FOTO EFRAÍN / EL TIEMPO, 2010.
Marzo de 2020
Por :
Diana V. Díaz * Historiadora, Universidad de los Andes (Colombia) y Maestra en Historia Antigua, Gazi Üniversitesi (Turquía)

GRAMALOTE (Norte de Santander)

Desde su fundación, Gramalote estuvo destinado a pasar por transformaciones abruptas. En 1857, varios colonos de la región, cuando buscaban nuevas oportunidades de vida, fundaron este asentamiento con el nombre de Caldereros, por la cercana quebrada Calderera. En 1864, el poblado pasó a llamarse Galindo, en memoria de un militar liberal. Finalmente, en 1888, tras décadas de cargar con un nombre que producía inconformidad y gracias a la constitución de 1886 —que les permitió a los municipios modificar sus nombres— Gramalote fue elegido como el nombre definitivo del poblado. La estabilidad lograda en ese momento no permitía imaginar las transformaciones que llegarían más adelante.

 

Más de un siglo después, en las semanas previas al 17 de diciembre de 2010, torrenciales lluvias cayeron sobre Gramalote, situación nada extraña para sus habitantes. Pero estas lluvias no eran como las anteriores, pues anunciaban la tragedia que se avecinaba: el Cerro de la Cruz se desmoronaría y la tierra se deslizaría sobre los más de 3.000 habitantes del poblado. En ese momento comenzó el éxodo de gramaloteros, quienes salieron a buscar refugio en los poblados cercanos. Irónicamente, del poblado solo quedó en pie el cementerio.

 

Gramalote había sido construido en una montaña de la Cordillera Oriental de los Andes. Allí, los suelos fértiles permitieron el desarrollo de un pujante poblado agrícola, productor de café, banano, caña de azúcar y fríjoles. Pero esta fertilidad tenía un precio: el terreno era escarpado y se situaba sobre una falla geológica, lo que lo convertía en una zona de alto riesgo. Eventualmente, el uso de tierras inestables y las fuertes precipitaciones —que para ese año llegaron a niveles máximos debido al fenómeno de La Niña— terminarían en tragedia. Los gramaloteros siempre supieron que ese día llegaría. Por fin, el presagio sobre una catástrofe que nunca ocurría se hizo realidad.

 

FOTO CARLOS SALGADO / EL TIEMPO, 2017.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La reconstrucción de Gramalote ha sido lenta. A dos meses de la tragedia, el gobierno se comprometió a reconstruir el pueblo y reubicar a sus habitantes. Sin embargo, apenas en diciembre de 2016 fueron entregadas las primeras construcciones que formarían el casco urbano del nuevo Gramalote, ahora situado en Miraflores, a 20 minutos del antiguo pueblo. A finales de 2020, cuando se cumplan diez años de la tragedia, se espera que concluyan las obras. En adelante, el reto será reconstruir el tejido social que la tragedia abruptamente fracturó. Los gramaloteros aún deberán reconciliarse con sus tierras y con su historia y convertir el nuevo poblado en un lugar en que el que se vencen las adversidades y se renace de las cenizas de la tragedia.

 

 

Bibliografía:

1 http://www.gramalote-nortedesantander.gov.co/municipio/historia-de-nuestro-municipio-de-gramalote

2 Vicente Anzellini, “Entre désastre et réinstallation: le déplacement des populations suite à la catastrophe de Gramalote, Colombie”, tesis de Maestría en Geografía Humana, Institut de Géographie, Université de Neuchâtel, 2012.