Nieves

CONSUELO LAGO sabe distinguir los pinceles finos de los ordinarios. Le basta una mirada para reconocerlos. No necesita tocarlos. De hecho, odia tocarlos. Es como si fuera profano hacerlo. Y si acaso el vendedor del lugar donde los compra toma alguno para mostrárselo, lo descarta de inmediato. De inmediato. Usa marcadores para delinear y tinta china para rellenar. “Tiene que ser tinta china de verdad”, repite. Y negra, por supuesto. Como Nieves.