¿Cuántas temporadas debe tener una serie?
EN SEPTIEMBRE PASADO, Los Simpsons comenzaron su temporada número 34, un verdadero récord de duración para una serie animada. ¿Quién no conoce a Homero Simpson? Ahora bien: ¿Quién no extraña los capítulos de Los Simpsons del siglo pasado? Sostener la calidad por muchos años es un reto difícil de lograr y esta es una crítica recurrente a esta producción: ¡Desde hace más de 20 años, las revistas estadounidenses acusan a sus creadores de haberse desgastado! ¿Cuántas temporadas, entonces, debe durar una serie?
Como en la Biblia y en la numerología, el siete parece ser un número cabalístico: A partir de la séptima temporada, muchas historias suelen morir. Siete temporadas tuvieron Buffy, la cazavampiros, Los Soprano (de manera oficial, se acabó en la sexta temporada, pero fue divida en dos partes, con el doble de episodios) y Sex and The City (exactamente igual: tuvo temporada 6A y 6B, tras lo cual se vio que había llegado a su límite).
En una nota con la revista Entertainment Weekly, los creadores de Juego de tronos, David Benioff y Dan Weiss, aseguraban en 2015 que querían que esta serie concluyera en la séptima temporada. Por su parte, la exitosa versión estadounidense de The Office tuvo siete temporadas de gran audiencia y episodios memorables, pero al final de la séptima, su protagonista, Steve Carell, abandonó la oficina y claramente decayó la calidad de la serie en las temporadas ocho y nueve, cuando llegó a su fin.
¿El siete es el único número de éxito? No necesariamente. Otro de los hitos de este siglo, Breaking Bad, tuvo cinco temporadas muy exitosas, podría decirse que tuvo seis, porque la última se dividió en dos partes… Hoy, dicha producción luce fresca en las plataformas, donde sigue teniendo mucho éxito. A tal punto que generó una secuela (lo que en inglés se conoce como spin-off) reconocida en casi igual cuantía: Better Call Saul, que acaba de terminar con su sexta temporada, dividida en dos partes: ¡De nuevo, el 7 es el número mágico!
El ejemplo de Breaking Bad nos permite otra respuesta: el arco narrativo de la serie estuvo tan bien trabajado por su creador, Vince Gilligan, que cuando vio que ya su protagonista había logrado su transformación total (el título traduce algo así como “volverse malo”), decidió finalizar la serie, dejar otros desarrollos inconclusos para abordarlos en una película (El camino) y ser fiel a otros personajes adorables, como el abogado y el detective privado que protagonizan Better Call Saul. Otro elemento es la audiencia, tanto la masiva como la crítica especializada: si la recepción de la serie comienza a ser negativa, quizás sea el momento de un gran final. Estoy pensando en la serie que catapultó a las producciones originales de Netflix, House of Cards. Sus primeras dos temporadas fueron sencillamente gloriosas para sus productores, pero a medida que se agotó el argumento original (tomado de la magnífica novela de Michael Dobbs) y, sobre todo, luego de que su protagonista se vio envuelto en escándalos en la vida real, la trama perdió tracción, comenzó a patinar en lo inverosímil y la serie cayó en desgracia. Apenas llegó a seis temporadas… Y quizás sobró alguna.
Conclusión: la ecuación entre el presupuesto, la continuidad de guionistas y protagonistas, el arco dramático y la recepción de la audiencia suelen ser la respuesta para qué tanto prolongar estas narraciones. Pero no olvidemos que siete son los días de la semana, las notas del pentagrama y los colores del arcoíris… Y siete son los párrafos de esta columna, que mejor damos por terminada.
