Septiembre de 2016
Por :
Germán Rubiano Caballero. Licenciado en filosofía y letras, Universidad Nacional de Colombia. Estudios de historia del arte,Universidad de Londres. Director del Museo de arte de la Universidad Nacional

EL COMPROMISO: ENRIQUE GRAU

A éste último ámbito de intereses pertenece el óleo El compromiso de 1987. Desde cuando Grau llegó definitivamente a la figuración naturalista que lo caracteriza desde los primeros años sesenta, el artista ha realizado numerosas obras de excelente calidad, pero sin duda en el decenio de los ochenta llevó a cabo algunos de sus trabajos más destacados y representativos, entre otros, los óleos presentados a fines de 1981 en la galería Aberbach de Nueva York: El fonógrafo, Rita 5:30 pm, La alacena olvidada, Jugadores y El sofá.

Este último lienzo puede entenderse como un antecedente de El compromiso, no sólo porque aquel cuadro tiene de fondo el mismo papel de colgadura y exhibe el mismo espacio somero del óleo de 1987, sino porque los protagonistas aparecen sentados y evidentemente posan para los espectadores. Sin embargo, las circunstancias de las escenas son bien distintas. Mientras en El sofá hay una relación ambigua entre el joven, que porta en su camiseta la frase "Prince of the city", y las muchachas aparentemente mellizas y vestidas de traje marinero que lo flanquean, hasta el punto de que la que tiene una copa de licor le ha puesto su mano derecha en el muslo, en El compromiso reina la formalidad.

A fines de los ochenta y comienzos de los noventa, Grau hizo muchas obras relacionadas con el matrimonio. Varias datan, como El compromiso, de 1987. En la serie aparecen los novios vestidos para la ocasión, tanto individualmente como en pareja, y las escenas presentan varios momentos de la boda, desde el vals de apertura de la fiesta --del que hay una bella escultura de 1991-- , hasta el comienzo del momento culminante cuando la pareja se ha encontrado en la intimidad: Al fin solos, óleo de 1986, en el que la novia todavía tiene su traje blanco, mientras su esposo ya se ha desnudado. Para un matrimonio con todas las de la ley, la escena de El compromiso es entonces la primera.

Como en tantas otras ocasiones, El compromiso es un cuadro cuidadosamente preparado. No hay detalles que se hayan olvidado. Se trata de una escena sencilla pero solemne. Se entiende de inmediato que es un compromiso matrimonial en serio. de jóvenes de familias respetables que creen en esta institución social. La pareja aparece sentada en un sofá sólido y de buena factura. En medio de los novios se ve una gran canasta de flores especialmente blancas. El joven lleva saco y corbata y tiene en sus dos manos el estuche rojo de argollas. La muchacha viste un traje rosa enteramente recatado. Posan tranquilos. Detrás de ellos, sobre el papel de colgadura, la pintura de una paisaje y a sus lados dos Enrique Grau es un artista polifacético que no sólo ha trabajado diversos procedimientos y variados estilos, sino que, a lo largo de su enorme producción, ha demostrado ser un estudioso de la naturaleza, del mundo de la cultura, en aspectos como la mitología, la historia y, sobre todo, la historia del arte, así como de las costumbres y los comportamientos sociales.

fotografías antiguas de una señora y de un señor que se alcanzan a distinguir preeminentes. Si se observa bien, el cuadro es una vista de la Bahía de Cartagena y los retratados, dos personajes de la Ciudad Heroica. Todo lo que se ve es auténtico y plasmado con fidelidad. El lienzo citado fue pintado por un polonés que vivió en Cartagena en el siglo XIX.

Son innumerables los lienzos en los que aparecen cuadros pintados. Las razones para esto son muy variadas, pero quizás la primera es que muchos artistas piensan que así como la pintura representa los mil aspectos de la naturaleza, también puede reproducir los objetos hechos por el hombre, comenzando por los cuadros. En el caso de El compromiso de Grau hay sin embargo otra razón más puntual: el artista, como los holandeses del siglo XVII, representa el paisaje, los retratos y todos los demás objetos mencionados para caracterizar la vida de quienes los poseen, para señalar la situación económica y cultural de sus propietarios. Hace además referencia al gusto de una sociedad, a las costumbres y modas. El pintor cartagenero es aquí, como en muchos otros trabajos, un verdadero sociólogo visual. Pero no se queda en estos aspectos. También aborda la caracterización psicológica de los personajes, y por eso se comprende con facilidad que el novio es un grandote sin mayor inteligencia y que la joven, que mira con viveza, es mucho más talentosa y perspicaz. Y no falta la observación del comportamiento, de las actitudes, lo mismo que en otras de sus obras importantes.