Cortesía | Sebastián Ruiz
12 de Septiembre de 2016
Por:
Catalina Barrera

El escritor caldense Octavio Escobar consiguió, con su libro ‘Después y Antes de Dios’, el Premio Nacional de Novela 2016 que entrega el Ministerio de Cultura. 

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Octavio Escobar: “Hay que evitar la tentación del folclor literario”

‘Después y Antes de Dios’ fue escrita entre 2010 y 2014 y está inspirada en dos hechos ocurridos en Manizales. El primero, con una mujer de alta sociedad que asesinó a su madre y se quedó velándola por algunos días antes de huir. El segundo, con la historia de un sacerdote, aclamado en la burguesía de la ciudad, que creó una supuesta pirámide para obras sociales. El escritor, que también fue galardonado con el Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Babastro en España, habló con Revista Credencial.

 

Estudió medicina pero, ¿cuál fue su primer acercamiento con la literatura como escritor, no como lector?

 

Fue en el bachillerato, en un periódico estudiantil que se llamaba "Antorcha Juvenil". Escribí sobre problemas del colegio y algún cuento del que por fortuna no debe quedar memoria.

 

Su obra ‘Después y antes de Dios’ usa muchos códigos del género negro. ¿Por qué decide llevarla por este camino?

 

Porque es una forma literaria reconocida y apetecida por los lectores. Yo quería contar una historia que es, de entrada, truculenta, y el género negro convive con este tipo de temas y consigue hacer crítica social a través de ellos. Me parece un vehículo muy apropiado para narrar la realidad colombiana.

 

¿Cuál es el reto para quien escribe y describe la cultura popular colombiana?

 

No dejarse llevar por la caricatura. Mostrar lo que somos sin perder de vista que el lector busca algo más que el calco de la realidad. Lo que decimos y cómo lo decimos tiene mucho valor, pero hay que evitar la tentación de caer en una especie de folclor literario.

 

En su obra se habla de fe, tradicionalismo, religión y familia. ¿Cuáles cree que son los principales problemas de Colombia en cada uno de estos aspectos?

 

La fe es una decisión personal. Cuando se pretende que los demás vivan de acuerdo con la fe, se está imponiendo una visión de mundo que no tiene por qué ser aceptada. Las tradiciones, la religión y la familia deben ser respetadas, pero no deben ser disculpa para imponer la voluntad a otros. 

 

¿Cómo logra en esta novela que las situaciones exageradas sean creíbles?

 

Siendo lo más verosímil que me es posible y haciendo una narración en primera persona, que es, por definición, una narración subjetiva, que el lector acepta porque quiere.

 

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¿Cuál es para usted el significado de la fe?

 

El diccionario registra "creencia". Prefiero no ir más allá.

 

¿Cómo llegaron a usted las anécdotas que le sirvieron como inspiración de la novela?

 

A través de la chismografía local y los periódicos. Una mujer de la alta burguesía manizaleña mata y vela a su madre; un sacerdote edifica una pirámide para estafar a sus feligreses. Las versiones se multiplican, se contradicen. Dos historias de las que todos, también yo, me serví muy liberalmente, dejando a la imaginación jugar con los destinos de sus protagonistas, son el germen de ‘Después y antes de Dios’.

¿Cuál cree que es el reto de un escritor para ser buen novelista?

 

Encontrar el narrador y el tono para una historia que tiene que defenderse por sí misma. Disponer los recursos que hagan que el lector quiera pasar los días en las páginas de la novela, incluso volver a visitarlas mucho tiempo después de abandonarlas.