Fotografías | Archivo particular
4 de Diciembre de 2020
Por:
Emilio Sanmiguel emiliosan1955@gmail.com

La música es una historia escrita y protagonizada por hombres: Bach, Händel, Mozart, Haydn, Beethoven, Schubert, Chopin, Brahms, Tchaikovsky, Stravinski. Ni una mujer. Revista Credencial reivindicó ya el rol de la mujer en la pintura y la escultura. Aquí, el turno es para las mujeres compositoras, que han dejado huella, pero no han hecho historia. Y ojo: no porque sean inferiores.

Señoras compositoras

A Safo de Lesbos (ca. 650/610 – 580 a. de C) se le atribuye la invención del modo mixolídio, característico del blues y el rock. En Grecia, las cosas eran complicadas y la práctica musical reservada a mujeres de condición inferior: hetairas y esclavas.
 
No les iba mejor en Roma. Dionisia llegó a devengar 200.000 sestercios por presentación, pero se denigraba de quienes la practicaban. Salustio, en el siglo i a. de C. escribió que Sempronia cantaba tan bien que no podía ser mujer honrada.
 
De Santa Cecilia no se sabe cuándo vivió ni si tuvo nexos con la música. Convertida al cristianismo hizo voto de castidad, entregada en matrimonio a Valeriano lo convenció de no consumar el matrimonio y mejor convertirse; dicen que cantaba en pleno martirio. En el siglo xv resolvieron pintarla con instrumentos musicales y la declararon ‘Patrona de la música’.
 
 
  • LA EDAD MEDIA
Más resueltas resultaron algunas mujeres del medioevo. El profesionalismo de Macrina la menor (327-379) fue alabado por San Gregorio Niseno y durante el siglo vi lo propio con Santa Escolástica. Las monjas de Las Huelgas en Burgos deben haber sido la sociedad de compositoras más grande de la época. Leonor Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania y esposa de Alfonso viii, en el siglo xii creó el monasterio, para que tuvieran la misma instrucción de los hombres. Cultas y educadas, solo debían sumisión al Papa y podían dedicarse a la composición con libertad. La abadesa María González de Agüero, en el siglo xiv, recopiló esa música como Codex Las Huelgas, una antología asombrosa.
 
Gran figura Hildegard von Bingen (1098-1179), benedictina, elevada a doctora de la iglesia por Benedicto xvi. Abadesa, médica, naturista, filósofa, mística, escritora y compositora. Para ella el canto era una manifestación del espíritu divino en el hombre. Su obra abarca tesituras inusuales, lleva la voz a notas agudísimas, usa la velocidad e intervalos novedosos. Obras suyas el Ordo Virtutum y Shymponia armonie celestium revelationum (78 composiciones).
 
 
  • EL RENACIMIENTO
En el Renacimiento, componer dejó de ser privilegio de religiosas. Las cosas no fueron fáciles, el Libro del Cortesano (Venecia, siglo XVI) aseguraba que la mujer era inteligente y debía recibir una educación similar a los hombres, pero ¡debía ocultar sus dotes intelectuales! Pese a ello empezaron a aparecer compositoras, con nombre y apellido. Algunas provenían de la nobleza pues podían darse el lujo de costear esa formación: Valentina Visconti, en Milán; Lucrezia Tornabuoni, madre de Lorenzo el magnífico, en Florencia; Isabela d’Este en Mantua. En la corte de Ludovico el moro eran compositoras Margarita Archinto, Livia Caraffa, Laura Bovio y Giulia Varisi. Otras sacaron partido de ser hijas de artistas. Así surgió Adreana Baroni Basile, que por sugerencia de Monteverdi fue a la corte de Mantua, o Francesca Caccini en el siglo xvi, que terminó en la corte de Enrique iv de Francia. Barbara Strozzi, a principios del xvii, tuvo una de las formaciones musicales más completas de su tiempo y las hermanas Rafaella y Vittoria Aleotti, hijas del arquitecto del Teatro Farnese de Parma, crearon una orquesta. Las italianas fueron las primeras en editar sus obras.
 
 
 
 
  • EL BARROCO
Entre el siglo xvii y mediados del xviii, llegó la edad de oro de los Ospedali (hospicios), que eran verdaderos conservatorios. Su auge se debió a que los venecianos creían que la caridad era el camino al cielo. Como los Ospedali tenían la facultad de conceder dispensas, absoluciones y demás prerrogativas, las donaciones llegaban a manos llenas. El nivel musical iba en ascenso y abundaban las intérpretes-compositoras, cuyos nombres quedaron en el anonimato, porque la fama era para los hombres: Vivaldi, Hasse, Porpora, Galuppi.
 
  • “LIGADAS” A UN APELLIDO
Maria Anna Mozart (1751-1829) fue tan talentosa que su padre, Leopoldo, la educó con sumo cuidado. Más tarde nació Wolfgang Amadeus, su famoso hermano a quien también educó y luego los exhibió por Europa. Eran niños prodigio y compositores. Ella fue obligada a casarse y a desistir de sus sueños. De su música solo queda el testimonio de su hermano, que la animaba a continuar componiendo. Lamentable el caso de Fanny Mendelssohn, que nació en 1805, cuatro años mayor que su hermano Felix, aunque de ella sí se conservan obras. Su padre resolvió que ‘debía prepararse para el hogar y no para el arte’. Ya casada, escribió a su hermano pidiendo consejo; este le respondió que tenía un hijo que cuidar y que no debía distraerse escribiendo música. Clara Schumann (1819-1896), nacida Wieck, fue esposa de Robert Schumann, que la conoció muy niña, pues era hija de su profesor. Después se enamoraron. Como el romance arruinaría su carrera, hubo oposición. Finalmente se casaron y ella se convirtió en la primera pianista de Europa. Como compositora, pese a su talento, pasó a un segundo lugar. Sus obras raramente se interpretan.
 
  • DOS LATINOAMERICANAS Y UNA BELDAD
Teresa Carreño (1853-1917) era de la alta sociedad caraqueña: su padre
fue autor de la famosa Urbanidad. Era familiar cercana de Bolívar y de su esposa, María Teresa del Toro. Fue la pianista más famosa del mundo. Empresaria y cantante, como compositora nadie la tomaba en serio. Hoy en día su obra es ignorada. El cine debería rodar la vida de Chiquinha Gonzaga (1847-1935) que nació en Río de Janeiro, hija de un militar pretendidamente aristócrata y de una mulata. Recibió clases
de música que ella complementó cuando conoció la música de los esclavos. Ya casada le prohibieron el piano, entonces abandonó la casa con el mayor de sus hijos, se juntó con un antiguo enamorado, creó una orquesta y se hizo famosa. Separada del segundo marido, a los 53 años inició una relación con un estudiante de 16. Para evitar el escándalo, al muchacho se le ocurrió que ella lo adoptara. Se fueron a vivir a Lisboa. En 1914 la primera dama de Brasil, Nair de Tefé, la invitó para hacer un concierto en el Palacio Presidencial, las nobles de Río lo consideraron una afrenta, pero no había nada qué hacer, Chiquihna era inmensamente popular.
De Alma Mahler (1879-1964) se dice que fue la mujer más bella de su tiempo y que por su belleza, ingenio, atractivo e inteligencia, fue esposa de Gustav Mahler, Walter Gropius y Franz Werfel; además de haber tenido a sus pies a Kokoshka, Klimt y Hauptmann. Olvidan que estudió música con Zemlinsky, que empezó a componer a los nueve años y que antes de los 20 había escrito más de cien Lieder, talento que para Mahler era un obstáculo; antes de casarse le pidió que dejara de componer: “No debes tener más que una profesión: hacerme feliz”. La lista se haría inagotable. De vez en cuando un nombre salta a la palestra, como el de Sofia Gubaidulina (1931) que es de los pocos, hoy en día, con reconocimiento internacional. Aquí en Colombia, Jacqueline Nova (1935–1975) tuvo renombre y se interpretaban sus obras, que impactaban por originales. Pero está prácticamente olvidada. La batalla de la mujer para conseguir un lugar en la historia de la música es una asignatura pendiente. ‹
 
*Publicado en la edición impresa de noviembre de 2020.