Foto: John Stanmeyer / National Geographic
26 de Febrero de 2018
Por:
Ana Catalina Baldrich

Hace cinco años el periodista Paul Salopek decidió disminuir el ritmo frenético de la reportería de guerra y caminar la ruta que los primeros humanos emprendieron para poblar el planeta. Desde su posición actual nos contó cómo se desarrolla esta aventura que empezó en Etiopía y planea terminar en 2020 en Tierra del Fuego.

El nómada del milenio

Una muda de ropa, una computadora portátil, una cámara fotográfica y una botella para el agua. Sin misterios, el periodista y explorador de National Geographic Paul Salopek empacó su mochila y emprendió en 2013 un viaje a pie que le tomará más de siete años y con el que busca frenar su vida para observar al mundo más de cerca.

Salopek es un reportero experimentado. Su trabajo ha sido publicado en National Geographic, Chicago Tribune y The Best American Travel Writing, entre otros medios escritos. Y con el cubrimiento de conflictos en África, Oriente Medio, Asia Central y América Latina, y de temas como la producción de petróleo y la pesca excesiva, ha conseguido varios reconocimientos, incluidos dos premios Pulitzer.

Sin embargo, considera que aún puede convertirse en un mejor escritor. Desde algún lugar de Asia Central, cuenta que uno de los objetivos del viaje es precisamente “la calidad de las palabras”.

Hacer un alto en el camino y dejar a un lado la cotidianidad puede ser para muchos un gran paréntesis en la vida, pero para él esto no es nada diferente de lo que ha hecho durante más de 20 años. Siempre ha usado su cuerpo para profundizar en las historias. Ha trabajado en una estación petrolera en Chicago, navegado en canoa por el río Congo y cabalgado a través del Hindú Kush.

Por eso afirma –en uno de los varios correos que intercambiamos para esta entrevista– que su familia no se sorprendió cuando les contó a lo que se dedicaría durante siete años. Simplemente, dejando a un lado su lengua materna, le dijeron en español: “Vaya con Dios”.

Un deseo que se sumó a una férrea promesa personal: durante la travesía, solo caminaría por donde fuera recibido como un invitado. “No entro en los países a menos que me inviten. He estado en la cárcel antes por hacer mi trabajo siendo periodista”.

 

El proyecto 

El californiano Paul Salopek tenía seis años cuando sus padres decidieron mudarse a México. Algo que ha mantenido al periodista viajando “a través de las culturas ‘de los otros’ desde entonces”.

¿Cómo nació la idea de realizar este proyecto?

Sería simple decir que empezó con “X”. De hecho, probablemente se fue gestando durante toda mi vida.

Aunque reconoce que intelectualmente el ejercicio diario de su trabajo fue el que le dio el impulso necesario para tomar la decisión. “Comenzó al constatar que mi trabajo iba agregando más información en el debate común sobre los eventos actuales, pero probablemente no estaba agregando suficiente información. Entonces decidí frenarme y buscar el significado”. “Decidí caminar”.

Pero, ¿por qué hacerlo en la ruta de migración de los antepasados?

Me pregunté qué hilo narrativo podría juntar a todas las historias mundiales más importantes: guerra, pobreza, tecnología, medio ambiente, política, migración, cambio climático, raza, arte, urbanismo, etc. Se me ocurrió la idea de un camino común: nos guste o no, estamos caminando juntos en el desafío del siglo XXI.

Así que, bueno, pensé que esto será una historia de búsqueda. ¿Y cuál es la misión más antigua y más formativa de todas?, ¿aquella que todos compartimos? En algún punto del Pleistoceno nuestros ancestros descubrieron un mundo desconocido. Regrese lo suficientemente atrás en el árbol genealógico de todo el mundo y algún ancestro caminó una parte de este viaje.

 

La ruta

La marcha inició en Herto Bouri, una formación geológica de Etiopía (África) donde se han encontrado los fósiles de Homo Sapiens más antiguos (alrededor de 160.000 años) de los que se tenga conocimiento.

¿La ruta sigue fielmente los pasos de los antepasados?

Los científicos no dicen que en la Edad de Piedra hubo una sola ruta lineal de migración fuera de África que cruce todo el mundo. Nos irradiaban desde África, lo que significa que caminábamos hacia todas las direcciones en el horizonte. También nos detuvimos y morimos. La conquista humana del planeta también tuvo reveses. Hay migraciones inversas de vuelta a África. Fue caótico, sin ningún plan. El destino no se había inventado todavía. Lo cual es maravilloso para mí.

Tengo que empezar en África, nuestro continente de origen, y terminar en Tierra del Fuego, el último lugar del continente ocupado por el Homo Sapiens. Pero puedo ir casi a cualquier lugar en el medio.

¿Por dónde no ha podido caminar?

No pude caminar a través de Yemen, ni de Siria, y por las tensas relaciones con Irán, me cerraron la puerta. He enfrentado obstáculos tal y como lo hicieron nuestros ancestros, pero los míos son los imaginarios llamados fronteras.

¿Qué pasa cuando encuentra esas fronteras cerradas?

Improviso. Pivoteo. Camino hacia otra parte si no soy deseado. Eso se convierte en parte de la historia.

Hay momentos en los que incluso el mar es un peligro. ¿Qué medidas de seguridad tomó frente a la posibilidad de la aparición de piratas en el mar Rojo?

Estuve varado por seis semanas en Yibuti porque ninguna embarcación quería arriesgarse a llevar a un pasajero por el problema de la piratería. Finalmente, un barco sirio me aceptó a bordo. En realidad no era por el peligro físico, la posibilidad de ser atacados por piratas realmente era muy pequeña. Es un problema de responsabilidad legal, los capitanes no querían el dolor de cabeza de ser legalmente responsables. Lo que me hace recordar un viejo chiste: “¿Cómo llamas a 5.000 abogados en el fondo del océano?... Un buen comienzo”. Solo bromeo, algunos de mis mejores amigos son abogados.

A Salopek no le dieron visa de ingreso a Irán ni a Sudán. Tuvo que bordearlos. Se ha visto obligado a cambiar el paso de sus pies por el recorrido en medios mecánicos cuando su seguridad no ha estado garantizada. “Tuve que tomar el ferry en Chipre y en Turquía por la guerra en Siria. Y una vez tuve que poner mi mula de carga en un camión y transportarla por 250 kilómetros después de ser emboscado por hombres armados en una zona tensa de Anatolia”.

El clima también ha sido un obstáculo. Lo fue en Arabia Saudí, en donde en mitad del verano tuvo que detener la marcha en el desierto cuando las temperaturas sobrepasaron los 50 grados. Como también en Georgia, en el Cáucaso, en donde tuvo que esperar durante todo el invierno hasta que la nieve de la montaña se fundiera. “Estos periodos de quietud son parte del viaje. Son naturales, orgánicos”.

Pero, ¿no extraña cubrir esos acontecimientos?

He caminado a través de un par de zonas de conflicto en este proyecto, pero escribí sobre la guerra de manera diferente. Creo que de manera más significativa. No extraño los informes industriales: comprimiendo las historias en un avión, contribuyendo a otro micro titular en el tsunami de noticias diarias. Ya tenemos mucha información, lo que nos falta es el contexto, la conexión humana, los matices.

 

Un viaje compartido 

Entre sus publicaciones periódicas, sube a la red videos cortos que son grabados cada 100 millas, “o 160 kilómetros: ¿cuándo será que los ‘gringos’, finalmente, adopten un sistema de medición racional?”, se pregunta. En estos, llamados hitos, en los que se puede apreciar el lugar en donde se encuentra, no hay narraciones, solo sonido ambiente. “Tienen el propósito tanto visual, como auditivo y textual de los ‘haikus’. Es mi guiño a Matsuo Bashō”.

Desde el otro lado del mundo, estas imágenes dan la impresión de un viaje solitario.

Nunca estoy solo, o por lo menos nunca me siento solo. Cuando se camina, se debe interactuar constantemente con otros humanos. Tengo cinco, diez, veinte conversaciones en un día mientras camino por la ruta. No es como estar encerrado en el aislamiento deshumanizador del automóvil.

Generales saudís retirados, beduinos, cantantes israelíes, nómadas etíopes, motociclistas turcos, un periodista georgiano desempleado y un deportista del año 2012 en Azerbaiyán han caminado junto a Salopek. “Caminar solo sería bastante aburrido para mis lectores. Mis propios pensamientos no son tan interesantes. No soy un escritor de la naturaleza, no soy Henry David Thoreau. Todo este proyecto gira alrededor de la gente”.

Hasta el momento, ha caminado en soledad solo a través de Chipre. Busca personas locales para que lo acompañen y, en algunos casos, le sirvan de intérpretes. “Escribo abiertamente sobre mis compañeros de caminata como personajes de mis historias”.

Personajes tan importantes para el periodista que, al cuestionarlo sobre los momentos más difíciles de la travesía, no duda en responder que han sido cuando sus compañeros caminantes se han lesionado o enfermado. Los valora tanto, que desea poder reunirlos al finalizar la travesía en Tierra del Fuego. “Al terminar el viaje, mi plan es hacer una gran fiesta e invitar a cada ser humano que ha caminado conmigo cruzando el mundo. Habrá cientos de nosotros para ese momento”.

El momento de lo que él llama “una gran pachanga” será el año 2020, según lo planeado. Ya habrá pasado por Colombia, país que no conoce y al que, tiene entendido, puede acceder cruzando el Darién “en una góndola veneciana”.
 
Y habrá escrito cientos de historias (ya sobrepasó las 130). Sus despachos, que se publican en http://outofedenwalk.nationalgeographic.com, abordan temas como
 
Migración masiva: En su despacho del 3 de octubre de 2014, en el que cuenta cómo el campo de refugiados de Kilis, en Turquía, donde se encuentra, pese a ser un modelo, con supermercado y colegios, tres años despúes del inicio de las migraciones es “el símbolo de un problema y no una solución.
 
Innovación tecnológica: Fifa, Jordanía, abril 11 de 2014. Salopek dedica su despacho a describir las imágenes que obtiene un dron sobrevolando el lugar histórico de Fifa, que contiene piezas de la edad de bronce, que ha sido excavado por saqueadores. Aclara que esta práctica no es algo novedoso. “ La única novedad en este panorama de destrucción cultural son los drones - una herramienta de alta tecnología que los arqueólogos están utilizando para entender y tal vez ayudar a controlar el comercio de artefactos- .
 
Supervivencia cultural: Medina, Arabia Saudí, septiembre 21 de 2013. El periodista aclara que no es musulmán. Afirma que por respeto y por el deseo imperioso de conocer, cumplió con el ayuno del Ramadán. Su despacho está dedicado a esta experiencia.
 

Vivir como un nómada

El 2 de enero de 2013, Paul Salopek, de 51 años, escribió en su Twitter: “Pregunta esencial antes de siete años de caminata: llevar o dejar las llaves en casa”. Hoy es un nómada, un caminante. “El camino ha sido gratificante, tanto profesional como personalmente. Pero tengo que decir que no ha habido ningún cambio de paradigma en mi vida”.

Para este periodista, que ha rodado por el mundo por más de 20 años, esta ruta entrelaza en un largo tiempo aquellos pequeños viajes que ha emprendido durante toda su vida. “Es muy, muy fácil caminar a través del mundo. Tengo problemas para convencer a la gente de esto, pero sucede que es verdad. Estamos diseñados por 200.000 años de evolución para hacerlo.

Entonces, ¿de qué nos estamos perdiendo quienes nos quedamos en un lugar?

No soy partidario de este estilo de vida para todo el mundo, más de lo que yo estaría a favor de una vida sedentaria como una solución. Mira, no importa. Si tú utilizas tus pies (yo) o tu cabeza (todo el mundo es más inteligente que yo) nosotros siempre, siempre, estamos en un viaje. No lamento la pérdida del antiguo nomadismo físico. Eso es pura mierda romántica. Porque todo lo que tú tienes que hacer es mirar alrededor, a tus vecinos: seguimos cazando y recolectando. Somos una especie inquieta. No podemos permanecer sentados por un segundo. Y toda acción es venerada.

Como un ser humano inquieto, asegura que los mejores momentos del viaje le ocurren a diario cuando se levanta y se da cuenta de que todavía está en la caminata.

Cuando se camina, la mente suele despejarse. ¿Qué es lo más absurdo o más brillante que ha pensado mientras camina?

Brillante: he escrito algunas buenas frases de vez en cuando a lo largo del trayecto. Absurdo: la idea de que no podrían ser mejores.

No revela su posición exacta. Cree –como Cormac McCarthy–que es mejor trabajar lo más anónimamente posible. Afirma que mientras responde mis preguntas está bien y solo. Su reloj marca las 4:49 a.m. Me dice: “Tengo que volver al trabajo”.

 

 

*Publicado en la edición impresa de febrero de 2016.