Orquesta la 33

VAMOS A escuchar un fragmento de una canción. Pero ojo: a escucharlo de verdad, en vez de oírlo, pues no haremos únicamente –como indica la Real Academia de la Lengua– eso de “percibir con el oído los sonidos”. Tampoco lo bailaremos, aunque cada célula de nuestro cuerpo desee sumarse al jolgorio.
 

Vamos a escuchar un fragmento de una canción. Pero ojo: a escucharlo de verdad, en vez de oírlo, pues no haremos únicamente –como indica la Real Academia de la Lengua– eso de “percibir con el oído los sonidos”. Tampoco lo bailaremos, aunque cada célula de nuestro cuerpo desee sumarse al jolgorio. Lástima, pues el tema logra arrancar a la gente de sus sillas y empujarla a la pista de baile. No. En cambio, pondremos atención a la cascada de códigos que nos saltan encima durante los primeros segundos de la pieza.