La cola de Venus
12 de Abril de 2013
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En los museos y galerías europeos están de moda los cuadros, esculturas y fotografías de la parte posterior del cuerpo.

Por Daniel Samper Pizano
Edición 254 de abril de 2008

El arte de los traseros

Durante los últimos meses de 2007 y los primeros de 2008, Europa se encuentra entregada a la curiosa celebración del… ¿cómo llamarlo? ¿Ridículamente, “pompis”? ¿Acaso “trasero”, como en los cómics? ¿“Derrière”, según la cursilería imperante en las revistas femeninas? ¿“Culo”, como decía don Quijote? ¿“Cola”, como decimos los colombianos? ¿”Nalgatorio”, según indica el diccionario? ¿“Glúteos”, en aséptica denominación médica? ¿El simpático “rabo”? ¿El vulgar “jopo”?

Que cada uno escoja el término que más le guste. Lo evidente es que esa parte del cuerpo “donde la espalda pierde su casto nombre” está de moda en el Viejo Continente, y no propiamente en las revistas pornográficas, sino en las galerías de arte y los museos.

La cola de la Venus

Empecemos por el del Prado, de Madrid, que ha logrado recuperar por unos meses uno de los cuadros más emblemáticos de Diego Velázquez (1599-1660). El 20 de noviembre se inauguró en el antiguo palacio una muestra que incluye 28 óleos sobre el tema Fábulas de Velázquez: mitología e historia sagrada en el Siglo de Oro. La estrella de la colección es La Venus del espejo, propiedad de la Galería Nacional de Londres, donde aparece Cupido maniatado al lado de una robusta Venus que se mira al espejo y expone ante los ojos del observador un espléndido trasero.

Se trata del primer desnudo integral de la pintura española. En 1648, cuando fue pintado, la Iglesia prohibía la representación en los cuadros de zonas anatómicas pecaminosas. Velázquez aprovechó su prestigio e influencia de pintor de la corte para que le permitieran estas libertades. Gracias a su atrevimiento podemos disfrutar hoy de una de las más famosas obras de su pincel… y de una de las más notables espaldas de la historia de la pintura.

Esto pienso de tu flauta

Mientras en el Prado Velázquez se solaza ofreciendo las blandas carnes de la diosa del amor, Tiziano (1487-1576) parece emularlo en Viena con la portentosa retaguardia de una ninfa. El Museo Kunsthistorisches de la capital austriaca atrae largas colas (no es un juego de palabras) con una exposición de 60 obras del maestro italiano. 

Entre ellas es imposible no detallar La ninfa y el pastor, en la cual un discípulo de Pan toca la flauta mientras que la dama le ofrece su desnuda espalda. ¿Desprecio? ¿Simple desenfado? ¿Expresión adversa sobre la música del pastor? No lo sabemos. Lo que sí está claro es que, después del rabo de la Venus, este de la ninfa ocupa un notable puesto en la pinacoteca europea de la temporada.

Seis nalgas graciosas

Para no quedarse atrás de Madrid y Viena, Roma apuesta por un adorable trío de colas de mármol. Se trata de Las tres Gracias, escultura de Antonio Canova que pertenece al Museo del Hermitage, de San Petersburgo, pero que durante unos meses saluda al público en la exposición dedicada a las figuras esculpidas con asombrosa delicadeza y armonía por el artista italiano nacido en 1757 y fallecido en 1822. 

Uno de los críticos señala que Canova “es capaz de convertir la piedra en neumáticos”, por la dimensión aérea que cincela en ella. Así lo demuestran estas Gracias desnudas, fruto de la época rococó pero calificadas como “las figuras más sensuales de la escultura anterior al siglo XX”. 

Ellas son el aporte romano a la gran muestra cular que inaugura el año en los salones europeos.

Divino culo

Mientras tanto, no lejos del conjunto de Gracias de la Galleria Borghese, continúa impertérrito uno de los culos más insólitos del arte universal. Me refiero al trasero de Dios, ese irreverente espaldazo que el Creador ofrece desde la bóveda celestial a los visitantes de la Capilla Sixtina en el Vaticano. 

Miguel Ángel, que era atrevido e iconoclasta, decidió pintar al Padre Eterno de espaldas en el fresco titulado La creación de las plantas. Pero no solo eso, sino que se esmeró en que la túnica que lo cubre se destapara indiscretamente un poco más abajo de la cintura. El resultado es que de Dios apenas atisbamos la espalda, la nuca cana, las plantas de los pies, una mano y, como si fuera una pantalla panorámica, las dos divinas y sonrosadas nalgas. Ahí quedan ellas para competir con las de la ninfa, la Venus y las Gracias.

El espejo del cuerpo 

Pero aún no hemos visto nada. Porque otro museo madrileño, el de la Fundación Canal, inauguró en octubre una exposición fotográfica titulada Ocul(t)os que comprende fotografías de fondillos tomadas por 67 artistas internacionales. Figuran entre ellos nombres tan famosos como los de Cartier-Bresson, Capa, Mapplethorpe y Lucian Clergue. (Ver galería)

La nota de presentación de la muestra fue escrita por el poeta Luis Alberto de Cuenca, antiguo director de la Biblioteca Nacional, y dice muy españolamente en su párrafo inicial: “Si la cara es el espejo del alma, me da la sensación de que el culo puede serlo del cuerpo. No existe nada tan corporal, tan carnal, como el culo… Si hay una parte que está rotunda y definitivamente marginada de la osamenta, ésa es el culo”.

La revista dominical del diario El País dedicó a la exposición un grueso y vasto artículo titulado Enseñar el culo con arte. Allí describe lo que encuentra el visitante a la muestra: “Dorsos masculinos o femeninos, traseros inocentes o exhibicionistas, estáticos o en acción, pictóricos o esculturales, eróticos y provocativos”. No todos están desnudos. Los hay cubiertos por una falda ajustada, un moderno traje de baño o un viejo chingue. Hay colas conocidas (Marilyn Monroe, las modelos de Dalí) y colas anónimas; colas solitarias y colas acompañadas; colas chistosas y colas solemnes; colas deportivas y colas sedentarias. Muchas colas, decenas de colas, interesantes colas. 

La exponalgas fue todo un éxito, y aunque se descolgó el 6 de enero tal vez el invierno aconseja que alguien resguarde tanta desnudez fotográfica. No será así con las obras de Velázquez, Tiziano, Canova y Miguel Ángel, que permanecerán en su sitio al menos varios meses más.