Archivo Particular
2 de Febrero de 2018
Por:
María José Arboleda*

La seguda temporada de American Crime Story, que se estrenó hace poco en Netflix, está dedicada al asesinato de Gianni Versace. Las creaciones del diseñador italiano continúan inspirando a los herederos de un legado que se niega a desaparecer.

Gianni Versace, lujo y provocación

El 15 de julio de 1997, la moda se vistió de luto. En la mañana de ese martes, el diseñador italiano Gianni Versace fue asesinado a la entrada de su mansión, en South Beach (Miami, EE. UU.), cuando regresaba de un corto paseo para comprar revistas. Tenía 50 años y era dueño de uno de los más grandes imperios de alta costura del mundo. Su legado quedó en manos de su sobrina, Allegra, y sus hermanos, Donatella y Santo Versace.

 

En 1978, Gianni fundó su casa de moda en Milán y lanzó su primera colección: Gianni Versace Donna. Con la inauguración de una fastuosa boutique en el medio de Via Della Spiga, una de las calles más sofisticadas de la ciudad, se posicionó como un diseñador de lujo en la capital de la región de Lombardía. Desde entonces, el culto al cuerpo y la exploración de la sensualidad femenina fue determinante en la creación de la identidad de una marca, que hoy ─dos décadas después de la muerte de su fundador─ sigue contando la misma historia: lujo y provocación.

 

Gianni Versace construyó un imperio que se nutrió siempre de la estética de una mujer atractiva, segura y poderosa. Desde sus inicios, se le adjudicó a su hermana, Donatella, el papel de musa inspiradora de sus creaciones. De hecho, tras la muerte del diseñador, ha sido ella quien ha mantenido vivo su legado como directora creativa.

 

Más allá de las pasarelas

 

Una de las pasiones de Versace era el ballet. Por eso, dedicó parte de su tiempo a diseñar el vestuario de obras que se presentaban en el teatro La Scala de Milán, y apoyó óperas como Don Pasquale, de Donizetti (1984), Salomé, de Bob Wilson (1987) y Doctor Fausto, de Busoni (1989). Tal vez fue esta experiencia la que le dio un gran conocimiento de la silueta femenina y perfeccionó su confección de prendas ceñidas para enaltecerla. De ahí que llamar la atención sea un efecto asegurado al lucir un traje Versace. Cada una de sus prendas están diseñadas para ser el centro de atención, y para gritar “¡aquí estoy!”

 

Pero la relación del italiano con el espectáculo sobrepasó las tablas cuando la estrella británica Elton John lo eligió para diseñar y confeccionar todo su vestuario para la carátula del álbum The One y para su respectiva gira de 1992. Desde entonces se convirtieron en grandes amigos.

 

Modelos no, supermodelos

 

Además de diseños, estilo y alta costura, el italiano le legó a las pasarelas el fenómeno de las supermodelos, cuando en la presentación de su colección Otoño/Invierno (1991/1992), desfilaron solo las Top Models del momento. Desde ese día, íconos como Naomi Campbell y Christy Turlington, que caminaron de la mano de Gianni Versace, se convirtieron en embajadoras naturales de su marca.

 

Incluso, se “culpa” a Versace de haber sido uno de los mayores promotores del incremento de tarifas de las modelos de la época. Ya en décadas anteriores algunos nombres, como Twiggy o Jerry Hall, eran reconocidos y bien remunerados, pero lo que ocurrió en la década de los noventa sobrepasó cualquier expectativa. ‘La Trinidad’, como se le bautizó al trío de supermodelos, Naomi Campbell, Christy Turlington y Linda Evangelista, las favoritas de Versace, selló la historia. El italiano le pagaba un bono extra a cada una para que solo desfilaran para su marca. Quería absoluta exclusividad durante las semanas de la moda, y ser el único con las top en escena.

 

Una perfecta radiografía de la influencia que ejerció el diseñador en el comportamiento de las modelos es la respuesta que dio la canadiense Linda Evangelista en una entrevista en 1991: “Christy (Turlington) y yo no nos despertamos por menos de US$ 10.000”. Y así era. Todas las marcas las querían, hombres y mujeres las deseaban, e incluso las celebridades del cine, que antes eran las musas de diseñadores, querían parecerse a ellas.

 

Además de ‘La Trinidad’, hacían parte del podio estelar Claudia Schiffer y Cindy Crawford. La primera, rubia alemana y musa de Karl Lagerfed. La segunda, el lunar más famoso del mundo, tenía esa cualidad única de ser “la chica americana soñada”, como lo fueron Judy Garland, Marilyn Monroe y Jackie Kennedy, y al mismo tiempo representar ese lujo y elegancia que las marcas buscaban. Precisamente eso es lo que adoraba Gianni Versace: tener a las mujeres más deseadas del planeta, las más costosas, solo para él.

 

 

Los inolvidables

 

La personalidad de la compañía Versace continúa siendo custodiada por creaciones especiales, que han dejado una huella en la historia de la moda. Como la portada de la revista Harper’s Bazaar, de noviembre de 1991, en la que la Princesa de Gales ─una de las musas del italiano─ luce despampanante un vestido diseñado exclusivamente para ella. Este traje, que fue hace unos años subastado, tiene en sus fibras la vida de Gianni y Diana, dos celebridades que fallecieron de manera inesperada en el mismo año, 1997.

 

Otro emblemático con la firma de Versace es el vestido que usó en 1994 la inglesa Elizabeth Hurley durante el estreno de la película Cuatro matrimonios y un funeral, protagonizada por su novio de entonces Hugh Grant. Este traje negro, sostenido sobre el escultural cuerpo de la actriz únicamente por ganchos de nodriza, marcó su vida. En una entrevista que le otorgó a The Telegraph, en enero de 2016, Liz Hurley ─quien ha aceptado que desde su aparición con ese vestido fue catalogada como una de las mujeres más sexis del mundo─ dijo: “Habría podido forjar una carrera como una actriz más seria si no hubiera usado ese infame vestido. Tal vez habría podido unirme al Teatro Nacional y haberme convertido en una actriz mucho más valiosa”. Esas especulaciones nunca podrán ser verificadas, pero lo cierto es que ese vestido, que poco dejaba a la imaginación, fue uno de los trofeos andantes de la estética Versace.

 

Otro traje que hizo historia, y se encuentra en el Museo de la Moda de Bath, es el que lució Jennifer López en la entrega número 42 de los Premios Grammy en el año 2000. Esta creación ya provino de las manos de Donatella Versace, y es todavía uno de los referentes de la marca. Una bata de seda verde, con un escote prominente que llegaba hasta el ombligo de JLo, paralizó la alfombra roja y es considerado uno de los vestidos más importantes que ha pasado por Hollywood. Imágenes de López en el vestido verde fueron descargadas 642.917 veces de la página web de los Grammy en 24 horas. Tal vez por eso la cantante decidió repetir atuendo en 2014 en uno de sus conciertos, con unos ligeros ajustes, para generar el mismo impacto. Los medios no dejaron de hablar de ella y de su vestido por una semana entera.

 

El grupo de la medusa

 

Andrew Cunanan, un asesino en serie originario de California, acabó con la vida de cuatro personas antes de llegar al suntuoso portón de la mansión Versace. En una mañana despejada de julio le propinó al italiano dos disparos en la cabeza, lo que provocó su muerte inmediata. Ocho días después terminó con su vida al utilizar la misma pistola con la que le disparó a Gianni Versace. Todavía es un misterio el motivo de este brutal asesinato. Siguen las especulaciones, por lo que el crimen fue elegido como el tema central de la nueva temporada de la serie American Crime Story, ya reconocida por rememorar el caso de OJ. Simpson.

 

Luego de cremar los restos de Versace y llevarlos de vuelta a Italia, para sepultarlos en una villa de la familia cerca al lago di Como, su testamento fue publicado: el 50% de su empresa era para su sobrina Allegra (hija de Donatella, y su adoración), quien tomaría posesión de su herencia cuando cumpliera 18 años; el 30% lo recibiría su hermano Santo, y el 20% restante era para la rubia diseñadora, quien ya era responsable del área de accesorios. Como era de esperarse, hubo roces y dificultades para obedecer la voluntad del difunto, pero Donatella ya conocía el campo creativo y Santo se dedicaba a las finanzas, lo que resolvió naturalmente la asignación de papeles. Allegra, quien en ese entonces tenía 11 años, ahora con 30, ya participa desde la barrera en las decisiones que se toman en la corporación. Siempre quiso ser actriz, pero el destino la devolvió al campo de la moda. Ha preferido trabajar para otros diseñadores, porque ─como le contó al diario La Repubblica de Italia─ prefiere pasar desapercibida y disfrutar del anonimato. Paralelamente, ha apoyado el papel de su madre como directora creativa de la marca. Sobre su tío recuerda que era un explorador constante de la belleza extrema y el lujo, y que con él pasó los mejores momentos de su infancia.

 

Actualmente el Grupo Versace produce y distribuye moda a través de más de 200 boutiques propias y en más de 1.500 mayoristas alrededor del mundo. Su portafolio incluye productos de alta costura, prèt-à-porter, accesorios, joyería, relojes, gafas, fragancias y objetos para el hogar, todo amparado por el distintivo logo de la Medusa.

 

Dentro de las celebridades que prefieren a Versace para sus eventos especiales, principalmente de alfombra roja, están Lady Gaga, Jennifer López, Demi Moore, Madonna, Kate Hudson, Beyoncé, Halle Berry y Angelina Jolie, entre otras. Todas son mujeres despampanantes, que no temen mostrar su cuerpo y darle protagonismo a su caminar. Y es que Donatella Versace ha logrado mantener intacta la esencia de la marca, como también la idea clara del tipo de mujer que inspira sus diseños: una  como ella.

 

 

*Editora del blog de moda lamaja.co

*Publicado en la edición impresa de julio de 2017.