diciembre
SI DE OBRAS sobre la Navidad se trata, habría que empezar esta historia con el Oratorio que Johann Sebastian Bach escribió para la de 1734. Luego, seguir con el Mesías, tan no exclusivamente navideño que su estreno ocurrió en abril de 1742. Se debería continuar con La infancia de Cristo, que su autor, Hector Berlioz, estrenó en diciembre de 1854 y que, como pasa con tantas obras maestras del genial compositor francés, raramente se interpreta.
De vez en cuando me pregunto si no deberíamos hacer la Novena de Aguinaldos. Por supuesto, no me lo pregunto en marzo, ni en junio, ni en septiembre, porque aún no pierdo el control de mí mismo. Se me viene a la cabeza la posibilidad de rezarla en aquellas nueve noches de diciembre, del 16 al 24, en las que solía rezarse –cuando mis papás, mi hermano y yo éramos niños– con la ilusión inmadura de morirse de la risa siempre que llegara la frase “padre putativo de Jesús…”. Tenía su gracia la Novena colonial, arcaica, de la infancia.