Jorge Orlando Melo, fotografía de Ernesto Monsalve, 1993
Septiembre de 2016
Por :
Gonzalo Cataño

JORGE ORLANDO MELO: DIFUSOR DE LA NUEVA HISTORIA

Jorge Orlando Melo comenzó a escribir muy joven y pronto le llegaron los reconocimientos. No había terminado sus estudios de filosofía y letras en la Universidad Nacional, y ya había publicado un trabajo sobre filosofía en la Colonia, la traducción de una obra de Jean-Paul Sartre, Problemas de método, y un ensayo polémico sobre Sartre y el marxismo, donde fustigaba el reduccionismo económico de la sociología marxista y su olvido del individuo y de las particularidades de los fenómenos históricos. Todo esto sucedía en 1963, cuando apenas cumplía los 21 años de edad.

Durante la segunda mitad de la década del sesenta, Melo fue a los Estados Unidos y obtuvo una maestría en historia con una tesis sobre las políticas económicas de la segunda administración de Santander, que todavía permanece inédita. Al regresar al país dio comienzo a su proyecto intelectual que se afirmó en la década siguiente, los años dorados de la "Nueva Historia". Sus empeños tomaron tres direcciones que terminaron por marcar trayectoria laboral y académica.

En primer lugar, un interés permanente por el legado historiográfico. En una serie de inteligentes recensiones y de orientadores ensayos que después compiló en Historiografía colombiana: realidades y perspectivas (1996), sometió a rigurosa crítica los énfasis, las tradiciones y las escuelas de pensamiento que nutrieron la investigación histórica desde el siglo XIX hasta nuestros días. En conjunto constituye el esfuerzo más acabado por afirmar un espíritu crítico en los medios historiográficos nacionales, dirigido a orientar a los investigadores sobre los logros, las ausencias y las flaquezas de una disciplina que cada vez cuenta con más adherentes.

"Historiografía colombiana", 1996 

 

En segundo lugar, una marcada inclinación por la difusión de la historia más allá de los estrechos marcos de los cultivadores del oficio. En 1977 Melo publicó El establecimiento de la dominación española, libro que estudia el descubrimiento, la conquista y los años iniciales del asentamiento de los españoles en el territorio colombiano. Con habilidad narrativa y formidable capacidad de asimilación de materiales provenientes de las más diversas disciplinas, registró la fundación de ciudades, la derrota y la sujeción de las comunidades precolombinas y los cimientos sobre los cuales se asentó el dominio español que habría de durar tres siglos. El texto estaba dirigido al gran público y era muy cuidadoso en la fijación de los datos y en la interpretación de los hechos. Al integrar las contribuciones de la mejor investigación social del momento, el volumen se convirtió en la expresión más acabada del mensaje de la Nueva Historia: fuentes cuidadosamente seleccionadas, afinidad con el trabajo de archivo, explotación de nuevas temáticas y uso de las contribuciones de las ciencias sociales para la organización y examen de la información. A todo esto Melo sumó unas características muy personales, asociadas con la elegancia en la exposición, la prudencia analítica, la síntesis y la disposición para registrar las acciones individuales sin olvidar el curso de la estructura social.

En tercer lugar, su proyecto intelectual ha tenido una inclinación por la historia y crítica políticas, además del ejercicio de tareas aplicadas, muchas de ellas alejadas del ascetismo y la severidad del trabajo académico. En su libro Sobre historia y política, de 1979, discutió las tensiones entre la historia y la orientación de los asuntos públicos. La primera estudia lo que sucedió y la segunda lucha por lo que debería suceder. A lo largo de su vida activa, Melo ha mostrado una singular competencia en la dirección de programas sociales y culturales. Ha sido directivo universitario, director del centro de documentación más importante del país, la Biblioteca Luis Angel Arango, y animador de proyectos académicos colectivos dirigidos a llevar a escuelas y colegios, lo mismo que al público ilustrado, los modernos trabajos históricos. Los mejores ejemplos de este esfuerzo han sido la exitosa Colombia hoy (16 ediciones) y los volúmenes de gran factura, Historia de Antioquia (1988) e Historia de Medellín (1996). Ha ocupado, además, las consejerías presidenciales para la protección de los derechos humanos y para el desarrollo de la ciudad de Medellín en sus años de mayor tensión y agobio sociales. Al frente de estas tareas ha tenido la oportunidad de observar cómo la historia ofrece un fascinante marco de referencia para los responsables de las decisiones públicas. Melo sospecha que los que no conocen la historia carecen de fluidez en las determinaciones y están en peligro de ser dominados por el pasado.