La fachada edificio de las Empresas Públicas de Medellín. (1994)
Septiembre de 2016
Por :
Luis Javier Villegas B

EDIFICIO INTELIGENTE DE LAS EMPRESAS MUNICIPALES DE MEDELLÍN

Cuando en diciembre las noches de Medellín resplandecen con millares de bombillos multicolores, el edificio inteligente luce airoso sus 124.289 metros cuadrados de construcción y reafirma su papel catalizador en la configuración de un extenso parque administrativo y cultural para la ciudad. El lote de 36 mil metros cuadrados sobre el que se levanta, degradado por el uso tugurial, fue seleccionado en función del impacto esperado sobre el área.

La denominación de "inteligente" le fue dada el edificio, en primer lugar, por la flexibilidad que garantiza su permanencia, el permitir su adaptación a las necesidades de los usuarios y a los cambios tecnológicos y, además, por la seguridad en su funcionamiento habitual y en el control de bienes y personas, por la autonomía de los diversos servicios, así como por la fluidez y abundancia de las comunicaciones. Merecen destacarse la disponibilidad de equipos de computación en cada uno de los 2.800 puestos de trabajo, de un conmutador para diez mil abonados y de 1.300 detectores para el control de acceso.

Dado que el estudio de suelos mostró la existencia de un aluvión no consolidado de gravas arenosas aportadas por el río, se construyó una placa aligerada sobre toda el área del edificio, para prevenir problemas de asentamiento de los elementos estructurales y a la vez responder a las más exigentes normas antisísmicas.

Dibujo del proyecto  del edificio de las Empresas Públicas de Medellín. (1994)

 

Su diseño se constituyó en una innovación arquitectónica, pues proyectó luces de 36 metros, amplitud inusitada en edificios de oficinas. Ello dio lugar a una plaza central totalmente abierta al público, "espacio que por su misma escala es ecuménico, democrático y con grandes posibilidades de uso participativo", como expresó su arquitecto. Allí se encuentran las taquillas y servicios diversos. En los diez pisos superiores, de acceso reservado, se ubican las zonas semipúblicas, como la biblioteca y las oficinas, en espacios funcionales y agradables logrados mediante el uso de módulos flexibles. Separado de la torre principal, al costado noroccidental, se aprecia un cubo de 27 metros de arista, brillante por su acabado en aluminio. Es el edificio del auditorio, con capacidad para 400 personas y dotado de la tecnología más actualizada.

Notable innovación en el medio son las seis torres adosadas al edificio principal, cuatro húmedas, dos al este y dos al oeste, para los sistemas hidráulicos y de aire acondicionado, y las dos torres secas, al sur y al norte, para sistemas eléctricos, electrónicos, de control, de comunicaciones y de seguridad. Con ello se refuerza la autonomía y permanencia de la edificación. Para resolver el reto de una estructura razonable en los pisos superiores, dada la amplitud de la luz, se acudió a cables postensados y a vigas diagonales sometidas a tracción, logrando con ello ventajas económicas y menor tiempo de construcción.

El diseño y su construcción fueron obra de profesionales del país. En la construcción intervinieron numerosas empresas nacionales como adjudicaturas de contratos de precios unitarios. Para la industria regional, y en cierta medida para la de otras regiones del país, la demanda de bienes fue un factor dinamizador. Y el requerimiento de mano de obra seis mil empleos directos- vino como anillo al dedo a la ciudad que venía sufriendo los impactos recesivos de la lucha contra el narcotráfico.

Al decir de un ingeniero, curtido por muchos años en proyectos hidroeléctricos y que participó en la construcción, "lo mejor que le pudo pasar a un ingeniero fue haber trabajado en la construcción del edificio", por su complejidad tecnológica y sus innovaciones. La obra a modo de aula abierta- sirvió a numerosos grupos de profesores y alumnos de todo el país para actualizarse en su disciplina con la visita a esta ventana abierta al futuro.

Cuando en diciembre las noches de Medellín resplandecen con millares de bombillos multicolores, el edificio inteligente luce airoso sus 124.289 metros cuadrados de construcción y reafirma su papel catalizador en la configuración de un extenso parque administrativo y cultural para la ciudad. El lote de 36 mil metros cuadrados sobre el que se levanta, degradado por el uso tugurial, fue seleccionado en función del impacto esperado sobre el área.

La denominación de "inteligente" le fue dada el edificio, en primer lugar, por la flexibilidad que garantiza su permanencia, el permitir su adaptación a las necesidades de los usuarios y a los cambios tecnológicos y, además, por la seguridad en su funcionamiento habitual y en el control de bienes y personas, por la autonomía de los diversos servicios, así como por la fluidez y abundancia de las comunicaciones. Merecen destacarse la disponibilidad de equipos de computación en cada uno de los 2.800 puestos de trabajo, de un conmutador para diez mil abonados y de 1.300 detectores para el control de acceso.

Dado que el estudio de suelos mostró la existencia de un aluvión no consolidado de gravas arenosas aportadas por el río, se construyó una placa aligerada sobre toda el área del edificio, para prevenir problemas de asentamiento de los elementos estructurales y a la vez responder a las más exigentes normas antisísmicas.

Su diseño se constituyó en una innovación arquitectónica, pues proyectó luces de 36 metros, amplitud inusitada en edificios de oficinas. Ello dio lugar a una plaza central totalmente abierta al público, "espacio que por su misma escala es ecuménico, democrático y con grandes posibilidades de uso participativo", como expresó su arquitecto. Allí se encuentran las taquillas y servicios diversos. En los diez pisos superiores, de acceso reservado, se ubican las zonas semipúblicas, como la biblioteca y las oficinas, en espacios funcionales y agradables logrados mediante el uso de módulos flexibles. Separado de la torre principal, al costado noroccidental, se aprecia un cubo de 27 metros de arista, brillante por su acabado en aluminio. Es el edificio del auditorio, con capacidad para 400 personas y dotado de la tecnología más actualizada.

Notable innovación en el medio son las seis torres adosadas al edificio principal, cuatro húmedas, dos al este y dos al oeste, para los sistemas hidráulicos y de aire acondicionado, y las dos torres secas, al sur y al norte, para sistemas eléctricos, electrónicos, de control, de comunicaciones y de seguridad. Con ello se refuerza la autonomía y permanencia de la edificación. Para resolver el reto de una estructura razonable en los pisos superiores, dada la amplitud de la luz, se acudió a cables postensados y a vigas diagonales sometidas a tracción, logrando con ello ventajas económicas y menor tiempo de construcción.

El diseño y su construcción fueron obra de profesionales del país. En la construcción intervinieron numerosas empresas nacionales como adjudicaturas de contratos de precios unitarios. Para la industria regional, y en cierta medida para la de otras regiones del país, la demanda de bienes fue un factor dinamizador. Y el requerimiento de mano de obra seis mil empleos directos- vino como anillo al dedo a la ciudad que venía sufriendo los impactos recesivos de la lucha contra el narcotráfico.

Al decir de un ingeniero, curtido por muchos años en proyectos hidroeléctricos y que participó en la construcción, "lo mejor que le pudo pasar a un ingeniero fue haber trabajado en la construcción del edificio", por su complejidad tecnológica y sus innovaciones. La obra a modo de aula abierta- sirvió a numerosos grupos de profesores y alumnos de todo el país para actualizarse en su disciplina con la visita a esta ventana abierta al futuro.