19 de Mayo de 2016
Por:
Redacción Credencial

A propósito de Historia oficial del amor, la reciente novela de Ricardo Silva Romero en la que cuenta en reversa la historia de su familia (vea la entrevista completa en nuestro número de mayo), proponemos un listado de este subgénero que suele ser uno de los más llamativos de la literatura.

 

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Ocho sagas familiares de la literatura que ya son leyenda

 

El escritor bogotano Ricardo Silva Romero acaba de publicar su más reciente novela, Historia oficial del amor, en la que narra, de adelante hacia atrás, la historia de su familia. El género ha tentado a decenas de escritores, muchos de los cuales, sin embargo, han preferido la ficción a desnudar ellos mismos sus propias congojas al público. ¿Por qué decidió ventilar así-no-más la historia de su familia frente a todo el mundo? A él no le preocupa: “El título de la novela es Historia oficial del amor, medio en chiste, medio en serio, para advertirle al lector que conocerá la historia que yo quiero contarle. Y esa historia, que es verdad punto por punto, es la de dos padres amorosos e íntegros que consiguieron criar, y librar de karmas y codicias menores, y querer con el alma a un par de hijos ni más ni menos que en Colombia: no se trata de sacar los trapos al sol, sino de mostrar que en este país también hay trapos limpios. Quería retratar a un par de personajes que merecen ser retratados”.

A propósito de la novela, sobre la cual habla Silva en nuestro número impreso de mayo, en circulación, proponemos 8 sagas familiares que ya son leyenda.

El padrino, de Mario Puzo. ¿Quién que se jacte de ser aficionado al cine no conoce los nombres de Vito y Michael Corleone? La célebre saga, llevada al cine por Francis Ford Coppola, narra el camino a la oscuridad de Vito, un inmigrante italiano que escapa de las garras de la mafia siciliana y termina armando su propio imperio en Norteamérica con la complicidad de Michael, su hijo menor, quien termina involucrado en el negocio por venganza y resulta peor que su padre.

La casa de los espíritus, de Isabel Allende. Quizás la novela mejor lograda de la escritora chilena. Y también la más famosa. Traducida a varios idiomas, propició célebres adaptaciones al cine y el teatro. Heredera de la tradición del realismo mágico, narra la historia de la familia Trueba a lo largo de cuatro generaciones, en el Chile posterior a la Colonia. Como en las novelas de García Márquez, lo cotidiano adquiere matices extraordinarios y son determinantes en el devenir de la familia.

La república de los sueños, de Nélida Piñón. Es, como lo dicen algunos críticos, una novela total: la escritora brasileña rastrea la vida de una pareja de inmigrantes gallegos desde que parten de la península ibérica con la ilusión de encontrar buenas tierras para su estirpe al otro lado del Atlántico, en la espléndida y mágica Sao Paulo. Es, también, una novela de la desmesura: la de los sueños, la del amor, la de las fatalidades. Es, como suelen ser las historias de los inmigrantes, el relato minucioso y paciente de un largo camino a casa.
 

Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt. Un día, el profesor de literatura neoyorquino decide escribir, para sí mismo y para ensayar hasta dónde puede llegar en el oficio, las memorias de su infancia, todo aquello que le ocurrió antes de convertirse en Frank McCourt. Y resulta que todo aquello es la historia de su familia, tan conmovedora y tan bien narrada, que mereció el premio Pulitzer.  

Dispara, yo ya estoy muerto, de Julia Navarro. Dos familias, una judía y otra palestina, describen, con las historias de sus respectivas descendencias, la condición humana. De los pogromos rusos, a finales del siglo XIX, a la creación del estado de Israel en 1948, una inmensa saga que despliega todo el talento de la narradora española y la devastadora realidad árabe-israelí.

El club de la buena estrella, de Amy Tan. La autora californiana es hija de inmigrantes chinos. Justamente en ellos se inspiró para componer una especie de sinfonía literaria en la que los capítulos, similares a movimientos, van dialogando entre sí mientras narran las sagas familiares de un grupo de inmigrantes chinos en Estados Unidos. La visión femenina de cómo las costumbres ancestrales se ven afectadas por la inmigración.

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. No hace falta decir mucho más sobre esta epopeya engendrada por José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán. Ni siquiera que se trata de la más grande novela colombiana de todos los tiempos, la biblia de la literatura nacional y quizás de toda Latinoamérica.
 

Santo oficio de la memoria, de Mempo Giardinelli. El escritor argentino rastrea los orígenes italianos de la argentinidad; o quizás al revés: la italianidad que contagió a los argentinos tras la intensa migración italiana hacia el Río de la Plata. Un largo oficio de memoria que, sin embargo, requiere un largo oficio de paciencia para descubrir sus manjares.