Héroes con capa musical
Además de liderar la banda Tu Rockcito, usted ha trabajado como educadora. ¿Cómo ayuda la música al desarrollo de los niños?
El arte siempre ha sido un recurso para contar cosas que no son tangibles; para explicar, de una manera maleable, conceptos complejos. En la infancia, abre una puerta hacia la imaginación y la creatividad, que son habilidades vitales en la vida de cualquier ser humano. Por mi parte, no habría podido construir un proyecto para niños si no hubiese sido profesora de chiquitos en Espantapájaros, el jardín de Yolanda Reyes, que tiene énfasis en literatura. Ese espacio me llevó a tener conversaciones distintas con ellos y, a su vez, estas me hicieron cambiar mi manera de ver el mundo. Se preguntan cosas como: “¿Por qué las montañas no caminan?” o “¿cómo se hace una nube?”, y entendí que la música es un lenguaje que alimenta perfectamente ese universo de la infancia.
¿Cómo eligen los temas para abordar en sus canciones, teniendo en cuenta a su público?
Yo siempre estoy como un niño: con la oreja parada escuchando todo. Y muchos temas salen de conversaciones con ellos. Canción para los días tristes, por ejemplo, surgió de un momento en el que un estudiante me comentó que la mamá siempre quería verlo feliz y él no se sentía así, entonces intenté hablar del abanico de emociones que tienen los seres humanos para que ellos comprendieran mejor qué es lo que están sintiendo y comiencen desde esa edad a ser seres inteligentes emocionalmente: que comprendan qué es la rabia, el cansancio, la alegría. La dinámica que manejamos en Tu Rockcito es similar a la de pregunta-respuesta y eso conlleva mucha investigación: a mí me gusta que, si estoy hablando sobre dinosaurios —como sucede en el álbum de Somos Ruidosos—, pueda tener datos científicos importantes sobre estas criaturas.
¿Y cómo fue ese proceso colaborativo con los niños en su más reciente álbum, Tiburockcito Filarmónico, junto a la Orquesta Filarmónica de Medellín?
Nos fuimos con la Universidad de los Andes, la Orquesta y tres científicos a Cartagena para trabajar con los niños de la Asociación Narrarte y preguntarles qué saben sobre tiburones. La respuesta fue: “Nada”. Ellos viven en La Popa y desde ahí no hay ningún sendero peatonal seguro para llegar a la playa, así que es muy difícil. Mientras les dábamos datos a través de unas fichas con información científica acerca de diferentes especies, yo los escuchaba y les hacía preguntas. Ellos me decían, por ejemplo: “Si llegáramos a ver un tiburón habría una fiesta en Cartagena” y ahí yo fui armando las canciones. Muchas de sus palabras quedaron exactas.
El rock tiene una energía y rebeldía característica del género, ¿cómo mantienen esa esencia haciendo música para niños? ¿Se suavizan las guitarras, la batería, quizás?
Nosotros somos roqueros 100 %. No hacemos algo sencillo ni en temas ni en sonidos para que “los niños lo entiendan mejor”, porque este es un proyecto compartido con ellos y sonamos como queremos. Y ellos, sobre todo en los conciertos en vivo, viven una experiencia en donde disfrutan de eso. Se enloquecen con la batería. A veces me impresiona que nosotros hacemos letras complejas sobre la vida de los animales, como hormigas o ballenas, y los niños las cantan completas sin error.
ÉXITOS DEL NICHO
Puerto Candelaria
Sinfonía de los Bichos Raros
Con el propósito de enseñarle a los pequeños colombianos a normalizar las diferentes formas de verse, existir, amar y aprender, esta agrupación ganadora de un Grammy Latino y nominada a otro por esta producción creó un álbum que, además, tiene una serie y varias puestas en escena. Está protagonizado por los “bichos malqueridos” del país: la cucaracha, el sapo, la mariposa negra, la zarigüeya, la araña, el murciélago, el ciempiés y la serpiente. A través de canciones que se desenvuelven entre el rap y el trap, la Sinfonía de los Bichos Raros se escribió de la mano de la bióloga Elisa Chaparro. No se trataba de hacer música que únicamente los niños puedan disfrutar, sino de una propuesta bien montada de sonidos urbanos en la que toda la familia pueda involucrarse. Por eso, participaron artistas de renombre como la rapera argentina Delfina Dib y la agrupación colombiana Rap Bang Club. Además, esta producción fue realizada completamente con energía solar en los estudios de Merlín Producciones y el Teatro Matacandelas.
María Mulata
Colcha de retazos
“Voy del Amazonas hasta el Caquetá, subo a la montaña y llego a Bogotá. Bajo por los valles, llego al Magdalena..., viajar por Colombia sí vale la pena”, canta Diana Hernández, conocida artísticamente como María Mulata, en la canción Colcha de retazos, que tituló a su vez el álbum que la llevó a estar nominada a un Grammy Latino en la categoría de mejor álbum de música para niños en 2023. Acompañada por ritmos autóctonos colombianos como champeta, bullerengue, torbellino y más, la artista recorre la naturaleza colombiana, con canciones como Mi ranita y La anaconda; su gastronomía, con Arroz con coco; sus relatos, con Mitos & Leyendas, y otros aspectos que describen y unifican el país. Ella, que toda su vida ha estado interesada en la pedagogía —hace unos años creó una academia itinerante para niños de poblaciones vulnerables—, hizo este álbum para mostrarle a la niñez cómo suena el país.
María del Sol Peralta
La familia zarigüeya
Desde pequeña y de la mano de su abuela, la gestora cultural Sylvia Moscovitz, esta artista se vio inmersa en un mundo colmado de arte. Uno que no todos los niños tienen el privilegio de experimentar. Por eso, se dedicó a hacer literatura para brindarle a la infancia colombiana conocimiento y diversión en un mismo proyecto. La iniciativa evolucionó hasta convertirse en algo musical. La familia zarigüeya, su más reciente álbum junto a su agrupación CantaClaro, es el resultado de años dedicados a un público que conocen y entienden. Peralta, también pedagoga, incorporó ritmos colombianos a sus narraciones musicales. Y estas, a su vez, abarcan desde las emociones de los niños hasta las divisiones de trabajo en el hogar. En este álbum, mamá y papá zarigüeya se preparan para recibir a sus crías, pero todo cambia cuando nacen: las tareas se multiplican, y de repente, mamá zarigüeya desaparece tras una fuerte discusión, lo cual obliga al padre a buscar ayuda en sus vecinos. La cocodrila, las hormigas arrieras, el armadillo y el alcaraván intentan colaborar con sugerencias de cómo cuidar a sus hijos, pero el padre debe tener la calma y la paciencia.