamental en la contribución contra el cambio climático porque “el sistema mundial de alimentos ya está presionando al planeta y está relacionado con el cambio en el subsuelo, la deforestación y el desperdicio del agua. Adicionalmente, 40 % de la comida que se produce en el mundo, no se consume. Lo que varias organizaciones decimos es que la forma en que estamos consumiendo no es sostenible en un largo plazo”.

Ante este escenario, y la masiva demanda de alimentos que se avecina, es preponderante encontrar métodos de producción, transporte y consumo que sean sostenibles, eficientes y menos contaminantes, y la agricultura urbana se perfila como una de las formas para combatir estos retos de medioambiente. Cammaert es enfática en que la clave para responder a la demanda de alimentos de las grandes ciudades radica en cambiar los hábitos de producción y consumo, y que “se desarrollen circuitos de producción menos contaminantes, que reduzcan la presión por espacio en las áreas naturales y que produzcan alimentos sanos y saludables. Además, la agricultura urbana es también un movimiento social, y esos movimientos dignifican la labor del productor de alimentos”.

LA APUESTA BOGOTANA

Bogotá es una de las ciudades referentes en Latinoamérica en cuanto a agricultura urbana, no solo por las 4.000 huertas que hay en la capital, según datos del Jardín Botánico, sino por estrategias como Bogotá es mi huerta, un programa que ofrece conocimientos básicos sobre esta práctica por medio de capacitaciones, asistencia técnica y entrega de insumos agrícolas, sin costo.

A nivel institucional, la agricultura urbana fue promovida por el Distrito a través del JBB en el año 2004 con el Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia. Hoy, en la administración de la alcaldesa Claudia López y con el Plan de Desarrollo Un Nuevo Contrato Social Ambiental para la Bogotá del siglo XXI, se asume la agricultura urbana como una estrategia de reactivación económica y social, y se estipula la construcción de un programa distrital de agricultura urbana y periurbana articulada a mercados campesinos. Con esta política pública, Perdomo asegura que “se potencia la acción institucional en torno al fortalecimiento de la agricultura urbana, no solo por impulsar la producción para el autoconsumo, sino también para articular pequeñas iniciativas y emprendimientos de los agricultores urbanos a sistemas productivos ya establecidos. Es decir, Bogotá es mi huerta potencia las acciones que ya venían haciéndose en la ciudad, involucra a otros actores institucionales adicionales al JBB y promueve procesos de la producción agrícola y del tejido social para la práctica de la agricultura urbana”.

Uno de los ejemplos con más éxito de agricultura urbana en Bogotá, que ha sido acompañado por el Jardín Botánico y desarrollado por la organización sin ánimo de lucro Asociación de Granjeros de Guatiquía, es la huerta comunitaria ASOGRANG de Ciudad Bolívar. Su proceso inició en 2007 cuando se conformó como una respuesta ante la problemática de invasión, contaminación ambiental e inseguridad presente en una parte específica de la localidad.

La huerta cuenta con un área aproximada de 4.000 metros cuadrados donde se producen cerca de 56 especies vegetales, entre ellas, plantas medicinales y algunas frutales. Así mismo, tiene la capacidad de reciclar y transformar cerca de 4.000 kilos mensuales de residuos orgánicos que se procesan como insumo para las nuevas producciones. Además, es un ejemplo de construcción de tejido social y trabajo comunitario ya que vincula estudiantes de jardines infantiles, colegios públicos y privados del sector, así como grupos comunitarios y ambientales que destinan su tiempo en jornadas de trabajo, y ha sido un escenario propicio para el desarrollo de proyectos de investigación y trabajo social de varias universidades de la ciudad.


Bogotá es mi huerta no solo ofrece asistencia remota, sino también entrega de insumos, entre otros servicios. 


CLAVES PARA HACER UNA HUERTA EN CASA

La elección de cultivos:

1. Es posible sembrar desde hortalizas y verduras hasta setos de frutos y aromáticas. Sin embargo, se debe tener en cuenta el clima de la ciudad dónde se planee construir la huerta para confirmar cuáles cultivos pueden germinar más fácilmente.

2. La orientación y la ubicación:
Es preferible ubicar la huerta en un sentido de norte a sur para garantizar la luz solar a lo largo del día. Sin embargo, si está ubicada de oriente a occidente, se recomienda sembrar las plantas más altas en el extremo occidental y las más bajas en el oriental, de modo que ambas reciban la misma cantidad de luz.

3. El riego:
Es indispensable garantizar un suministro eficiente de agua para la germinación y el crecimiento de las plantas, ya que el agua transporta y distribuye los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas. 

4. El sustrato y el abono:
Si la huerta se construye directamente en la tierra, se debe arar con un azadón o un rastrillo antes de la siembra. Este proceso asegura la limpieza de hierbas que puedne dañar el cultivo. Por el contrario, si la huerta se hace en macetas, se debe comprar el sustrato. Así mismo, hay que fertilizar las plantas para que se desarrollen adecuadamente.  

5. El aire:
Por una parte, es importante que las plantas reciban aire de forma constante para que lleven a cabo su proceso de respiración. Por otra, se debe evitar que el cultivo reciba corrientes de aire fuertes, ya que con una sobreexposición al viento las plantas se pueden deshidratar y romper en los tallos y en las hojas.

El Jardín Botánico de Bogotá, a través del correo agriculturaurbana@jbb.gov.co, brinda asistencia tanto para el diseño como para la instalación de la huerta y capacita con conocimientos básicos sobre agricultura urbana.