Fotografía | Sebastián Jaramillo. Archivo Revista Credencial
23 de Julio de 2019
Por:
Ana Catalina Baldrich

En el año en que se conmemoran los 100 años del nacimiento de Álvaro Gómez Hurtado, el escritor presenta Álvaro: Su vida y su siglo. El libro explica al político “con sus luces y sus sombras”.

“Hay casos, como el de Álvaro Gómez, en los que la derrota es el mayor premio, un honor”: Juan Esteban Constaín

  • Tanto sabe usted de Álvaro Gómez Hurtado que se ‘antoja’ casi imposible entender que nunca lo hubiera conocido. ¿Cómo logró comprender su vida y obra a tal profundidad?

Yo creo que eso pasa siempre con un personaje al que uno admira mucho y lo lee y lo estudia y lo ‘conoce’, por así decirlo, durante toda su vida: que se le vuelve una presencia constante; un amigo a tal punto que da igual si uno lo conoció o no, ese al final es un detalle menor. Ortega y Gasset dijo así una vez de Kant: “He vivido dentro de él durante casi veinte años”. Es una definición perfecta para todo el que se aproxima a cualquier biografíay decide escribirla.

 

  • En el texto, reconoce: “llevaba este libro entre pecho y espalda desde hacía muchos años, toda mi vida”. ¿Cuánto tiempo le tomó organizar las ideas, los documentos, la información –que tanto conocía– hasta poner el punto final?

Veinte años y tres meses: veinte años leyéndolo y estudiándolo, y tres meses escribiendo el texto. Este año se conmemora el centenario de su nacimiento, y su familia me pidió encargarme de dirigir la edición de sus Obras Selectas, que publicamos con Villegas Editores.

Yo tenía que hacer un ensayo introductorio, un texto de unas treinta páginas. Empecé y se me salió de las manos: terminé haciendo un libro entero. Pero es por eso: porque lo llevaba entre pecho y espalda desde hacía mucho. Y ahora estoy muy feliz de haber podido hacerlo.

 

  • Siempre ha dicho que admira a Álvaro Gómez más que a nadie en la historia de Colombia. ¿Por qué?

Por su inteligencia, por su lucidez, por la grandeza de su pensamiento. Por su agudeza para entender a este país y por la audacia de las ideas con las que quiso cambiarlo, aunque en vano, claro. Y también por esa razón: porque siempre me ha conmovido el destino de los derrotados; de quienes no renunciaron a ser lo que eran, ni concedieron con la demagogia o la mediocridad, para imponerse, para triunfar. Hay casos, como el de Álvaro Gómez, en los que la derrota es el mayor premio, un honor.

 

 

 

  • Cuando se admira tanto a alguien, se suele sentir temor a defraudarlo, ¿en algún momento sintió algún tipo de miedo con el resultado de este libro?

No, la verdad es que no. Aunque también me propuse, en este ensayo, porque no es otra cosa, explicarlo con sus luces y sus sombras. Señalar sus méritos, obvio, pero no omitir sus defectos ni los rasgos de su pasado que tanto les sirvieron a sus enemigos para concebir esa ‘leyenda negra’ en su contra. Por eso, este libro no es una apología ni una hagiografía, no. Y creo que ese es el mejor homenaje que uno le puede hacer a un personaje histórico del que se ocupe: tratar de explicarlo, desentrañar su significado en su sociedad. Sin hacerle el quite a ningún tema. Sin abandonar jamás una perspectiva crítica, en el sentido más profundo de la palabra.

 

  • Cuenta que a los siete años escuchó a su abuela decir: “Lástima que Álvaro Gómez sea tan inteligente”, y que esa frase lo inquietó desde entonces. ¿Qué lectura le hace hoy a esas palabras de su abuela?

Pues creo que esa frase resume muy bien lo que le pasó siempre a mucha gente con Álvaro Gómez Hurtado: que le reconocía sus méritos, su inteligencia excepcional. Pero ese hecho objetivo no era suficiente para desmontar los prejuicios y los recelos que había contra él, y que nacieron en los atroces años de La Violencia, un periodo del que fue indudable protagonista. Esa sombra se proyectó sobre su destino sin que nada que hiciera o dijera pudiera cambiarlo.

 

  • Los jóvenes de hoy poco conocen el legado de Álvaro Gómez. Su libro está lleno de detalles sobre su personalidad, pensamiento político, su filosofía, etc. ¿Cree que este texto les ayudará a entender quién era?

Ojalá que sí. Es lo que yo espero; por eso lo escribí. Cuanto más discutamos la historia, cuanto más la enriquezcamos todos con distintas visiones y versiones, tanto mejor. 

 

  • Recuerda que Álvaro Gómez dijo en 1988: “Ser abatido por ráfagas de ametralladora, como parecía ser mi suerte, no debía considerarse como un infortunio singular. Quizás no fuera ‘un bel morir’, como lo reclamaba Segismundo Malatesta. Pero en las actuales circunstancias del país y del mundo, una muerte así podía no ser un sacrificio inútil sino la creación de un símbolo”. ¿Cree que se creó ese símbolo?

Un símbolo sí: el de un político ejemplar y decente que murió diciéndole al país que la complicidad se había vuelto el valor predominante y retorcido de quienes ejercen el poder. Por eso hay  también algo de socrático en su muerte: su voz incomodaba y había que silenciarla. Y así se consumó su destino: el de quien llevaba muchos años luchando para que las cosas cambiaran aquí.

 

  • A propósito de ese 2 de noviembre de 1995, recientemente la Fiscalía recreó lo que aconteció esa mañana. ¿Qué opinión le merece que esta diligencia se celebrara más de 20 años después del asesinato?

La justicia fue una de las obsesiones de Álvaro Gómez toda su vida, que hubiera justicia, que no maten a la gente. Esa era una bandera suya, lo fue hasta el final. Por eso es una siniestra ironía que su magnicidio siga en la impunidad. Y cualquier cosa que se haga para esclarecerlo me parece válida y necesaria.

 

  • El libro está dedicado a la memoria de Margarita, la viuda de Álvaro Gómez. ¿Cómo recuerda su relación con ella?

Ella fue para mí como una suerte de ‘abuela adoptiva’: un ser maravilloso, inteligente, lúcido. Era una mujer cultísima, generosa. Y tuve la fortuna y el privilegio de hacerme su amigo. En una época de mi vida, que hoy recuerdo con mucha nostalgia, me iba para su casa y pasábamos las tardes enteras hablando de muchas cosas. Ella me contaba su historia: este libro recoge muchas de esas tardes felices. Es un homenaje también para ella.

 

  • Por cuenta de esa relación usted ‘heredó’ buena parte de los libros de la biblioteca personal de Álvaro Gómez. ¿Cuál fue el primer libro que recibió?

Esa fue la lotería que yo me gané en la vida. Un tesoro que me tocó, y del que vivo muy orgulloso. Sí: me acuerdo perfecto de ese día. Fue una tarde de abril de 2004. Margarita me dijo que cogiera el libro que quisiera de la biblioteca: me llevé las Notas de don Nicolás Gómez Dávila. Aquí las tengo, todas anotadas por Álvaro. Eso tienen de hermoso las bibliotecas: que encierran los textos de los libros, pero también los de sus lectores y sus dueños. Y en este caso, son mis dos maestros. Qué más se podía pedir. 

 

*Publicado en la edición impresa de julio de 2019.