"Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez. Buenos Aires: Sudamericana. 1967
Septiembre de 2016
Por :
Montserrat Ordóñez

CIEN AÑOS DE SOLEDAD

Cien años de soledad fue la novela que leímos sin respirar en 1967, un auténtico fenómeno literario y editorial que nuestra generación ha visto convertirse en clásico de la literatura y llegar con éxito cierto a las culturas más inesperadas en todo el mundo. Su autor llevaba dos décadas incubando y escribiendo sobre el mundo de Macondo, pero es esta fecha la que cambia toda la historia literaria de Colombia y América Latina, y por supuesto la historia personal de Gabriel García Márquez. El libro se escribe en México y se publica en Buenos Aires, en la Editorial Sudamericana. La primera edición se agota inmediatamente, para sorpresa de autor y editores, y a partir de ese momento se disparan las reediciones y traducciones y García Márquez se convierte en una figura pública. De ser un autor de la costa de Colombia pasa a ser el gran autor nacional, y solo quince años después, en 1982, el Premio Nobel lo consagra como uno de los grandes escritores del siglo XX.

En Cien años de soledad García Márquez logra darle la vuelta de tuerca definitiva a la literatura colombiana del momento, escribe la obra más importante del boom de la literatura latinoamericana y crea un mundo que por mucho tiempo seguirá aturdiéndonos e inquietándonos. Es la historia de Macondo y de la familia Buendía, la historia de un pueblo de la costa norte de Colombia, desde su fundación y desarrollo hasta su deterioro y destrucción final. La violencia con explicación o sin ella, las guerras con sentido o sin él, las masacres, todo termina en el viento final que arrasa la ciudad de los espejos. Cien años de soledad es una obra construida con precisión, por un genio de la narrativa que teje personajes y motivos con una habilidad deslumbrante. La novela lo toca todo sin acabar de resolverlo, y en esto reside su mayor fascinación: no hay espacios en donde no podamos encontrarnos.

Como predice el título, los grandes temas son el tiempo y la soledad, una soledad sin definición, o con miles de definiciones, cuya clave está en el ensimismamiento y el incesto de los Buendía. Pero hay mucho más en la obra, como el humor, la historia oral y la cultura popular. Y por supuesto, la presencia del realismo mágico como estética específica de creación artística y revisión de realidades latinoamericanas. Poco sabía García Márquez, sin embargo, que el realismo mágico iba a convertirse luego en una peste, digna de las muchas pestes de la novela, como la del olvido, la del banano o la de la violencia.

Releer y reescribir el mundo de Macondo ha sido una tarea que nadie ha podido eludir. Ni siquiera el propio autor, que en el discurso de aceptación del Premio Nobel quiere darle otra oportunidad a las estirpes condenadas a cien años de soledad, para que tengan una segunda oportunidad sobre la tierra. En la obra, la oportunidad la tienen los que logran salir de Macondo, siguiendo los consejos del sabio catalán, y la tuvo ese Gabriel ficticio en las últimas páginas de la novela, cuando se gana un concurso para ir a París y se va sin saber que su amigo Aureliano un día descifrará los manuscritos de Melquíades. Generaciones de José Arcadios y Aurelianos, mujeres como Ursula, Pilar Ternera, Petra Cotes y Remedios la Bella, y tantos otros personajes y situaciones inolvidables, son parte ya de lo que somos, así lo veamos con distancia, con resistencia o todavía alucinados. Las generaciones futuras tendrán que preguntarse por esos lectores contemporáneos de Cien años de soledad, que nos creemos en Macondo sin haber podido definirlo ni entenderlo ni cambiarlo. Jugando a los pescaditos de oro.