"Manual de historia de Colombia" dirigida por Jaime Jaramillo Uribe. Bogotá, olcultura, 1978.
Septiembre de 2016
Por :
Eduardo Posada Carbó

MANUAL DE HISTORIA DE COLOMBIA

Con la publicación del Manual de Historia de Colombia, en 1979, se marcó un hito en los estudios sobre el pasado nacional. Dirigida por Jaime Jaramillo Uribe, los tres volúmenes de la obra representaron entonces el nuevo paradigma de la disciplina del país. Según Jorge Orlando Melo, esta "nueva" forma de hacer historia planteaba "una clara ruptura con la tradición dominante". Una ruptura casi simultánea con el desarrollo de otras áreas en las ciencias sociales, incorporadas a una visión de la historia como totalidad. Y esta ruptura --revisionista y contestataria--, se hacía, tal vez paradójicamente, fomentada por una institución del Estado: Colcultura.

La historiografía colombiana había experimentado significativos progresos con los trabajos, entre otros, de Indalecio Liévano, Luis E. Nieto Arteta y Luis Ospina Vásquez. Muchos de los autores del Manual habían publicado obras de importancia en años y décadas anteriores. En efecto, según Melo, el Manual "se convirtió en la presentación colectiva" de un nuevo grupo de historiadores que tendían a ser identificados como profesionales del oficio. Más aún, en su concepción, el Manual pretendió ser precisamente una síntesis de las novedosas interpretaciones que habían surgido sobre el pasado nacional. Sin desconocer --como lo reconoció en su introducción el editor Jaime Jaramillo Uribe, el mérito de anteriores manuales de historia ni el de los numerosos estudios de los miembros de la Academia Colombiana de Historia, labor que merecía su "gratitud".

En su conjunto, los veinticuatro capítulos del Manual no presentaron una visión uniforme de la historia colombiana. Tocaban sus más diversos aspectos, desde la política hasta la arquitectura, y cubrían un amplísimo período, desde la Colombia prehispánica hasta los años anteriores a su publicación. Su temática comprensiva reflejaba en cierta forma las influencias de la escuela francesa de los Anales, aunque se manifestaban también otras influencias, como la nueva historia económica norteamericana y el marxismo. Pero, como obra colectiva, el Manual no seguía ninguna escuela específica. Así lo señaló en su introducción Jaramillo Uribe: el lector no encontraría allí "uniformidad de criterios", sus colaboradores pertenecían a "tendencias científicas diferentes [...] a orientaciones filosóficas y políticas distintas y no en pocas ocasiones antagónicas".

Además de su carácter multidisciplinario y de su pluralismo, el Manual se identificó por cierta pretensión científica y por su énfasis en el sentido crítico del conocimiento histórico. La pretensión científica no estaba dada tanto por la búsqueda de leyes como por la rigurosidad metodológica. Había que apoyarse en documentos "para no caer en afirmaciones a priori [...] ni caer en imaginaciones", advertía Jaramillo Uribe. Aunque aquí la nueva historiografía no escapaba a la crítica del mismo editor. Esta historiografía, según Jaramillo Uribe, hacía, por ejemplo, muchas referencias a la burguesía colombiana del siglo XIX, "... pero es poco lo que ha hecho para... documentar... el grado de desarrollo y la existencia real de una conciencia de clase" de esa burguesía. Jaramillo Uribe también advertía que "una falsa concepción del carácter científico de la historia" podría sacrificar la lógica, la estética y la gramática. La historia es ciencia y arte a la vez.

El Manual ha sido quizás víctima de su propios buenos éxitos. Nunca pretendió ofrecer una versión final de la historia colombiana. Ni convertirse en dogma. Sin embargo, sus sucesivas reediciones, y su posición dominante, parecerían señalar que sus propósitos de motivar nuevas reinterpretaciones históricas se habrían congelado en las visiones del mismo Manual, como si se tratase de otra "historia oficial". El trabajo de los revisionistas merece ser revisado. Tal fue la lección no completamente asimilada del Manual. Como lo expresara Marc Bloch, "el conocimiento del pasado es algo progresivo, en constante perfeccionamiento y transformación".