Foto cortesía Netflix.
29 de Septiembre de 2022
Por:
Julio César Guzmán @julguz

Los atropellos que cometen líderes espirituales con los fanáticos de sus cultos llegan a las plataformas en series como Wild Wild Country y Sé dócil: reza y obedece.

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A Dios rogando y con el mazo dando…

A IMAGEN de las cruzadas medievales, en nombre de la religión se han cometido no pocas atrocidades cuando la espiritualidad ha invadido otros campos más profanos. Y no hablamos solo de los tiempos de la Inquisición, sino de épocas recientes, registradas en video, como sucede con la estremecedora serie documental Wild Wild Country.

En sus seis capítulos, disponibles en Netflix, la cámara logra inmiscuirse en la intimidad de la comuna de Rajnishpuram, en Estados Unidos, creada en 1981 alrededor del gurú indio Bhagwan Shri Rashnish, luego conocido como Osho. Este misterioso líder espiritual promovía la meditación, la liberación del cuerpo y la sexualidad abierta, y trasladó sus dominios desde la India hasta el estado de Oregón, al comprar una hacienda de 32.000 hectáreas para convivir con miles de sus seguidores.

Gracias a la habilidad de la secretaria de Osho, Ma Anand Sheela la comunidad fue creciendo y prosperando hasta apropiarse de la alcaldía del olvidado pueblo de Antelope, para terror de sus vecinos, casi todos jubilados conservadores. La tensión y el acoso mutuo subieron hasta que los sanniasins (seguidores del culto) quisieron tomar control de todo el condado de Wasco, para lo cual debían ganar las elecciones en 1984.

La campaña sucia terminó en lo que el documental describe como “el mayor caso de envenenamiento masivo, de escuchas ilegales y de fraude en la historia de Estados Unidos”. La aparente inocencia de un culto medio ‘hippie’ derivó en graves delitos, violencia manifiesta y una exacerbación de los ánimos que lo pueden dejar con la boca abierta.

La calidad de la investigación y los increíbles testimonios en video hacen de Wild Wild Country una experiencia alucinante, que mereció el premio Emmy hace cuatro años como mejor serie documental. Otro ejemplo indignante está a un clic de distancia en Netflix: Sé dócil: Reza y obedece, una serie que refleja la opresión machista dentro del culto de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, una multimillonaria rama de la iglesia mormona. Desde el comienzo del primer episodio queda clara la temática, gracias a un epígrafe de la Biblia: “Las esposas están sujetas a sus maridos tanto como al Señor”, Efesios, 5:22.

Semejante sujeción está enmarcada en la poligamia (para los hombres, por supuesto) dentro de una comunidad del estado de Utah, justificada en una peculiar interpretación del evangelio según la cual Cristo buscaba tener muchas esposas.

Está presente el abuso de poder sobre quienes necesitan un refugio espiritual

El título de la serie en inglés (Keep Sweet: Pray and Obey) es el verso de una canción que cantan las niñas. Bajo esa premisa, la obediencia a un líder (llamado pomposamente “el profeta”) no solo oprime a las jóvenes, sino también a los muchachos que son explotados laboralmente, sin pago tras extenuantes jornadas, para construir exitosos emporios económicos.

Justamente, otro rasgo de estos dos cultos religiosos es su ostentación. No en vano, aunque murió en 1990, el nombre del líder Osho se ha convertido en una multinacional que aún tiene un centro de meditación mundial (resort, lo llaman), un extenso catálogo de publicaciones en papel y en formato digital, una tienda virtual para comprar libros, música, regalos y hasta una aplicación propia para descargar.

 

Casos similares que cruzan los límites de la estafa se ven por doquier, lamentablemente. No sería descabellado pensar en una serie de esta temática en Colombia, pues ninguna sociedad está libre de los cultos desaforados que disfrazan su codicia envuelta en el pan espiritual para los hambrientos.