13 de Agosto de 2019
Por:
Catalina Uribe Tarazona

Hace 19 años nació un ensamble musical cuyo espíritu es el de mostrarle al mundo el poder transformador de la cultura del pacífico. Ad portas de lanzar su quinta producción discográfica, Herencia de Timbiquí cuenta con más de 14 reconocimientos nacionales e internacionales.

“Esta generación cree en sus raíces”: Herencia de Timbiquí

*Artículo publicado originalmente en la edición impresa de agosto del 2019.

SON DOCE los hombres encargados de este acto en el que la magia cobra vida. En la garganta de William Angulo, por ejemplo, retumban los cantares que el Pacífico le entrega al mundo. La poesía se vuelve música en las letras de Begner Vázquez, a la vez que Etiel Alegría hace que retumbe un bombo disciplinado. Pablo Mancilla, el ‘rey del cununo’, lleva el golpe de la melodía, a la vez que las manos de Enrique Riascos le ‘sacan’ romanticismo a la marimba. Julio Mancilla hace que la batería cante, mientras que el teclado de Carlos Galvez apela a la calma. Y mientras todo eso ocurre, Julio Sánchez cuenta historias del pasado con el bajo, hasta que Javier Andrés Rosero produce una explosión con su guitarra. Faltan tres para que empiece la función: Omar Trujillo, que lleva la trompeta, sopla al lado de Álvaro Ernesto Martínez, en el saxo menor. Finalmente se suma Jhojan Olave, encargado de los coros y la percusión.

De su pueblo han salido músicos prominentes. Nidia Góngora es solo un ejemplo. ¿Cuál es la magia de los timbiquireños en la escena musical?

Uno de los elementos fundamentales para que hoy Timbiquí, como territorio ancestral y musical, esté en la retina de toda Colombia es que la generación presente cree en sus raíces y le da valor a la tradición cultural de los pueblos. Timbiquí es la región de Nemesio Lerma, un artista que fue muy famoso en el país. De ahí también salieron agrupaciones como Grupo Bahía, El Combo Bacaná y Peregoyo. Y la música de Carlos Vives, aunque él no es oriundo de allí, también tuvo gran acogida en la región. Todos ellos nos dieron un impulso a quienes, en su época, apenas estábamos creciendo. Por otro lado, a los timbiquireños hay que abonarnos algo: no les tenemos miedo a los retos. Ingenuamente, nos metemos en cosas de las que no sabemos cómo vamos a salir, y una consecuencia de eso es la música que ofrecemos.

Además de la fundación que crearon para suplir necesidades en su territorio, ustedes están desarrollando una aplicación para la ‘etnoeducación’. ¿Por qué meterse en el terreno tecnológico?

Vimos que siempre estudiamos a Europa, África, Oceanía y Latinoamérica, pero no conocemos ni la geografía, ni la flora, ni la fauna de nuestra región. Por eso, quisimos desarrollar una aplicación con la que pudiéramos educar sobre nuestro territorio. Sin embargo, el Ministerio de las TIC y el Ministerio de Educación no la han aprobado. Estamos trabajando para conseguir aliados y recursos y, con ello, hacerle una buena difusión y convencer a la gente de la necesidad que tenemos como comunidad colombiana, afro e independiente, de estudiarnos y conocernos a nosotros mismos. Todo ello desde la idiosincrasia local. 

Describan el proceso en que se pone en marcha una canción de Herencia de Timbiquí. ¿Cómo es ese diálogo entre melodía y percusión?

Las corrientes musicales tienen unas células rítmicas que son la base. En el caso nuestro, la marimba es el instrumento principal. Luego, se le suman el bombo, el cununo y el guasá, tradicionales de la región. Después de ese conjunto, entran las voces. Una vez listo ese grupo, ahí sí comenzamos a meterle el resto de instrumentos que –en conjunto– generan la sonoridad que caracteriza a Herencia de Timbiquí en la actualidad.

¿Cómo supieron que el folclor era el camino?

¡Porque es una manifestación propia! Debíamos tomar algo que ya proviniera de nuestra esencia y manifestarlo. No se trataba de imitar a nadie o de repetir otros formatos musicales; nosotros teníamos ya la poesía, la cotidianidad, la instrumentación y, sobre todo, el carácter. Es nuestra raíz, nuestro origen. Eso, para nosotros, siempre fue lo más importante.

Volver a vivir, su más reciente canción, fue hecha con Andrés Cepeda. ¿Cómo se dio esa colaboración?

Tiene una historia muy bonita. Nosotros habíamos hablado con el maestro Cepeda hacía un par de años. Alguna vez nos encontramos en un evento y, cuando terminó, nos fuimos a departir en el apartamento de un amigo, donde empezamos a cantar boleros –que por cierto nos gustan mucho, así como la música llanera–. En ese momento le dijimos: “maestro, nos

gusta mucho lo que usted hace y nos encantaría poder hacer algo juntos”, a lo que él respondió: “oiga, cierto. ¿Por qué no hacemos algo?”. Eso quedó ahí. Pasaron dos años y llegó el momento. Le dijimos que teníamos una canción, se la mostramos, la escuchó y le encantó. Así salió Volver a vivir

No es la única colaboración reciente que han hecho. Por lo visto, van a lanzar pronto una canción con Gilberto Santa Rosa. ¿Cómo fue eso?

Esa canción estaba planeada para grabarse con otro artista, pero se la presentaron a él de forma accidental y le encantó. Tanto así, que dijo: “yo me quiero montar en ese barco”. Y claro, nosotros conocemos el trabajo de él desde hace muchos años, nos hemos bailado sus canciones, sabemos de todo su poder artístico y vocal. Además, es uno de los grandes de la salsa y de la música latina. Así que fue un honor. En esa canción, que ya viene pronto, la música va a hablar por sí sola.

¿Qué otras sorpresas trae su quinto trabajo discográfico?

 

El álbum que viene es de solo featurings. Tenemos otra con J Álvarez y una que se llama Cantar contigo, hecha –nada menos que– con Susana Baca. El resto no podemos mencionarlo porque, aunque todos los artistas ya están confirmados, a veces se ocupan y si al momento de grabar no están, podemos escoger a otro y hacer una canción distinta. Estamos muy felices porque ya tenemos más de la mitad del álbum grabado. Esperamos que les guste mucho. Incluirá doce canciones, así que va a ser de talla internacional.