Foto: Valery Hache
20 de Febrero de 2023
Por:
Catalina Barrera

Armado con una Speed Graphic de 58 años de antigüedad, el único fotógrafo análogo de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y de los Juegos Olímpicos de Invierno 2018 sigue comprando rollos y revelando su propio material. ¿Cómo le va?

David Burnett, el prestigioso fotógrafo que se niega a entrar en la era digital

*Artículo publicado en febrero del 2018.

David Burnett llegó a los Juegos Olímpicos de Río 2016 con una cámara probablemente más vieja que muchos de los fotógrafos que cubrían las justas. Su Speed Graphic de 1948, dotada de una lente de 1943, fue la sensación entre quienes tenían la tarea de conseguir las mejores fotografías de cada deportista. Ahí estaba él, un fotógrafo análogo entre cientos de fotógrafos digitales.

 

La lente de Burnett, un reportero gráfico de 69 años nacido en Salt Lake City, Estados Unidos, que ha cubierto los Juegos Olímpicos desde Los Ángeles 1984, ha capturado las imágenes de deportistas como el atleta Usain Bolt, la tenista Serena Williams y el nadador Michael Phelps. Para él, este certamen es uno de los tantos que le permiten hacer lo que ha hecho por más de 40 años: opturar y revelar. “Los Olímpicos son otro de tantos eventos en los que he estado con mis cámaras análogas”, cuenta a Revista Credencial el fotógrafo, reconocido por cubrir la revolución iraní de 1978 y el lanzamiento del Apolo 11, y por revelar imágenes inéditas de Bob Marley en un álbum llamado Soul Rebel.

 

En 1976, Burnett fue invitado a Kingston, Jamaica, para conocer a Marley. Iba acompañado de David DeVoss, un reportero de la revista Time. El viaje iba a ser una simple nota de géneros musicales famosos de la región. Pero mientras Marley era entrevistado, David Burnett tuvo la opotunidad de moverse alrededor de su casa y capturar al músico en la espontaneidad que difícilmente mostraba a la cámara que aún sigue utilizando.

 

En su cuello todavía cuelgan, además de la Speed Graphic, una Holga y una Leica M9. Esta última es “más nueva”, según él, pues salió al mercado en 2009. Mientras la era digital cada minuto pone a la venta una cámara o una lente más innovadora, Burnett, como estancado en el tiempo, conserva intacta la arquitectura de sus cámaras y la magia en cada una de sus fotografías.

 

Fiel a su época, le divierte saber que sus colegas se quedan viendo sus cámaras viejas. Él trata de hacerles entender que no es algo raro. “Los miro cuando se quedan viendo mis cámaras, y a veces no sé cómo explicarles que esto hace unos años era totalmente normal”.

 

Burnett cree que las cámaras digitales logran grandes tomas, pero que ese, precisamente, es el problema: la era digital ha desarrollado la habilidad en la herramienta, en menoscabo de la del fotógrafo. Todo lo hace la cámara, no el ojo. “Si tú eres un periodista y quieres representar la realidad de un momento, eso significa una cosa: tienes que, efectivamente, mostrar esa realidad. No sé para qué el uso de programas de edición, no puedo creer que ahora sean normas editoriales”, argumenta.

 

Su trabajo con cámaras análogas lo ha llevado a grandes hazañas. En 1980 ganó el premio World Press Photo con la foto de una mujer de Camboya cargando a su hijo en brazos esperando por la comida que se distribuiría en un campo de refugiados. En 2004, con una lente de 178 mm en su Speed Grapich, David logró obtener tomas aéreas de la campaña presidencial de John Kerry, algo que hoy se hace con drones. Desde Los Ángeles 1984 hasta Río 2016, ha captado de manera muy particular a los deportistas olímpicos en movimiento, trabajo que le ha costado las mejores críticas de la prensa internacional en diarios como The New York Times.

 

“Yo sé que con mis cámaras análogas no tengo más que el rollo, no tengo capturas extras, así que soy un fotógrafo que aprecia cada disparo, contrario a lo que ahora pasa. Ahora hay ráfagas y miles de fotografías de un solo momento. Yo no puedo eliminar las que no me gustaron como lo hacen los fotógrafos con sus cámaras digitales”, asegura Burnett. Para él, la mentalidad de quienes están amarrados a una cámara digital, se supeditan a la oportunidad de conseguir muchas opciones, así que solo opturan sin pensar en la foto que quieren tener. Saben que al final van a obtener alguna.

 

El trabajo de Burnett ha sobrevivido a la era digital gracias a que fundó su propia agencia, Contac Press Images, pero asegura que ya no vende sus fotografías como lo solía hacer hace 10 o 20 años. Ahora prefiere hacer exposiciones y seguir contando historias que puedan ser interesantes, como los reportajes gráficos. Su sorpresa en medio de la era digital ha sido la cercanía de la fotografía con la gente del común. Para David Burnett, ahora todos pueden ser fotógrafos, todos tienen en sus celulares una pequeña cámara y albumes llenos de fotos.

 

Y aunque la revolución tecnológica lo ha obligado a utilizar cámaras nuevas, su Speed Graphic sigue siendo la que lo acompaña a cualquier evento. “La relación que tengo con mis fotografías y con mis viejas cámaras es realmente especial, pero hoy veo gente que compra sus nuevas cámaras y solo piensan: esta cámara me gusta porque sí y me quedo con ella. Pero no hay mucho más. No se crea un vínculo. Ahora, por ejemplo, tengo una cámara digital Canon 5D mark 4 y es probable que tenga que conseguir otras. Pero no hay una fascinación como antes, eso tiende a desaparecer”, explica David.

 

Cree que la fotografía análoga lucha todos los días contra la saturación de las fotografías digitales, y asimismo busca contar historias de manera diferente. Para él, una Speed Graphic o una Holga tienen más intención de mostrar lo que verdaderamente se quiere mostrar en el periodismo gráfico. Asegura que no solo se trata de publicar las fotografías y tener un crédito. Para él, es más importante lograr hacer sentir, a la persona que ve sus fotos, lo mismo que él sintió en el lugar en el que la tomaba.

 

“Todos pueden tomar una foto, enviarla y mirarla ahí mismo, es instantáneo. No es necesario hacer buenas fotos. En 1940 o 1950 la Speed Grapich era una cámara estándar y ahora es una reliquia, una antigüedad”, dice Burnett, quien prefiere seguir usándolas. Piensa que, a diferencia de las cámaras digitales, las análogas son una escuela. Para él, el fotógrafo realmente podía aprender más allá de obturar. Ahora simplemente es una cámara armada en donde se ven las fotos en un “cuadrito pequeño”.

 

Mientras la era digital arroja todos los días millones de imágenes, David Burnett sigue fiel a su cámara análoga, y la fotografía en blanco y negro sigue siendo paradigma de un estilo en desuso que le sigue reportando frutos.

 

 

*Publicado en la edición impresa de septiembre de 2016.