Enfermeras de la Cruz Roja francesa. Fotografía de Bain News Service, ca. 1914–1915. Colección Library of Congress, Washington, D. C.
Marzo de 2015
Por :
Natalia León Soler, Historiadora, Universidad Externado de Colombia

LAS MUJERES DURANTE LA GUERRA MUNDIAL

diferencia de los distintos frentes que desafiaron miles de hombres durante los cuatro años que duró la contienda mundial, las mujeres resistieron otros que, mal que bien, cambiaron a la sociedad occidental. La lucha en el hogar, en la naciente industria, en la agricultura y hasta, en algunos casos, en los frentes de batalla como voluntarias, dieron cuenta de su participación durante la Gran Guerra que fue tan importante como la de los hombres. 

Colección Library of Congress, Washington, D. C.

 

Madres, esposas, hijas, novias y hermanas cambiaron sus oficios de amas de casa y de servicio doméstico por trabajos que antes eran ejercidos por hombres en laboratorios, talleres y fábricas, convirtiéndose en una nueva mano de obra en la industria durante la guerra. Otras, en cambio, decidieron compartir con los soldados en los frentes de batalla. Por un lado, las que ejercieron una labor humanitaria como voluntarias de la Cruz Roja; por otro, aquellas que, a pesar de luchar por su condición, hicieron parte de grupos de mujeres que participaron en las ofensivas contra los austriacos, como el caso del afamado Batallón Femenino de la Muerte.

La reina de Inglaterra, María de Teck, esposa de Jorge V, pasa revista a las mujeres de la Sección Nacional de Automóviles. Fotografía de Agence Rol., 1918. Colección Bibliothèque Nationale de France.

 

Pero la batalla que libraron las mujeres antes de la Gran Guerra, fue por el derecho al voto y por una nueva posición social y política en la sociedad. Movimientos femeninos que años atrás venían manifestándose en pro de su condición, sería silenciado por las declaraciones de guerra. Con el tiempo, viudas, huérfanas, solteras y casadas demostraron cualidades que la sociedad desconocía. Al terminar la guerra, muchas mujeres confiaban que su labor sería reconocida y podrían gozar de sus derechos políticos, civiles y económicos.

Labor humanitaria

Con la creación, el 21 de agosto de 1914, de la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra por parte de la Comisión Internacional de la Cruz Roja, más de 3.000 personas auxiliaron a los militares y civiles heridos en guerra prestando servicios sanitarios y brindando la ayuda necesaria para restablecer contacto con las familias que fueron separadas por la contienda. 

“Sea una enfermera entrenada”, ca. 1917-1918. Colección Library of Congress, Washington, D. C.

 

La enfermería se convirtió, entonces, en una profesión con una gran acogida entre numerosas mujeres voluntarias de clase media y alta en los países aliados tanto como en las potencias centrales. Profesionales y voluntarias, fueron destinadas a hospitales de campaña donde su indiscutible labor, en la atención de soldados heridos, las convirtió en ángeles dada su comprensión por aquellos hombres destrozados en cuerpo y alma. La Scottish Women Hospitals, la American Women’s Hospitals, la Voluntary Aid Detachment (VAD), la Queen Alexandra’s Imperial Military Nursing Service (qaimns) y la Princess Mary’s Royal Air Force Nursing Service son algunas de las organizaciones que apoyaron a las fuerzas militares y a los civiles. 

“Por cada combatiente, una trabajadora de la Y.W.C.A. detrás de la segunda línea de defensa”. Litografía de Ernest Hamlin Baker, ca. 1918. Publicado por The United States Printing & Lith. Co. Colección Library of Congress, Washington, D. C.

 

El compromiso humanitario de las mujeres llegó a traspasar fronteras y bandos. Elsie Inglis, sufragista británica y médica de la Escuela de Medicina para la mujer de Edimburgo, logró establecer unidades médicas equipadas por un gran personal femenino en el frente occidental, servicio que supo aprovechar el gobierno francés, pues el británico no lo aceptó con agrado. Entre 1915 y 1916 Inglis envió unidades de la Scottish Women Hospitals a Serbia, Salónica, Rumania, Malta, Córcega y Rusia. 

“Auf Wiedersehen”. Despedida de un soldado alemán frente a la planta de ácido carbónico Gotha. Fotografía de Bain News Service, 27 de enero de 1915. Colección Library of Congress, Washington, D. C.

 

Al finalizar la guerra enfermeras voluntarias con el tiempo se convirtieron en célebres novelistas, artistas y pioneras tales como Vera Brittain, Agatha Christie, E. M. Delafield y Amelia Earhart que, gracias a sus grandes obras y relatos, destacaron el lado humano de la guerra.

Solo por temporada y de reemplazo

Con la guerra muchas mujeres adquirieron nuevos roles y oficios que lamentablemente, tenían fecha de caducidad. Desempeñados antes por hombres, ellas los remplazaron de manera temporal en fábricas, laboratorios, empresas, granjas, en el manejo de transportes y hasta en la institución policial de las ciudades. Esta fue una experiencia en la que la mala paga y la incertidumbre de quedarse sin empleo con el regreso de los hombres a sus puestos de trabajo, hizo parte de la transformación y los cambios que vivieron las mujeres durante la guerra.

En la plataforma de la estación del ferrocarril de Montmirail, Francia, la señora Hammond, de la Cruz Roja americana, sirve agua a un soldado británico. Fotografía de la Army Signal Corps, EE. UU, 31 de mayo de 1918. Colección Library of Congress, Washington, D. C.

 

La costura y el arte del bordado, que en principio convocaba a las mujeres a un espacio privado en el que se compartían historias y se confeccionaban vestidos, carpetas, pañuelos y cobijas, se volvió un trabajo asalariado debido al crecimiento de la industria textil por el aumento en la producción de uniformes. Para mediados de 1915, en Francia se implementó el salario mínimo para las mujeres que trabajan en esta industria. En 1917, el gobierno francés decretó que el pago debía hacerse por pieza acabada, tanto para hombres como para mujeres, y al finalizar la guerra, el salario no llegó a igualarse al de ellos. La mecanografía fue otro de los oficios que introdujo a las mujeres en los trabajos de oficina, y generó la deserción del servicio doméstico. Con el tiempo, la redacción de cartas, oficios y listas crearon un nuevo rol de la mujer en la sociedad: el de secretaria. 

Trabajando en un torno en la escuela de entrenamiento Lincoln Motor Co., Detroit, Michigan, durante la Primera Guerra Mundial, ca. 1914-1918. Colección Library of Congress, Washington, D. C.

 

En Francia, Gran Bretaña y Alemania más de un millón de mujeres fueron contratadas para trabajos que no eran precisamente para su capacidad: obreras en fábricas de armamento, lo cual generó, en algunas organizaciones sindicales, cierta preocupación no solo por la mala paga que ellas recibían, sino por la dedicación, minuciosidad y paciencia con que realizaban su trabajo, que al final, era mejor que el de los hombres. Las obreras británicas que trabajaban en los arsenales ubicados al este de Londres fueron llamadas cariñosamente “las canarias”, debido a la manipulación del trinitrotolueno (TNT) que les producía una especie de ictericia en las manos, el pelo y la cara, dándoles un color amarillo brillante.

Empacadoras. Fotografía de Agence Rol., 1917. Colección Bibliothèque Nationale de France.

 

Con el tiempo, las mujeres imponían el ritmo. Algunas como policías, a diferencia de las que siguieron con sus roles domésticos para preservar el orden y los derechos por los que luchaban los hombres en los campos de batalla, ayudaban a mantener la disciplina y el comportamiento en las fábricas y albergues. Por las calles, parques y alrededores de las ciudades, se les veía patrullar. Otras eran conductoras de buses, porteras, limpiadoras y mecánicas de carros, como también de ambulancias en los campos de batalla.

¡Mecanógrafas, Washington las necesita! Litografía de Prudential Litho, Co., ca. 1917. Colección Library of Congress, Washington, D. C.

 

El discurso heroico que exaltaba la propaganda de la guerra llegó a perturbar a las mujeres. Se les animaba para que participaran en la campaña, pero de una manera sutil, pues su labor era la de incentivar a los varones para que se enlistaran. Lo que no se imaginaron es que muchas también querían participar y vivir el heroísmo de la guerra. Con la creación de los ejércitos auxiliares muchas inglesas partieron para los frentes, aunque seguían siendo civiles. Entre 1916 y 1918, más de 100.000 mujeres se unieron al Women’s Army Auxiliary Corps (waac). Por sus buenos servicios, el 9 de abril de 1918, la reina María asumió el cargo y título de comandante en jefe, razón por la cual se conoció que el Queen Mary’s Army Corps (qmaac), integrado por cerca de 35.000 mujeres, clasificadas entre oficinistas, operadoras, telegrafistas, camareras, choferes, jardineras, iría a Francia.

Mujer recluta de la armada rusa. Fotografía de Agence Rol., 1916. Colección Bibliothèque Nationale de France.

 

El sufragio femenino

Militar inglesa en el frente serbio. Fotografía de Agence Rol., 1918. Colección Bibliothèque Nationale de France.

 

El derecho al voto femenino fue reconocido con el fin de la guerra. A pesar de que el movimiento feminista tuvo una pausa durante la contienda, esta fue crucial para que las mujeres demostraran sus capacidades y fueran reconocidas en igualdad de condiciones con los hombres. Su constante lucha por el derecho al voto y la reivindicación de sus derechos sociales, políticos y económicos, fue un proceso que inició a mediados del siglo xix y tuvo frutos con el fin de la Gran Guerra. Esto generó un cambio en la sociedad, como también en el pensamiento de miles de mujeres y hombres que llegaban de la guerra. Se abría ante sus ojos una nueva realidad: encontraron unas mujeres más fuertes e independientes. 

Conductora de tranvía en Burdeos. Fotografía de Agence Rol., 1916. Colección Bibliothèque Nationale de France.

 

La relación entre hombres y mujeres cambió, como también entre ellas, en especial entre las que elegían quedarse en el hogar como las que querían irse. Una serie de obstáculos tuvieron que sobrellevar algunas mujeres al ejercer el derecho que se les había reconocido legalmente y que lentamente la sociedad tuvo que aceptar. Hechos como la revolución rusa en 1917, la aprobación en el Parlamento británico de la ley de representación del pueblo en 1918, en la que se aprobó el voto femenino a mujeres de 30 años y el compromiso del Woodrow Wilson de apoyar una enmienda a la Constitución para ejercer el derecho al voto en 1919, fueron relevantes para el reconocimiento de la mujer y de todos sus derechos en la sociedad. 

Las bomberas de Londres. Fotografía de Agence Rol., 1916. Colección Bibliothèque Nationale de France.

 

Edith Cavell
(Norfolk,1865 - Bruselas, 1915)

Acusada de traición por las fuerzas de ocupación alemanas en Bélgica, esta enfermera de la Cruz Roja fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento el 12 de octubre de 1915. Los alemanes habían descubierto que esta hija de un reverendo y antigua comadrona, no solo atendía soldados de numerosas nacionalidades en el hospital de Berkendael sino que los ayudaba a escapar a la neutral Holanda. A partir de entonces la figura de Miss Edith Cavell se convirtió en ícono de las fuerzas aliadas, y su trágica historia reforzó la propaganda anti alemana ante la opinión pública mundial, sobre todo la de Estados Unidos, país que aún mantenía su neutralidad. En vano, varios países habían pedido que se aplicara la Convención de Ginebra, según la cual se debía proteger al personal sanitario.

 

Referencias

Duby, Georges y Michelle Perrot. Historia de las mujeres en occidente: el siglo XX. Madrid, Taurus Minor, 2000.

Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX: 1914-1991. Barcelona, Crítica, 1996.

Mason, Amanda. “12 Things You Didn’t Know About Women In The First World War”. Imperial War Museums, en http://www.iwm.org.uk/history/12-things-you-didnt-know-about-women-in-the-first-world-war

Willmott, H. P. La Primera Guerra Mundial. Barcelona, Inédita Editores, 2004.