Un albergue para el arte

La Morada Rosada es una casona en Honda (Tolima) que, poco a poco, se convierte en un dinámico centro cultural para ese bello pueblo.

La escritura de 1939, que es la más antigua examinada hasta el momento por Lina Restrepo, dueña de la casa —en una investigación que está en curso y que, con toda seguridad, desenterrará más secretos en torno a este enclave en el barrio histórico de Honda, en Tolima—, daba cuenta de otra propietaria. Una que, en ese entonces, tenía una inclinación similar a la suya por los oficios manuales, así como por el arte. Lina se sintió identificada; acompañada, de alguna manera.

Administradora de empresas pero con inquietudes profundas por el bienestar, el medioambiente y la cultura, Restrepo llegó a Honda hace 13 años en busca de “una vida tranquila, conectada con la naturaleza y de ritmos más lentos”, dice y añade: “siento que los pueblos ofrecen dinámicas de vida distintas de las del afán y la productividad en la ciudad. Además, soy una enamorada de la historia y una nostálgica de las formas antiguas de vivir”.

Cuando compró esta casona de fachada rosa y 800 metros cuadrados de áreas interiores, floreció un propósito en el camino de Restrepo, una misión personal que no era solamente la de habitar el inmueble y restaurarlo —de manera gradual, claro está, por lo coloso de la tarea—: estaba, también, ante una oportunidad para dejar huellas positivas, tanto en la comunidad que la había acogido con cariño como en el entorno ambiental del pueblo, rebosante de biodiversidad. Así nació La Morada Rosada, allí, en uno de los rincones más cálidos de los Andes colombianos.

Fotos cortesía: La morada rosada. 

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