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12 de Febrero de 2018
Por:
Redacción Credencial

La incertidumbre de un año electoral marcará la pauta del crecimiento, la inversión y el empleo. Cinco expertos responden qué esperar de la economía este año.

Qué esperar de la economía en 2018

Carlos Caballero Argáez

Exministro de Minas y Energía

 

¿Cómo será el 2018?

Va a ser un año muy complicado, por el periodo electoral del primer semestre y la iniciación de un nuevo gobierno, que tiene que entrar con un programa económico de búsqueda del equilibrio fiscal a corto, a mediano y a largo plazo. Ya la agencia calificadora Standard & Poor’s advirtió sobre el bajo crecimiento, el problema fiscal y el incremento de los recaudos tributarios inferior al esperado. Así que el nuevo presidente no puede llegar ni a rebajar los impuestos, ni a aumentar el gasto. En esas circunstancias, el crecimiento en 2018 podría ser inferior al 2,5% que proyectan la mayoría de los analistas. La consecuencia sería el aumento del desempleo y la agudización de la protesta social. Idealmente el nuevo gobierno debe entrar ‘pisando duro’ en materia de reformas económicas para despejar el horizonte de los años siguientes. No hay ningún campo para el populismo.

¿Qué pasará con el desempleo?

El desempleo, que ha venido aumentando ligeramente, puede hacerlo de forma más rápida. La construcción de vivienda no va a ser generadora de empleos en las ciudades, por el inventario actual para la venta, que es relativamente alto. Podría generarse empleo en el sector agrícola, en especial en la producción destinada a la exportación y algo en las ciudades, dado que ya los alcaldes entran en el tercer año de su gobierno. Es de esperar que en Bogotá, por ejemplo, las obras públicas generen más empleo.

¿Qué pasará con la inflación?

Es muy posible que la meta de inflación del Banco de la República del 3% se cumpla sin problema el año próximo, si no hay choques externos, como una sequía o un invierno muy fuertes. No se esperan presiones de demanda sobre los precios.

¿Qué pasará con el dólar y el petróleo?

Un riesgo es que el gobierno encuentre dificultades para financiarse en el exterior, por la incertidumbre sobre las políticas del nuevo gobierno, lo que puede conducir a un ritmo de devaluación más acelerado que el previsto en la actualidad, que considera un precio de dólar promedio en el año alrededor de 3.050 y 3.100 pesos. Si la devaluación aumenta, eso podría tener un impacto sobre el nivel de precios, que se sentiría en 2019. En cuanto al petróleo, es de esperar que el precio internacional se mantenga, al menos en la primera parte del año, en los niveles de finales de 2017 –entre 55 y 60 dólares el barril– con alguna incertidumbre en la segunda parte del año, causada por el posible relajamiento del recorte acordado por la OPEP, que estará vigente hasta junio de 2018.

¿Cuál será el efecto de las elecciones?

El proceso electoral, sin duda, va a tener un efecto negativo sobre el crecimiento de la inversión nacional y extranjera. Se va a percibir un alto nivel de incertidumbre sobre las políticas del nuevo gobierno, hasta no tener claro el rumbo que va a seguir y digerir sus primeras medidas.

 

Mauricio Reina

Economista

 

¿Cómo será el 2018?

Como es natural, en 2018 la economía estará condicionada por la incertidumbre que genera un año electoral. En el primer semestre, el consumo y la inversión mantendrán cierta debilidad, a la espera de los resultados de las elecciones.

¿Qué pasará con el desempleo?

En cualquier caso, el desempleo seguirá creciendo lentamente, más en las ciudades que en el campo, y al final del año rondará el 11 por ciento.

¿Qué pasará con la inflación?

La inflación seguirá descendiendo, estará casi todo el año en el rango meta del Banco de la República (entre 2 y 4 por ciento) y terminará 2018 cerca del 3 por ciento.

¿Qué pasará con el dólar y el petróleo?

El precio internacional del petróleo debe aumentar un poco más en 2018, por las buenas perspectivas de la demanda global y sujeto a la decisión de la OPEP de mantener sus recortes hasta fin de año. Con el precio del petróleo rondando los 65 dólares en promedio en el año, el dólar debería mantenerse alrededor de 3.000 pesos, si el próximo gobierno es serio y se gana la credibilidad de los mercados. Si llegara un gobierno populista, de derecha o de izquierda, la calificación de riesgo de la deuda colombiana bajaría más y el dólar aumentaría sensiblemente.

¿Cuál será el efecto de las elecciones?

Si el próximo gobierno es populista, ya sea de derecha o de izquierda, los consumidores y los inversionistas mantendrán su desconfianza y el crecimiento sería inferior al 2 por ciento. Si el próximo presidente es serio para encarar las necesidades de una nueva reforma tributaria y otra pensional, así como en sus prioridades de gobierno, el crecimiento superaría el 2,5 por ciento.

 

 

Rudolf Hommes

Exministro de Hacienda

 

¿Cómo será el 2018?

Podemos esperar más de lo mismo. No creo que la economía se comporte mucho mejor.

¿Qué pasará con el desempleo?

Creo que se mantendrá. Realmente no pienso que llegue a superar el 10 por ciento.

¿Qué pasará con la inflación?

Como estamos prácticamente en recesión, la inflación continuará controlada.

¿Qué pasará con el dólar y el petróleo?

Sobre el dólar no me atrevo a especular, pero el petróleo probablemente suba un poco. De darse ese aumento, eso ayudaría a la economía nacional, aunque es muy triste que sigamos dependiendo de su precio. Todos los economistas, hasta los conservadores, dicen que hay que hacer reformas estructurales.

¿Cuál será el efecto de las elecciones?

Es posible que las elecciones generen un clima de incertidumbre para la inversión extranjera. Estamos en un mundo de plena incertidumbre, y claro que eso afecta la inversión, mucho más en un país en donde se le hace ‘conejo’ a sus propios acuerdos de paz. Eso no se ve bien en el exterior, porque así como se le incumple a los acuerdos, se le puede incumplir al inversor. Ojalá el nuevo presidente llegue con buenas y novedosas políticas económicas, que permitan superar la pasividad e incertidumbre actual.

 

Cecilia López

Exministra de Agricultura

 

¿Cómo será el 2018?

La reactivación de la economía dependerá mucho del tipo de presidente que vayamos a tener. Porque si el que llega cree que la reactivación solamente depende de los precios internacionales y de lo que suceda en los mercados mundiales, estamos muertos. Colombia tiene que recuperar su base productiva y esa base productiva, por todos los indicadores que tenemos –tanto nacionales como internacionales–, debe estar en el sector rural y en la agroindustria, ya que se nos reconoce entre los siete países que pueden ser despensa alimentaria mundial para cuando tengamos 9 mil millones de habitantes. Pero esto requiere unas decisiones que, los mismos que se quejan de que la economía no crece, no están dejando hacer. No se puede recuperar el agro si no sueltan la tierra. Si no se redistribuye la tierra; si no se cobran los impuestos que corresponden a esos grandes latifundios que nunca han pagado y si los individuos ricos de este país no pagan impuestos, aquí no hay forma de hacer reformas y de incentivar la base productiva.

A la Presidencia tiene que llegar una persona que sea muy fuerte, con mucho carácter, que no esté comprado ni por los politiqueros ricos ni por los ‘cacaos’, porque es el momento de empezar a hacer los grandes cambios, y –si no queremos que se nos vuelva a avivar el conflicto– hay que aplicar y desarrollar los componentes fundamentales de la agenda con las Farc. Además, si el Eln toma en serio las negociaciones de paz, van a quedar unos acuerdos muy parecidos, que responden a muchos de los grandes problemas del país. Eso tiene una oposición muy grande entre la gente que ha vivido de los privilegios de manejar un país en una guerra que no los tocó directamente, o que los favoreció, como es el caso de los grandes latifundistas.

Necesitamos dar un viraje. Este modelo que hemos tenido durante 27 años no ha generado el empleo digno que se requiere. Les han dado limosnas a los pobres para que no generen problemas, y hemos creado unos sectores cuya profesión es ser pobre. Debe haber políticas universales. La salud, por ejemplo, está lista para ser una política universal mediante la cual el Estado tenga el control de los recursos, y los ejecute un sector privado vigilado. Lo mismo pasa con la educación. Todo eso depende mucho del conocimiento y del rompimiento que se haga con estos círculos políticos y empresariales que han dominado la agenda colombiana.

 

¿Qué pasará con el desempleo?

El mercado de trabajo es uno de los temas que todo el mundo esconde, pero aquí hay un problema muy grave, más allá de la informalidad que conocemos, y es la informalidad del empleo en las grandes empresas formales, generada por las famosas Órdenes de Prestación de Servicios (OPS), con las que se da trabajo que puede ser bien remunerado, pero que no tiene vacaciones, ni futuro, ni obliga a los empresarios a pagar parte de las contribuciones de la seguridad social, como manda la OIT. Entonces nos tenemos que tomar en serio el tema del mercado laboral. Aquí hay un problema ideológico que considera que el salario es un costo, pero no reconoce que genera demanda interna. Todos se quejan de que no hay demanda interna, pero no quieren subir el salario mínimo y no quieren dar salarios formales a la gente. Aquí la tasa de desempleo es lo de menos. Lo que necesitamos es que se entienda que vivimos la crisis de un modelo que no genera el empleo digno que se merece toda persona que se ha preparado o se lanza al mercado laboral. Es hora de entender que el mercado laboral necesita análisis más serios y que el salario mínimo no puede ser esta farsa, en la que en las últimas semanas de negociación las partes terminan haciendo lo que les parece y el Gobierno fija un aumento real muy pequeño para la población, que tiene unos ingresos que se convierten inmediatamente en demanda interna, porque los que más gastan todos sus ingresos son los pobres.

¿Qué pasará con la inflación?

La inflación va a estar rondando los límites de la meta establecida por el Banco de la República. No creo que Colombia vuelva a tener una inflación desbordada.

¿Qué pasará con el dólar y el petróleo?

Seguir pensando que el petróleo nos va a resolver los problemas es uno de los profundos errores. Por estar amarrados a un petróleo y a un precio que no volverá a suceder, perdimos los ingresos de una bonanza que nos llegó como una lotería y nos gastamos como una lotería, cuando era el momento para ahorrar. El petróleo no nos va a cambiar la situación mientras nosotros no tengamos una base productiva sólida y nuestras exportaciones sigan iguales a las de siempre. Nuestra dependencia con el petróleo es una equivocación. No somos un país petrolero, pero tenemos petróleo, no somos una potencia en minería, pero tenemos minerales, luego hay que seguir produciendo tanto petróleo como minerales, pero eso no nos va a resolver la desaceleración de la economía per se. En cuanto al dólar, creo que puede estar alrededor de los $3.000. Este precio debía haber estimulado mucho más las exportaciones de la industria, pero no lo hemos logrado porque la industria está ‘de capa caída’, debido a que los industriales es más lo que lloran que lo que hacen.

¿Cuál será el efecto de las elecciones?

En el exterior están muy emocionados con lo que no están emocionados los colombianos, y es con el fin del conflicto con las Farc. Eso ha animado la inversión extranjera. Creo que si no seguimos con esta campaña –en la que se están ofreciendo cosas que no van a ser ciertas, como una disminución de impuestos para las empresas, que supuestamente se compensa con el fin de la evasión y el contrabando–, y si llega a la Presidencia alguien que garantice estabilidad y crecimiento con argumentos serios, la inversión extranjera no se va a ver afectada.

La gente se afuera es mucho más astuta, sabe que Colombia acabó con un conflicto que era un freno para invertir en muchas regiones y que el Gobierno está dando estímulos para inversión en zonas de conflicto. Lo que se quiere es que lleguen a la Presidencia personas sensatas, entonces yo sí le pondría mucho cuidado a la campaña para que los candidatos dejen de estar diciendo cosas que las personas inteligentes no creen, y digan cosas serias sobre el país. Es un momento de grandes problemas, pero de grandes oportunidades.

 

Ricardo Ávila

Economista y director de Portafolio

 

¿Cómo será el 2018?

La economía debería comportarse mejor, con una tasa de crecimiento que los analistas sitúan cerca del 2,5 por ciento. Aunque mejor que la del 2017, dicha cifra es insuficiente para conseguir reducciones en el desempleo y solucionar la estrechez de las finanzas públicas. Puesto de otra manera, seguiremos por el ‘carril lento’ en términos de desempeño económico, lo cual no es muy alentador.

¿Qué pasará con el desempleo?

Muestra tendencia al alza, básicamente porque la capacidad de la economía de crear puestos de trabajo que absorban la entrada de más personas a la fuerza laboral es insuficiente. Sectores que en el pasado contrataron a miles de personas, como el comercio, están ‘de capa caída’.

¿Qué pasará con la inflación?

Debería seguir disminuyendo hacia el 3 por ciento anual, que es el punto medio del rango fijado como meta por el Banco de la República. No obstante, las autoridades deberán estar atentas a eventuales sorpresas para que la carestía no se vuelva a desbocar, como en 2016.

¿Qué pasará con el dólar y el petróleo?

Nadie puede hacer una proyección segura sobre dos variables que son volátiles. Lo cierto es que si el petróleo se mantiene sobre los 60 dólares el barril y no hay grandes sobresaltos económicos en el plano internacional, el dólar debería oscilar entre 2.900 y 3.100 pesos. Todo ello bajo el supuesto de que el nuevo gobierno en Colombia tenga una política económica ortodoxa y no tome decisiones que asusten a los mercados.

¿Cuál será el efecto de las elecciones?

Si el presidente que sea elegido se compromete a manejar la economía de manera responsable, evitando que el déficit fiscal se dispare y prometiendo reformas que busquen hacer el país más competitivo, la señal será positiva para los inversionistas extranjeros. El discurso tiene que apuntar a devolverle la confianza perdida a los consumidores, algo fundamental para que la demanda interna reaccione y la economía crezca a mayor velocidad.

 

 

*Publicado en la edición impresa de enero de 2018.