Obregón

La última vez que vi a Alejandro Obregón en su casa de Cartagena me impresionó el modo como irradiaba a medida que iba envejeciendo, con una intensidad animal extraordinaria, desde un poderoso centro de gravedad. No es posible siempre hacer diáfana la obra de un hombre remitiéndose a su figura. Pero es inevitable contar con la presencia física de Obregón para referirse a su trabajo.