Vista general de “Los llanos”, provincia de Casanare.
Febrero de 2012
Por :
Adelaida Sourdís Nájera. Doctora en ciencias jurídicas, historiadora, Universidad Javeriana. Magíster en investigación social interdisciplinaria, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Miembro de número de la Academia Colombiana de Historia y cor

Ganadería: La industria que construyó al país*

* Este artículo ha sido extractado del libro de la autora: Ganadería en Colombia cinco siglos construyendo país. Bogotá, Federación Colombiana de Ganaderos, FEDEGÁN, 2008.

 

 

Tauromaquia, aguatinta de Francisco de Goya y Lucientes, 1815-1816. Biblioteca Nacional, Madrid.Los vacunos llegan a América

El ganado llegó a América con los españoles en el siglo XVI como un producto indispensable para la alimentación de los conquistadores, consumidores de carne y trigo. Los indígenas no tenían animales domésticos y las proteínas de su dieta las proveían de la caza de especies silvestres y la pesca, suficientes para el sustento de poblaciones limitadas por su hábitat. Sin el ganado hubiera sido imposible la conquista y apropiación del continente americano. Los carbohidratos y vitaminas de la alimentación de los europeos los suministraron con beneficio los productos nativos: el maíz y la papa, esos grandes aportes de América al mundo occidental, la yuca y otros tubérculos, además de gran variedad de frutas y vegetales. No obstante, el español no hubiera podido sobrevivir con la escasa provisión de proteína animal que podía suministrarle naturalmente el medio. El ganado, por lo tanto, fue un elemento esencial en la construcción del Nuevo Mundo.

Los primeros bovinos llegaron con Colón a la isla que bautizó “La Española” (Santo Domingo), donde, favorecidos por la feraz naturaleza, se reprodujeron con creces. De allí pasaron a Tierra Firme. En el territorio de la actual Colombia se tiene noticia de las primeras reses introducidas por Rodrigo de Bastidas en 15251 con destino a su gobernación de Santa Marta. Desde la ciudad primada se esparcieron por el país con las expediciones de la conquista. Durante el período colonial el vacuno se multiplicó a medida que se penetraba en el territorio, para proveer el alimento básico de los nuevos pobladores, el cual fue adoptado en mayor o menor proporción por los indígenas. No se consideró como un factor generador de riqueza, pues la Nueva Granada, dentro del contexto macroeconómico del imperio español, se organizó como una economía minera y la actividad agropecuaria sólo se estableció para satisfacer el consumo doméstico. La ganadería creció en forma espontánea, sin apoyo del Estado y superó de sobra las necesidades alimenticias de la población, hasta el punto que se daban casos como el del Valle de Upar donde se sacrificaban los animales sólo para aprovechar el cuero, y la carne era dejada de comida a las fieras y a los carroñeros. Especializada la economía en la extracción de metales preciosos, las actividades agrícolas y ganaderas crecieron como faenas secundarias, salvo en aquellas regiones en las que, como en las planicies bajas del Caribe, no había minas. Allí la cría y levante de ganado constituyó la actividad principal de los pobladores, pues en la Nueva Granada tampoco se dio la gran agricultura de plantación2.

Elemento de colonización,  siglos XVII y XVIII

El hato ganadero se multiplicó tanto en las llanuras como en las altiplanicies. Para fundar poblaciones se exigía, como requisito indispensable, el suministro de ganados para formar hatos con que alimentarse los vecinos y a cada poblado se le adjudicaban tierras comunes de labranza y dehesas para las reses. En las sabanas de la región Caribe y en los llanos de San Martín y Casanare surgieron grandes emporios ganaderos y por toda la cordillera occidental se abrieron trochas que transitaban arrieros transportando hacia el centro artículos de toda clase: productos de la tierra, ropas de Castilla, herramientas, muebles y mercaderías llegados de la metrópoli. Por allí caminaron ganados y mulas hacia los reales de minas de Antioquia y las poblaciones del altiplano. Los viajes muchas veces superaban los 700 kilómetros desde el hato hasta su destino. En muchos lugares los caminos atravesaban peligrosos despeñaderos en los que hallaban su fin ganados, harrias y mercancías. En verano la polvareda impedía ver los huecos y zanjas y los animales caían y se fracturaban las patas, o resbalaban al precipicio. En invierno las lluvias convertían los caminos en lodazales y resumideros, que hacían de los trayectos extensas jornadas de extenuante trabajo para vaqueros y animales.

Independencia, ganados para alimentar a las tropas

La ganadería atravesó un período crítico durante la independencia. Las guerras diezmaron las existencias, pues tanto patriotas como realistas incautaron caballos para montar a las tropas y vacunos para alimentarlas y no faltaron quienes aprovecharon la situación para hacerse a los ganados ajenos. Detrás de los ejércitos marchaban las reses, cual despensa ambulante que se reemplazaba en el trayecto a medida que se consumía, cuando las circunstancias no permitían salar la carne y convertirla en tasajo. Once años de conflicto fueron un alto precio. Las economías quedaron postradas, la población en condiciones de miseria y desplazamiento, y el Estado y sus dirigentes frente al enorme reto de construir naciones e inventarse instituciones para pueblos sin experiencia de autogobierno, en un vasto y escasamente poblado continente. El retroceso fue notable.

El caso de un español despojado de sus bienes es indicativo de la situación que se vivía. Félix Palas, miembro del Consulado de Comercio de Cartagena, era dueño de la hacienda San Antonio Rompedero de Pestagua, situada en la Provincia de Santa Marta en la ribera oriental del Magdalena, una de las más ricas de la región, con una extensión de 45 caballerías (17.650 hectáreas). En 1816 pedía justicia a las autoridades españolas restablecidas, fundamentándose en que como consecuencia de un bando del virrey Benito Pérez de junio de 1812, en que mandaba embargar los bienes de los cartageneros situados en la Provincia de Santa Marta:

Finca en tierra caliente. Grabado de Charles Saffay. Viaje a la Nueva Granada, 1869.…se alarmaron los pueblos de esta provincia con particular los inmediatos a mi citada hacienda y comenzaron el saqueo o robo más atroz que tal vez se habrá visto, contra todo lo que pertenecía, en términos que, desde 18 de agosto hasta 11 de septiembre de 1812, me robaron más de un mil y trescientas reses, más de un mil caballos, yeguas y mulas, me quemaron 5 casas, me quitaron una piragua que me había costado cien pesos, otras dos de menor valor cargadas con la provisión de una semana, un negro vaquero y otros daños que saben mejor que yo los que los causaron3.

 

En los Llanos de San Martín y de Casanare prosperaban las dehesas de las antiguas haciendas de la Compañía de Jesús. Los numerosos hatos alimentaron a las tropas que organizó el general Santander y fueron el núcleo de los ejércitos libertadores. En 1819 Santander a su llegada a Casanare manifestó: “los recursos para ocurrir a la subsistencia de las tropas no son más que carnes, de cuyo artículo no ha podido del todo agotar la provincia, con todos los gastos, destrozos y ventas que han hecho”4. Esta ganadería, que contaba a principios del siglo con 500.000 cabezas5 sufrió un rudo golpe con la guerra y sucumbió6. Su recuperación sólo ocurriría en el siglo XX.

Un pastizal en los llanos: los halcones garrapateros. Grabado de E. Riou. Edouard André. América Pintoresca, 1869.El siglo XIX recuperación lenta pero segura

Constituida la república, junto con la minería, la agricultura y la ganadería fueron las principales y más extendidas actividades en el país. Se expandieron a la par con la colonización de nuevas áreas del territorio nacional y permitieron la acumulación de riqueza que se invirtió en otros negocios. Constituyeron el principal sector de la economía durante el siglo XIX, bien por encima de la manufactura y la minería7. Kalmanovitz y López calcularon su participación en el Producto Interno Bruto nacional a comienzos de esa centuria en un 54%8. A partir de mediados de siglo la ganadería tuvo un crecimiento muy dinámico, aunque su desenvolvimiento técnico permaneció casi estático frente a otros sectores de la economía. El siguiente Cuadro, elaborado por el geógrafo Francisco Javier Vergara y Velasco en 1891, ilustra sobre las existencias ganaderas.

A finales del siglo se iniciaron las importaciones de sementales para mejorar el hato nacional con bovinos de alto rendimiento en carne y leche.

 

Una industria prioritaria,  salto hacia la modernidad

Vendedora de carne y carnicero de Bogotá. Acuarelas de Ramón Torres Méndez. Álbum de Cuadros de Costumbres. París, A. de la Rue, 1860.En el siglo XX la actividad ganadera cobró importancia como industria básica y factor de acumulación de capital, en razón del crecimiento demográfico que exigió mayor productividad, la modernización del país y su vinculación en firme a la economía mundial. Se destacan dos períodos cruciales en la historia ganadera enmarcados dentro del desarrollo social y económico del país: la primera mitad del siglo en la que se distinguen los años hasta 1925, en los cuales subsisten los sistemas de pastoreo y cría legados de la colonia, pero se toma conciencia de la situación y se inician los esfuerzos gubernamentales y particulares para salir del atraso, y los años siguientes hasta aproximadamente el final de la década de 1940 en que se inicia el tránsito hacia la modernidad,Vendedora de carne y carnicero de Bogotá. Acuarelas de Ramón Torres Méndez. Álbum de Cuadros de Costumbres. París, A. de la Rue, 1860. impulsado por la prosperidad que disfrutó el país a raíz de la entrada de nuevos capitales. El segundo período se inicia a partir de la segunda mitad del siglo con una gran transformación de la actividad. Se caracteriza por la consolidación de la ganadería moderna, no exenta de momentos de crisis, impulsada por el gran aumento de la población que superó el crecimiento del producto ganadero9; la industrialización y la urbanización del país que relegaron el campo a un segundo plano dentro de las prioridades gubernamentales; la apertura, no obstante, de nuevas zonas ganaderas; la tecnificación de la industria; el notable mejoramiento de la sanidad animal y de las razas criollas con la importación de sementales europeos y norteamericanos y la implantación del Cebú de la India, cuyo cruce con los bovinos nativos cambió completamente la composición del hato nacional. Otro hecho importante lo constituyó el fenómeno de agremiación de los ganaderos a través de instituciones y procedimientos, liderados por las asociaciones de criadores y por el gremio cúpula, la Federación Colombiana de Ganaderos, FEDEGAN, entidades que se volvieron directoras de la modernización y factores reales de poder, determinantes del rumbo y las políticas nacionales sobre el sector. En 2007 el inventario ganadero se estimó en 23.507.000 animales y Colombia consolidó su posición como el quinto productor del continente10.

Referencias

  1. En una capitulación de Rodrigo de Bastidas, fechada en Valladolid en noviembre de 1524, atendiendo la petición del conquistador, el rey le dio licencia para poblar la provincia y puerto de Santa Marta, con la obligación de fundar una población dentro de los dos años siguientes al otorgamiento de la capitulación; repartir solares, aguas y tierras entre los vecinos que reclutara e introducir ganado vacuno, caballar, porcino y otros animales de cría, los cuales llevó desde sus hatos de Santo Domingo. Sobre la capitulación ver: Sourdís, Adelaida. “Santa María de los Remedios del Cabo de la Vela: aproximación a los orígenes de la Provincia del Río de el Hacha”. En Boletín de Historia y Antigüedades, vol. XCIII, No. 833, abril-mayo de 2006.
     
  2. Ver: Abello Vives, Alberto (Comp.). “Un Caribe sin plantación”, en Memorias de la Cátedra del Caribe colombiano, primera versión virtual. San Andrés, Universidad Nacional de Colombia, sede San Andrés, Observatorio del Caribe. Unibiblos, 2006.
     
  3. Citado por Tovar, Hermes. “Guerras de opinión y represión en Colombia durante la independencia (1810-1820)”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, No. 11, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1983, p. 194.
     
  4. Citado por Franco García, Roberto. “Colonización ganadera en los Llanos de Casanare: el caso de Orocué”, en Colonización fronteras y política: una perspectiva histórica comparada. Seminario Nacional, memorias. Secretaría de Cultura de Caldas, 2005, p. 95.
     
  5. Vergara y Velasco, Francisco Javier. Nueva geografía de Colombia escrita por regiones naturales, t. II, Bogotá, Banco de la República, Archivo de la Economía Nacional, 1974, p. 810.
     
  6. Rausch, Jane M. “Rebelión en los Llanos colombianos: el “Affaire Arauca” de 1917”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, No. 20, vol. XXVI, 1989. 
     
  7. Ibíd.
     
  8. Kalmanovitz, Salomón y Edwin López. El PIB de Colombia en el siglo XIX. Bogotá, Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2007.
  9. Ibíd.
  10. Después de Brasil, Estados Unidos, Argentina y México.