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27 de Enero de 2017
Por:
Redacción Credencial

El escritor y abogado ecuatoriano Óscar Vela, ganador del Premio Nacional de Novela Joaquín Gallegos en 2011, habló de su sexta novela, Todo ese ayer, una historia en la que –a partir del reencuentro virtual de dos amigos después de más de 30 años– recorre las oscuras celdas de la tortura de la dictadura argentina y los hechos que rodearon la insurrección de policías en Quito en 2010.

“Todo mi ayer es lo suficientemente nebuloso como para no intentar recordarlo”: Oscar Vela

Usualmente los autores dejan a consideración de los lectores el determinar si la historia es real o ficción, ¿por qué decidió revelar esta información?

 

Siempre he pensado que las novelas basadas en hechos reales deben revelárselo al lector en algún punto. Eso potencia la historia y sacude al lector cuando este imaginó probablemente que todo aquello era pura ficción, que hay ciertas cosas que en verdad no pueden suceder. Ese cliché de que “en ocasiones la realidad supera a la ficción” resulta ser un detonante importante cuando se lo descubre en un libro.

 

Además de esta revelación usted responsabiliza a los personajes de sus opiniones sobre los hechos políticos que desarrolla en la historia, ¿por qué?

 

La única razón que me obligó a escribir esa nota fue la completa libertad que tuvieron los personajes para opinar sobre los confusos hechos que se dieron en Quito, y en el resto del país, el 30 de septiembre de 2010. Si los personajes no tuvieran sus distintas opiniones políticas al respecto, habrían perdido credibilidad en la historia y este libro sería tan solo una autobiografía disfrazada.

 

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La historia está construida en múltiples estilos, incluso algunos  capítulos –sin titular– parecen ser una narración paralela, ¿qué tan compleja fue la construcción de la novela?

 

Todas mis novelas tienen una estructura irregular, con saltos frecuentes de tiempos y espacios. Cuando empiezo una nueva novela, antes de escribir, preparo un esquema gráfico de lo que será la historia. Allí incluyo a los personajes y sus características principales, sus movimientos y locaciones a lo largo de la historia y las referencias temporales de ellos y sus eventos esenciales. De este modo evito perderme en la historia mientras la escribo y, de algún modo, organizo mi propio caos. 

 

¿Por qué no darle un final a personajes como Eric, Gonzalo y Dalila, que pese a ser secundarios fueron determinantes para el desarrollo de la historia?

 

No creo en las novelas que cierran todas sus historias a la manera de Hollywood. Soy partidario de dejar ciertos puntos ciegos en una novela para que sea el propio lector quien los cierre en su mente. En el caso de Dalila, Eric o Gonzalo, por ejemplo, yo mismo he imaginado distintos destinos para cada uno de ellos y, sin embargo, cuando camino en mi ciudad por los barrios en que se desarrolla la historia suelo encontrarme con ellos y veo que siguen allí, mendigando, coqueteando o traficando, según el caso...

 

¿Cómo es todo ese ayer del autor?

Aunque la frase es tremendamente ambiciosa, casi inalcanzable, me deslumbró la fuerza del poema Límites, de Borges, y en especial este verso: “Todo ese ayer ante el cual hoy me inclino”. Es tan potente, reverente y genial que pensé ponerlo completo como título de la novela; pero eso ya era demasiado, así que usé solo la primera parte, que revela bastante. Todo mi ayer es lo suficientemente nebuloso como para no intentar recordarlo. Hay muchos pasajes de mi pasado que están aún almacenados en mi memoria por mi instinto de conservación. El resto, es decir, lo visible y accesible, es lo que soy, un fanático de los libros y la literatura, profundamente humanista, liberal, nostálgico, complejo y plagado de defectos.

 

¿La manipulación de las imágenes del 30 de septiembre y las dudas que se dejan caer sobre todo lo acontecido en esa fecha revelan las opiniones del autor al respecto?

La manipulación de imágenes es parte de la ficción de la novela. Sin embargo, la realidad fue tan confusa y las investigaciones tan politizadas, que hasta ahora no se logra descubrir a los autores de las cinco muertes; pero, eso sí, se juzgó y encarceló con celeridad a varios policías que participaron en la revuelta. Comparto la opinión de alguno de los personajes de la novela en que los hechos de la mañana fueron reales y que la vida del Presidente corrió peligro. No creo que hubo un golpe planificado sino más bien un intento de rebelión aprovechándose de las circunstancias y de la confusión, pero lo que sucedió en la tarde y la noche se parece más a una puesta en escena que dejó víctimas reales.

 

 

*Publicado en la edición impresa de septiembre de 2015.