Fotografía | Shutterstock
1 de Diciembre de 2020
Por:
Catalina Uribe Tarazona

Consultamos con expertos, tanto en medicina tradicional como en medicina alternativa, acerca de las claves para mantener un sistema inmunológico fuerte.

A DEFENDER LAS DEFENSAS

MUCHO se habla de la importancia de mantener fuerte el sistema inmunológico. No es para menos: es el encargado de defender al cuerpo contra agentes patógenos e infecciosos como virus, bacterias, hongos y parásitos o elementos tóxicos. Está compuesto por un conjunto de células, órganos y tejidos relacionados con la respuesta de los seres vivos al medioambiente y con la capacidad del cuerpo de adaptarse a situaciones del día a día. Además, lo integran barreras como la piel, que protege todos los órganos; los vellos de la nariz, que evitan que entren microbios por las fosas nasales; las lágrimas, que lubrican los ojos constantemente, evitando así que ingresen agentes externos a ellos; la cera del oído, y el moco producido por el tracto respiratorio y por el tracto gastrointestinal.
 
En la actual crisis sanitaria, el principal interés de las familias es fortalecer las defensas. Por ello, las dietas balanceadas, las frutas, las verduras, las preparaciones naturales, los ingredientes orgánicos, los suplementos vitamínicos y otras medidas no invasivas se han convertido en protagonistas del hogar. Pero ¿sí sirven estos métodos? Consultamos con el Dr. Jhann Arturo, médico inmunólogo de Inmugen Corp e investigador del Instituto de Virología de la Universidad El Bosque, y con Daniela Misas Katimi, asesora para la Salud Integral de a.d Sport Nutrition.
 
 
  • ALIMENTACIÓN BALANCEADA
En rigor, comer no se trata de calmar el hambre o de obtener placer. Según la oms, cada año fallecen alrededor de 2,8 millones de personas en el mundo por obesidad o sobrepeso, mientras que —en el otro lado de la moneda—, la desnutrición arrasa en países pobres. Gran parte de la población mundial o bien desconoce la importancia de incluir en su dieta nutrientes, vitaminas e ingredientes valiosos, o sencillamente no puede acceder a ellos por factores geográficos, sociales o económicos.
 
En Colombia, la situación no es mucho mejor: las cifras de la última Encuesta Nacional de Salud, realizada en 2015, muestran que, por ejemplo, el 52% de las personas tiene sobrepeso u obesidad. Y —según dicen ambos expertos consultados— estas personas son más propensas a contraer infecciones y a desarrollar enfermedades cardíacas coronarias, relacionadas con alteraciones del sistema inmunológico.
 
Por eso —y aunque es necesario visitar al médico o especialista que considere las condiciones de salud específicas de cada paciente—, para la inmensa mayoría de la gente se recomienda tener cinco comidas al día, tres principales y dos complementarias; evitar el consumo de alimentos procesados; consumir suficiente agua; disminuir o erradicar el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcar; considerar el consumo moderado de las porciones de alimentos y, por supuesto, evitar el consumo de grasas tipo trans y alimentos con altas cargas de componentes químicos artificiales.
 
  • CERO ESTRÉS
El sistema inmunológico intercambia información con el cerebro y con aquellas partes del organismo que secretan hormonas. En situaciones de alerta o tensión, el estrés se concentra tanto en los músculos como en el cerebro, a la espera de generar una reacción de escape; en cambio, ese estrés reduce el sistema que combate las enfermedades, dejando al cuerpo temporalmente y parcialmente desprotegido ante complicaciones infecciosas.
 
Según el libro The Balance Within: The Science Connecting Health and Emotions, de la doctora Esther M. Sternberg, profesora de la Universidad de Arizona, está demostrado que el estrés, si bien no enferma al cuerpo per se, sí limita el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. La autora señala casos particulares en los que el sistema inmune reduce su eficacia: cuando los astronautas reingresan en la atmósfera, por ejemplo, al día siguiente de una discusión de pareja y en época de exámenes académicos.
 
El Dr. Jhann Arturo coincide con Sternberg y manifiesta que la salud mental es clave por la estrecha relación entre el sistema inmune y el sistema nervioso central. “Tener una buena actitud frente a la vida, no quejarse tanto y ser optimista hace que las defensas se mantengan en su funcionamiento. La depresión va a disminuir el funcionamiento inmune, y una depresión prolongada puede también favorecer la aparición de infecciones. También es importante realizar ejercicio, ya que este nos mantiene en un tono activo, tanto a nivel de moléculas como a nivel de células”, agrega, y añade algunos consejos: tener una alimentación balanceada; dormir entre 7 a 8 horas diarias y limitar el consumo de sustancias que puedan generar síndrome de abstinencia como alucinógenos, cafeína, alcohol o nicotina.
 
  • PROBIÓTICOS Y PREBIÓTICOS
Los primeros días de aislamiento social fueron los de la exploración culinaria. Esto contribuyó a palear el encierro, pero se teme que fue negligente con respecto a la calidad de los alimentos, pues poco se habló —por ejemplo— de incluir probióticos y prebióticos en la dieta. Los probióticos son bacterias que se encuentran en el organismo y cumplen la función de ayudar a mejorar la inmunidad y la digestión de este; los prebióticos, por su parte, son azúcares que se ingieren y que son necesarios para que los probióticos puedan cumplir su misión. Los primeros se encuentran en alimentos como el yogur o en fermentados, y los segundos se encuentran en vegetales, frutas y granos.
 
  • UNA MICROBIOTA SALUDABLE
Poco conocido es el concepto de la microbiota, referente a por lo menos el 80% de esa inmensa población de bacterias y otros microorganismos en el cuerpo humano que tienen una estrecha relación con la parte digestiva, hormonal y cardiovascular. “Todo lo altamente procesado daña nuestra microbiota, pero lo que más la daña —dice Daniela Misas, desde Honduras— son las dietas que se enfocan en lograr una alimentación con un importante déficit calórico que, en realidad, se convierte en bombitas de químicos. Es el caso de los polialcoholes: edulcorantes comúnmente utilizados en reemplazo del azúcar, que no tienen calorías. Por ejemplo, el sorbitol o el maltitol, los cuales se encuentran en los chicles sugar free o en los productos libres de lactosa”.
 
¿Cómo mantener sana la microbiota? Según la experta, se puede cuidar manteniendo una alimentación sana, estipulando horarios, eliminando alimentos procesados, lácteos —en caso de ser necesario—, implementando una dieta alcalina y diversificando fuentes de proteína, grasas y carbohidratos, entre otros. ‹
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
*Publicado en la edición impresa de noviembre de 2020.