Colombia

*Artículo publicado originalmente en diciembre del 2021. 

DESDE FINALES del siglo XX, en las grandes ciudades del mundo se empezó a plantear cómo conseguir alimentos de forma que se eliminara la dependencia de los sistemas de producción que siempre habían estado ligados al campo. En ese contexto, surgió la práctica de producir cultivos en casas y barrios urbanos, así como –aunque en menor medida– tener animales para el consumo personal o el comercio.

 

*Artículo publicado en la edición impresa de junio de 2021.

HASTA EL ADVENIMIENTO del Romanticismo, la sola idea de revivir el pasado era cosa impensable. Al primero que se le ocurrió hacerlo fue a un alemán llamado Carl Zelter (1758-1832), gran amigo de Goethe, que resolvió exhumar la obra de Johann Sebastian Bach, un compositor virtualmente desconocido, de quien se sabía que había sido un gran organista y una autoridad en contrapunto y armonía.

*Artículo publicado en la edición impresa de noviembre de 2021.

*Artículo publicado originalemente en la edición impresa de marzo de 2020. 
 

*Artículo publicado originalmente en la edición de diciembre del 2021

DANIEL YERGIN, reconocido experto en temas energéticos, señaló en la revista The Atlantic que la empresa North Face se negó a fabricar 400 chaquetas para una empresa de servicios petroleros en Texas, aduciendo que sus políticas de sostenibilidad ambiental se lo impedían. Lo que olvidó la empresa de ropa para exteriores North Face es que el 90 % de los materiales que utiliza en la fabricación de sus chaquetas y de la mayoría de sus productos son derivados del petróleo y del gas natural, a través de un proceso petroquímico.

ANTES DE INICIAR la pandemia, mi familia y yo éramos asiduos comensales de uno de los tesoros gastronómicos del barrio Quinta Camacho, en Bogotá: el restaurante Il Mercatino. Nos encantó desde el principio por su ambiente, su cercanía humana y por su exquisita comida italiana, precisamente de Cerdeña.

MARIAN Geraldine Maglioni Sánchez es venezolana y curiosa, una flaca de pelo largo que ríe con timidez. Llegó a Colombia en enero del 2018 junto a sus tres hijos: Yérika, de tres años; Julieth, de siete; y el mayor, Byron, de nueve. Ella tiene 31. Actualmente viven todos en un asentamiento en Cúcuta donde los alambres de púas besan el polvo que se levanta a diario desde sus calles de tierra. Aquí las viviendas son de ladrillo crudo y techos de zinc, también de madera y de lonas gruesas que se amarran a unas estacas por donde el viento entra duro en las noches.