Colombia

En 1986 yo vivía perfectamente enamorada de la vida. Daba gracias por cada nuevo amanecer que me permitía experimentar lo bueno y lo no tan bueno. Para mí fue un año de gran creación. A nivel personal, tenía lugar la consolidación de mi familia, y a nivel empresarial la de una fuerza que, unida, nos iba a llevar a donde estamos hoy en día. Porque así crecimos: unidos en esfuerzo, en trabajo y en propósito.

Ahora lo sé: el cerebro trabaja más al servicio del olvido que en pro de la memoria. Por fortuna. Pero también sé que algunos de los momentos y algunas de las imágenes que se empeña en guardar le dan sentido al pasado. Por eso, quizás, cuando miro al 86, en la efervescencia de los veinte, lo primero que se me viene a la cabeza es un libro, un poema y una página en rojo. A la postre, casi todo lo demás podría no haber sucedido.

 

En 1986 estaba yo en el Deportivo Cali. Tenía 25 años en esa época y estaba jugando bien chévere, bien bacano en ese equipo. Lo viví con alegría, aprendí y me enamoré de la hinchada del Cali, y de esa linda ciudad. Conocí mucha gente buena con la que aún tenemos amistad.

 

La década de los 80 será recordada por sus excesos de energía en la música, el cine y, desde luego, en la moda. Para nuestro país fue una de las más violentas décadas de su historia.

 

LOS LIBROS marcaron la historia del siglo XX. Ya sea como un vehículo de conocimiento, de entretenimiento o de debate, han estado siempre presentes, buscando un espacio propio en una industria en donde se encuentran la cultura y el mercado.

 

 

El Binomio de Oro se fundó en 1976, pero aún hoy es tan relevante que Claro Música lo reconoció como agrupación campeona en streaming de vallenato. ¿La tradición sigue siendo valorada?

HACE ALGUNAS semanas fui invitado por Christine Bracht, creadora de The Rose Tea Rooms, a pasar una tarde de té y de alta pastelería al estilo más tradicional inglés en su salón de té en pleno corazón del barrio Quinta Camacho, en Bogotá.