Los demonios de da Vinci

En una esquina de Los Ángeles, en Estados Unidos, con un sándwich de mozzarella, pesto y rúgula entre las manos, y de vez en cuando también en la boca, vistiendo unos jeans rotos, unos botines planos todos desjetados, la actriz Carolina Guerra habla por celular y cuenta que se quiere tragar el mundo.Acaba de salir de los estudios Sony, en esta nueva rutina a la que se lanzó recientemente para buscar nuevas oportunidades profesionales.