Carolina Sanín

Hay un público invitado, entre el que se destacan —porque la cámara las enfoca insistentemente— varias reinas de belleza con la corona puesta y la sonrisa congelada (salvo cuando oyen un chiste que ridiculiza a las mujeres: entonces, para complacer con entusiasmo, la sonrisa se les convierte en risa suelta). Hay un jurado conformado por personas que son jueces de humor por algún recóndito motivo. Los maestros de ceremonia son una pareja, hombre y mujer, que repiten sosamente fórmulas sosas.