El páramo musical de Colombia
Ya existía el FEP, que es aún todo un éxito, y en 2022 crearon el Festival Cordillera. ¿Qué buscaban traerle al público colombiano con un nuevo evento de esa categoría, teniendo en cuenta que existen también espacios como Rock al Parque?
Hemos hecho muchos conciertos de rock y músicas latinoamericanas, y nos dimos cuenta de que la mayoría tenían fechas agotadas. Con esa información, empezamos a trabajar con Ocesa en otros proyectos y nos preguntamos: ¿por qué no atreverse con algo un poco más fuerte? Teniendo en cuenta experiencias como la del Festival Cosquín en Bogotá, en 2017, por ejemplo, supimos que aquí también hay un mercado para responder. Cuando salió el primer line up del Cordillera, mucha gente se pregunta- ba qué iba a pasar con Rock al Parque, pero no tienen nada que ver: son otras dinámicas y otras visiones. Ese sigue siendo el festival de música latinoamericana más grande del continente, el “papá” de los festivales, eso no se lo quita nadie. Pero nosotros también queríamos celebrar, explorar y ampliar los sonidos latinoamericanos, los miles de ritmos y fusiones que existen. Así se formó este proyecto en el Parque Simón Bolívar.
Que, además, tiene una apuesta por la sostenibilidad importante.
Sí, la campaña que se viene haciendo cada edición del Festival Cordillera es que por cada transacción se siembra un árbol nativo en uno de los páramos de Cundinamarca. Si vamos a hacer un festival latinoamericano, debemos tener en cuenta la situación actual del mundo, del continente y su fragilidad frente a la crisis climática. No podía ser de otra naturaleza.
Y la sostenibilidad también se extiende a trabajar con mano de obra colombiana, algo que no se podía lograr en las primeras ediciones del FEP hace unos 10 años.
En ese entonces, la situación del entretenimiento en vivo estaba todavía muy cruda en Colombia, hacer un concierto era casi como una aventura fantástica a lo Julio Correal trayendo a los Guns N’ Roses en 1992, pero nosotros no solo queríamos cumplir el sueño de traerle su artista favorito a unas personas, sino de verdad desarrollar una industria. Como esto requiere de proveedores que se ajusten a los requerimientos de calidad que uno necesita, fue un esfuerzo para que en Colombia se profesionalizaran personas y empresas en producción técnica, de campo, de artistas, logística, en fin. Cada vez fueron más y hoy en día, en nuestros eventos ya contamos con mano de obra 100 % colombiana en todos los rubros.
Eso ha sido un triunfo, porque este bum de conciertos no sale de la nada, sino que ha sido un esfuerzo de toda la mano de obra colombiana que ha tratado de construir algo así. Ya no tenemos nada que envidiarles a los otros mercados.
El FEP llegó a un lugar central de Bogotá, por fin, en su edición de 2024. El Cordillera abrió esas puertas en 2022 con su primera edición. ¿Cómo les ha ido con esta nueva sede en el Parque Simón Bolívar?
Ha sido un sueño desde hace mucho tiempo poder celebrar el Estéreo Picnic en Bogotá, pero la normatividad del uso de espacios públicos, como los parques distritales, no nos lo permitía porque hasta hace poco allí no se podía vender licor y eso de alguna manera iba en contra del modelo de negocio de los festivales, pero con el Cordillera demostramos que la gente no se iba a enloquecer bebiendo.
La alcaldía de Claudia López y la actual de Carlos Fernando Galán comenzaron esa apuesta por traer el festival a Bogotá y el único lugar que cumplía con las características para poderlo sostener era el Simón Bolívar, entonces aceptamos la invitación con mucho respeto y responsabilidad. Fue un trabajo realizado con la ayuda de muchísimas entidades: el Instituto Distrital de Turismo, la Secretaría de Desarrollo Económico, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte, junto con el que trabajamos para el cuidado de la fauna y las aves en el parque; mejor dicho, eran todas las entidades puestas en conexión para sacar adelante el evento. Lo que queríamos es que no fuera significativo únicamente por el impacto económico —que llega a ser de millones de dólares—, sino también respetuoso con los vecinos y el medioambiente, y gracias a la ayuda de todos los involucrados, esto se logró. Eso es el éxito, que toda la ciudad se vuelque alrededor de esta experiencia para que los asistentes, el espacio y todos a su alrededor estén bien.
¿Los artistas internacionales ya tienen en cuenta a Colombia para sus giras más grandes?
Sin duda y esto es importante porque la industria del entretenimiento en vivo se sostiene mucho en la confianza que puedan generar los empresarios a los artistas: no solo es pagarles, sino asegurarles que van a tener todo lo que exigieron —desde qué van a comer y dónde se van a quedar hasta los aspectos técnicos de producción— y afortunadamente hemos logrado, junto con nuestros proveedores, esa confianza sobre el país. Ya Colombia hace parte del circuito latinoamericano de conciertos y festivales de las grandes giras, es un mercado que compartimos con México, Brasil, Argentina y Chile y esto es lo que hace que puedan venir artistas de la talla de Paul McCartney, que se presenta en El Campín en noviembre y es la gira más importante este año en la región.
Esto también ha logrado que los artistas vengan de forma más recurrente al país. Antes pasaban en una única fecha y no volvían a aparecer, en cambio, ahora regresan cada tres años y eso nutre al público para pensar de otras formas la música en vivo, porque se dan cuenta que cada concierto es una historia diferente, ya sea por las canciones o por los formatos: no es lo mismo el show en festival a uno en el Arena. Todo esto hace que otros proveedores crezcan y se fortalezca más la industria de manera integral.
Y es que la confianza en Páramo es grande. Ustedes ahora agotan los ‘creyentes’. Eso no se veía en Colombia.
¡Sin duda, que alegría! Uno ve que hay conciertos o festivales que el mismo día se cancelan —como pasa desafortunadamente en todos los mercados, no solo en Colombia— y eso afecta la credibilidad en la industria, pero ahora son excepciones, antes era lo más normal.
El tema de ‘creyentes’ es algo que se ha construido durante muchos años y es la posibilidad de que la gente pueda comprar sus entradas al mejor precio del mercado sin conocer el line up todavía. Ese voto de confianza se ve reflejado en el precio de la entrada, pero también en que intentamos traer unos carteles muy fuertes. En el Cordillera se llaman los ‘Sudamerican Rockers’, pero es chévere ver que otras empresas han emulado lo mismo e inclusive ya la gente pregunta por los ‘creyentes’ de tal evento, seamos o no los organizadores.
Mencionó la gira de Paul McCartney y esos grandes eventos que llegan a Colombia, pero al país le siguen faltando cosas para recibir giras como la de Adele o Taylor Swift. ¿Qué es lo que falta?
La infraestructura de Bogotá permite hacer eventos de varios formatos: están arenas como el Movistar y el Coliseo Medplus, parques como el Simón Bolívar y pequeños teatros o escenarios de tres mil a cinco mil personas. Pero todavía falta mejorar mucho la infraestructura. Ya están pasando cosas importantes, como la adecuación del estadio El Campín, que era un gran faltante, porque hay artistas que únicamente hacen conciertos en estadios —como es el caso de Taylor— y nosotros tenemos que tener la infraestructura perfecta para poder recibir esos eventos.
Falta, también, infraestructura más allá de la capital. Medellín ya está construyendo su primera arena, pero se debería descentralizar el espectáculo, porque Colombia tiene algo a su favor y es que somos un país de muchas regiones, entonces hay que crear espacios en Barranquilla, Cali, etcétera. Así podríamos ser como Brasil, por ejemplo. Allá, los artistas hacen ocho fechas, cada una en ciudades distintas, porque todas tienen los espacios para recibirlos.