3 de Mayo de 2022
Por:
Catalina Uribe Tarazona

 

Estos bogotanos condimentan con beats electrónicos el folclor de ambas costas colombianas. Hablamos con Leonel Merchán,  Director de la agrupación. 

 

 

 

TAGS: Colombia, Música

Phonoclórica, maestros de lo 'electropical'

 

¿Cómo se vinculó con un instrumento como la marimba de chonta, tan arraigado a una cultura que no es propiamente la suya?
La marimba de chonta se interpreta en Bogotá hace un poco más de 20 años y yo la conocí a través de un ensamble de marimba en la Universidad Javeriana, de donde soy egresado como compositor. En este espacio conocí a grandes amigos de Guapi y el Pacífico, y desde ese momento he estado sumergido en la investigación, interpretación y creación musical en diálogo con estas músicas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Tambores del Caribe y marimba de chonta del Pacífico mezclados con electrónica. ¿De dónde nace el interés por experimentar esa fusión?
De varios lugares: he estado en contacto con espacios de músicas tradicionales del territorio nacional por más de 15 años, soy admirador de artistas representativos del Caribe y el Pacífico y vivo lleno de un inmenso disfrute y respeto por estas expresiones. Por otro lado, mi tesis de maestría está enfocada en la incursión de la marimba de chonta cromática en el bullerengue y, paralelo a ello, he estado experimentando con beats y sonidos sintetizados, influenciado por artistas de música electrónica del mundo. Todo esto, sumado al aporte interpretativo de cada integrante de Phonoclórica, nos permitió consolidar la propuesta que se refleja en la nueva producción musical.

 

¿Cuál es el filtro para sumar tipos de ritmos a su propuesta?

El más importante que hay para la creación es que las músicas estén relacionadas con el movimiento corporal, con la danza y con el disfrute. Segundo, está el sentido y la relación con lo comunitario y lo colectivo, y, además, la importancia de la voz y la palabra hablada y cantada.

Hablan de una “música dialogante” con el territorio. ¿A qué se refieren con eso?
A que nosotros no representamos a los territorios de donde provienen las músicas tradicionales, ellas tienen sus representantes que nacieron y crecieron en un contexto específico y son detentores de un valioso conocimiento cultural heredado y transmitido por tradición oral, algo que nosotros respetamos inmensamente. Sin embargo, como músicos 
de la urbe y una ciudad cosmopolita como lo es Bogotá, reconocemos con claridad que nuestra propuesta aporta y se alimenta de las músicas tradicionales en una relación bilateral, pero no somos representantes de las músicas tradicionales. Estamos conscientes de nuestro lugar como exponentes de las músicas híbridas y del worldmusic, y representamos un sonido gestado en Bogotá.

Phonoclórica retrata la magia del Pacífico y un poco el caos y el dinamismo de la capital colombiana. ¿Cómo involucran estos dos entornos tan distantes culturalmente?
Bogotá es un escenario de infinitos encuentros. En mi caso, he caminado esta ciudad con mi marimba al hombro de norte a sur, con mis tambores y mis audífonos escuchando música tradicional mientras los carros y el ruido son un gran marco sonoro de fondo. Desde allí se empieza a generar esta hibridación, esta fusión en la mente. En los bares se han hecho muchas sesiones de improvisación de la música de marimba y luego entran los DJ a tocar y todo se mezcla. Los y las maestras han venido desde el Pacífico a contarnos sus historias y compartir su música al calor de unos viches en el frío amanecer bogotano, mientras tocamos currulaos y jugas. Entre otras cosas, cuando he ido al territorio también llevo el mundo sonoro de la ciudad dentro de mí y estando ya frente al mar o al río, estos universos se mezclan, sin tregua.

Phonoclórica es una invitación a bailar que no deja de otra. Su música se siente, se disfruta y fluye en el cuerpo. 

 

 

 
 
 

 

Ustedes basan su experimentación en la “interfluencia”, un término acuñado por el maestro Samuel Bedoya, reconocido director y arreglista musical. ¿Cómo tiene lugar ese concepto, en su caso?
Como había mencionado antes, estamos en una relación bilateral con el Pacífico y en general con las músicas tradicionales del territorio. Además de los viajes por placer o investigación, las transacciones por compra de música, instrumentos y bebidas, esa relación ocurre en la apertura de espacios para la socialización de los proyectos musicales y, ahora, en la virtualidad como un importante espacio cibergeográfico. Hay una proliferación de propuestas del territorio y las conocemos, las escuchamos, las estudiamos, y de la misma manera los músicos de otras latitudes nos escuchan a través de las plataformas. Nos nutrimos desde la virtualidad sumada a todas las otras demás dinámicas, reconociendo que no hay nada como la presencialidad para que este intercambio sea lo más poderoso posible.

Su más reciente álbum, Con la gente, incluye canciones escritas en aislamiento y, a propósito, es una invitación a darles prioridad a las relaciones personales. ¿Qué le traen al público con este trabajo?
Phonoclórica trae un sonido “elec
tropical” renovado, lleno de sonoridades de tambores y beats que te ponen a bailar. Las letras de este trabajo musical tocan desde cuestionamientos profundos que se presentan en la vida, como la idea de éxito, las relaciones consigo mismo, las percepciones de soledad y el desapego, la magia de la música tradicional y la ciudad, y, a su vez, el caos, la denuncia social y el regocijo del espíritu. A través de estas composiciones he querido que el cuerpo se mueva y que haya gozo en las personas, mientras nuestro mensaje también es escuchado e interiorizado.

A raíz de este lanzamiento van a estar girando por varias ciudades de Colombia. ¿Cuáles?
Estaremos girando en el segundo semestre de 2022 por Cali, Medellín, Ibagué y Bucaramanga.