Patio en la Casa de Huéspedes Ilustres
Septiembre de 2016
Por :
Alberto Saldarriaga Roa

CASA DE HUÉSPEDES ILUSTRES EN CARTAGENA: ROGELIO SALMONA

El proyecto de la Casa del Fuerte del Manzanillo, conocida también como Casa de Huéspedes Ilustres, realizada entre 1978 y 1981, se ubica en un momento especial dentro de la obra de Rogelio Salmona. En él se consolidan ideas esbozadas en obras anteriores y se definen líneas de trabajo que serán desarrolladas en obras posteriores. El patio como tema de composición de la casa es quizá lo que más atrae a primera vista, pero existen otros intereses espaciales expresados previamente por Salmona en sus escritos y conferencias. Su interés por la arquitectura prehispánica, por la arquitectura mudéjar y por el urbanismo y la arquitectura de la Colonia, se advierte claramente en este proyecto, sin ningún tipo de referencia directa o de sentido imitativo.

La casa, distinguida con el Premio Nacional de Arquitectura en 1986 y el Premio Taller América otorgado en la VII Bienal de Arquitectura de Chile a la mejor obra de arquitectura latinoamericana, forma un conjunto con el Fuerte de Manzanillo, una de las fortificaciones que protegieron la bahía de Cartagena durante el régimen colonial, la cual fué restaurada por el arquitecto Germán Téllez Castañeda. El trazado de la Casa se basa en un sistema de ejes de circulación y patios, cada uno de ellos dotado de un carácter especial. Dos de esos patios, especialmente importantes, están rodeados por las principales dependencias. Otros de menor tamaño rematan los ejes de circulación y complementan algunos de los espacios privados. La disposición funcional es sencilla y responde claramente a las demandas de una vivienda que puede alojar muchas personas a la vez, sin perder el carácter y la escala doméstica de los espacios.

En este proyecto, más que en cualquiera de los anteriores, desarrolla Salmona secuencias espaciales de recorridos y visuales sutilmente entretejidos. A la traza ortogonal de la planta se superpone un red de diagonales originadas en la ruptura de las esquinas de los patios y efectivas como líneas de visión que atraviesan distintos espacios. La combinación de las largas perspectivas de los corredores --que rematan en la vista a la bahía y la ciudad --y las perspectivas diagonales, hace parte de la multiplicidad de percepciones espaciales, matizadas con la textura y la sombra de la vegetación y con la tenue sonoridad de los hilos de agua que recorren los patios.

La arquitectura de la casa es de especial sobriedad: muros en sólida mampostería de piedra coralina, cubiertas abovedadas y pisos en ladrillo. La casa no tiene una imagen exterior y se fusiona con el lugar, al punto de casi desaparecer. Su mundo es interior, a la vez apacible y emocionante. Salmona confía plenamente en la luz y maneja diestramente las penumbras y los acentos luminosos que enriquecen las texturas de los muros y avivan los colores de la vegetación. Lo previsible y lo circunstancial se reúnen aquí en momentos de feliz coincidencia.