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14 de Noviembre de 2017
Por:
Ana Catalina Baldrich

Revista Credencial.

¿Por qué los gringos no se desarman?

La historia oficial estadounidense cuenta que el coronel William Church y el general George Wingate, consternados por la falta de puntería de sus tropas, decidieron fundar una asociación para promover y fomentar el tiro con rifle sobre una base científica. Así nació, en 1871, la Asociación Nacional del Rifle. Con el paso del tiempo, la asociación compró un terreno –financiado por el estado de Nueva York–, para practicar, celebró las primeras competencias, promovió el tiro como una práctica deportiva en los colegios y universidades, capacitó a quienes obtenían armas y comenzó a defender la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense, que protege el derecho del pueblo a poseer y portar armas.

Según su página de internet, en la década de los noventa la NRA (por sus siglas en inglés) “realizó un movimiento dramático para garantizar que el apoyo financiero, para las actividades relacionadas con armas de fuego, estuviera disponible ahora y para las generaciones futuras”. Ese genial movimiento fue la creación de la Fundación NRA, exenta del pago de impuestos, que recauda millones de dólares para financiar la seguridad de armas y proyectos educativos. “Las donaciones a la fundación –dice la NRA– son deducibles de impuestos y benefician a una variedad de distritos electorales en los que caben jóvenes, mujeres, cazadores, tiradores competitivos, recolectores de armas, agentes del orden y personas con discapacidades físicas”.

Hoy, a pesar de las críticas, los tiroteos en masa y los intentos por aumentar el control al uso de las armas en Estados Unidos, la Asociación Nacional del Rifle cuenta con 5 millones de miembros, es reconocida como una importante fuerza política y se define como el principal defensor de la Segunda Enmienda y la principal organización de educación de armas de fuego en el mundo.

John Lott, presidente del Centro de Investigación para la Prevención del Delito (una organización que estudia la relación entre las leyes que regulan la propiedad o el uso de armas, el crimen y la seguridad pública), cuenta que, pese a la percepción internacional sobre un creciente rechazo a la Asociación Nacional del Rifle en Estados Unidos, la realidad demuestra que la NRA cuenta con niveles de aprobación mayores que los de muchos de los políticos que la atacan. Según la más reciente encuesta sobre el tema, realizada por Gallup en octubre de 2015, el 58% de los estadounidenses dice tener una impresión favorable de la NRA. Una aprobación que también se refleja en el número de armas en manos de la población. Una encuesta de la NBC y el Wall Street Journal, de agosto de este año, reveló que el 48% de los hogares posee armas.

“A julio de este año, había 16,3 millones de titulares de permisos para portar armas, con un aumento récord de 1,83 millones en permisos frente al mismo mes del año pasado”, dice el presidente de Centro, que no acepta financiación para sus investigaciones de la NRA ni de otras organizaciones que tengan vínculos con fabricantes de armas o municiones.

Balas sobre Columbine

El 20 de abril de 1999 quedó marcado en la historia estadounidense. Ese día, dos estudiantes de último año de la secundaria de Columbine, en el estado de Colorado, ingresaron a su escuela, dispararon más de 900 balas con armas adquiridas de manera legal y asesinaron a 12 estudiantes y a un maestro, antes de suicidarse. El caso originó manifestaciones de hasta 7.000 personas en Denver, Colorado, y avivó el debate en torno al aumento del control y las restricciones a la venta de armas y municiones. Igualmente, fortaleció la lucha de la Asociación Nacional del Rifle por la defensa de su derecho a poseer y portar armas.

Diez días después de la masacre, y pese a las protestas, la NRA celebró una reunión en Denver a la que asistió el entonces presidente de la organización, el actor Charlton Heston, quien, ante un auditorio abarrotado por 3.000 personas, dijo: “Tenemos trabajo por hacer, corazones que remendar, un mal al que derrotar y un gran país al que unir. Podemos tener diferencias y volveremos a tener tragedias indescriptibles, pero cuando se ponga el sol esta noche en Denver, y por siempre jamás, dejemos que lo haga al son de nosotros, un pueblo seguro. En nuestra tierra de hombres libres y hogar de hombres valientes. Yo al menos pienso hacer lo que me toca”.

La premonición que ese día hizo Heston, quien falleció en 2008, no fue descabellada: “Volveremos a tener tragedias indescriptibles”. Según la cadena CNN, contando la masacre de Colombine, desde 1999, en Estados Unidos se han producido veinte tiroteos masivos, en los que han muerto 332 personas, en 15 de los 50 estados del país.

Cada masacre aviva el debate. Sin embargo, una vez que pasan los días, los analistas olvidan el tema, los políticos sacan de sus discursos el control de las armas y la NRA lanza nuevas campañas publicitarias. Mientras tanto, en silencio, los estadounidenses continúan aumentando su arsenal personal al punto de que ni los investigadores se aventuran a dar cifras reales sobre el número de armas que la población tiene en sus manos. El reporte sobre comercio de armas en Estados Unidos, elaborado por el Departamento de Justicia, dice que para abril de este año se habían registrado 5’203.489 armas en todo el país, frente a las 4’436.096 registradas hasta febrero de 2016. John Lott aclara que esta estadística solo incluye armas fuertemente reguladas, como las ametralladoras. “Esta lista no incluye rifles y revólveres semiautomáticos o cargados manualmente. Esta lista solo incluye una pequeña fracción de pistolas de propiedad legal”.

Agrega que las cifras de armas en Estados Unidos son subestimadas: “La única forma en que conocemos el número de armas en los hogares estadounidenses es a través de encuestas, pero está bastante claro que un porcentaje significativo de estadounidenses no desea responder esas preguntas, por lo que pensaría que las encuestas son una subestimación de la propiedad de armas”.

Un lobby millonario

La más reciente encuesta de la firma Gallup sobre el control de armas, realizada en octubre del año pasado, reveló que el 55% de los consultados cree que las leyes que rigen la venta de armas deberían ser más estrictas. Pese a esto, los intentos del expresidente Barack Obama para fortalecer, por ejemplo, la revisión de antecedentes para quienes quisieran adquirir un arma, fracasó en el Congreso.

A comienzos de octubre The Washington Post aseguró que desde 1998 la Asociación Nacional del Rifle ha donado 4,23 millones de dólares a los miembros actuales del Congreso, mientras que The New York Times aseguró que los frenos a este tipo de iniciativas vienen de los republicanos, quienes reciben apoyo financiero de la NRA. Según el diario, que publicó el listado de los diez principales beneficiarios de las donaciones de la organización, en el Senado, John McCain ha recibido 7’740.521 dólares de la NRA; en la Cámara, French Hill encabeza el listado con donaciones por 1’089.477 dólares.

Sin embargo, para John Lott, estos números no explican la efectividad de la lucha de la Asociación Nacional del Rifle por impedir más controles en la venta y porte de armas. Según él, entre 2013 y 2016 Michael Bloomberg, quien es el mayor donante para asuntos de control de armas, repartió 48 millones de dólares a candidatos que se postulaban para una oficina federal. “La iniciativa de Bloomberg solo logró la victoria en Nevada, en donde los ciudadanos no podrán transferir sus armas de fuego de forma privada sin pasar por una verificación de antecedentes”.

“Bloomberg –agrega Lott– entrega 50 millones de dólares al año a la organización Everytown for Gun Safety –un movimiento que presiona más regulaciones–; esto es dos y media veces más que la cantidad de dinero gastada por la NRA en actividades políticas. Además, los defensores del control de armas también reciben una gran cantidad de cobertura de noticias gratuita y favorable”.

Para el exmarine Joe Pezler (ver recuadro), las donaciones sí consiguen los propósitos de la Asociación Nacional del Rifle. “Los políticos en Estados Unidos típicamente se preocupan por tres cosas: votos, trabajos y donaciones de campaña. La NRA dona una buena cantidad de dinero a los políticos en los Estados Unidos”.

Lott admite que la NRA es poderosa y puede, incluso, influir en la elección del presidente de Estados Unidos, aunque afirma que esto no se debe al dinero. “Es porque la mayoría de los estadounidenses confían en ellos para proporcionar información precisa, y porque a muchos estadounidenses les importa la capacidad de defenderse a sí mismos y a sus familias. Los estadounidenses saben que la policía es muy importante para reducir el crimen, pero también saben que la policía casi siempre llega a una escena cuando el crimen ya fue cometido”.

Con o sin dinero, poder, campaña, publicidad, miedo o debate, lo cierto es que desde los tiempos de la masacre de Colombine, la Asociación Nacional del Rife tiene pendiente demostrar que, como reza su eslogan, Estados Unidos es “el lugar más seguro de la libertad”.

La campaña del miedo

Durante 20 años, Joe Plenzler prestó servicio para el Cuerpo de Marines de Estados Unidos, combatió en Irak y Afganistán y fue por 10 años miembro de la Asociación Nacional del Rifle. Hasta que vio La violencia de las mentiras, un documental que, a comienzos de abril de este año, la NRA publicó en su canal de YouTube. Las imágenes en blanco y negro van acompañadas de la voz de Dana Loesch, representante de la Asociación, quien va diciendo: “Utilizan sus medios para asesinar noticias reales. Utilizan sus escuelas para enseñarles a los niños que su presidente es otro Hitler. Utilizan sus estrellas de cine y cantantes, los programas de comedia y las entregas de premios para repetir su narración una y otra vez. Y luego usan a su expresidente para respaldar la resistencia. Todo para hacerlos marchar. Todo para hacerlos protestar; hacerlos gritar racismo, sexismo, xenofobia y homofobia; para aplastar autos, quemar ventanas, cerrar carreteras interestatales y aeropuertos, abuchear y aterrorizar a los respetuosos de la ley; hasta que la única opción que queda es que la Policía haga su trabajo y detenga la locura. Y cuando eso pasa, lo usan como excusa para su indignación. La única forma de parar esto, la única manera de salvar a nuestro pueblo y nuestra libertad, es luchar contra esta violencia de mentiras con los puños cerrados de la verdad”.

Para Plenzler, tamaña propaganda fue la gota que rebosó la copa. “La última campaña –dice el veterano– es una campaña de miedo, poco ética. Esa serie de videos realmente me disgustó. Han abandonado sus principios fundacionales y ahora están involucrados en una siniestra guerra cultural en Estados Unidos. Están satanizando a la mitad de la población estadounidense en sus esfuerzos por recaudar dinero y reclutar miembros, y eso está mal”.

¿Por qué se hizo miembro de la NRA?

Porque el campo de tiro al que me uní requería la membresía de la NRA para ser miembro y disparar allí.

¿Y qué es en realidad NRA?

Comenzó después de la guerra civil para enseñar puntería y manejo seguro de armas. Hoy día, creo que son meramente un esfuerzo de cabildeo bien financiado para beneficiar a la industria de las armas. En mi opinión, no representan las opiniones de la mayoría de los propietarios de armas y no están trabajando para que nuestras comunidades sean lugares más seguros para vivir y trabajar.

¿Y es tan poderosa como parece?

Menos del 10% de los propietarios de armas en Estados Unidos pertenecen a la NRA, pero sigue siendo influyente a nivel federal y estatal, en detrimento del pueblo estadounidense.

¿Tiene idea de cuánto dinero de la industria de armas recibe la NRA?

Su declaración de impuestos de 2015 muestra ingresos por 336 millones de dólares. Afirman tener 5 millones de miembros y sus cuotas son de 35 dólares por año. Entonces, las membresías solo representan unos 175 millones de dólares de esos ingresos por año como máximo. No adivinaré cuánto obtienen de los fabricantes de armas.

¿Cree que los estadounidenses realmente necesitan armas para estar seguros?

La Constitución de Estados Unidos, en virtud de la Segunda Enmienda, otorga a los ciudadanos el derecho a guardar y portar armas. Este derecho individual fue reforzado por nuestra Corte Suprema bajo la decisión de Heller. Creo en la Segunda Enmienda y en el derecho de una persona a proteger su vida y propiedad, pero no creo que la Segunda Enmienda sea un derecho absoluto de poseer cualquier arma. Creo que los civiles tienen derecho a poseer armas de fuego para la caza y la autodefensa, pero no creo que a los civiles se les debe permitir poseer armas de grado militar, como las armas utilizadas en la reciente masacre de Las Vegas. Muchos civiles creen que tener un arma en su hogar los hace más seguros, pero sin un entrenamiento consistente y realista, en realidad se vuelven menos seguros y propensos a sufrir lesiones.

¿Cuál sería la solución para disminuir los tiroteos y respetar la Segunda Enmienda?

Creo que tenemos que reconsiderar los tipos de armas que están disponibles para que los civiles las compren. Creo que deberíamos tener una verificación de antecedentes en el ámbito nacional para mantener las armas fuera de las manos de las personas que no deberían tenerlas. Creo que todas las armas de fuego deben tratarse como automóviles. Deberíamos licenciar su uso, después de que el ciudadano pueda demostrar un manejo y dominio seguros; registrar y rastrear el arma desde la fabricación hasta la destrucción, y requerir que quienes poseen armas de fuego tengan un seguro de responsabilidad, especialmente si portan. Creo que hay muchos pasos que podemos implementar para reducir la violencia relacionada con armas en Estados Unidos y en todo el mundo.

Dice que la NRA utiliza la campaña del miedo. ¿Cree que esto hace de Estados Unidos un lugar más seguro?

El miedo es una poderosa emoción humana y tiene una tremenda capacidad para persuadir a las personas a cambiar su comportamiento. Los datos muestran que las ventas de armas aumentaron después de cada tiroteo en masa, y muchos piensan que esto se debe a que las personas creen que el Gobierno tomará medidas drásticas contra la venta de armas. Más armas nos hacen menos seguros. He estado en varios países donde tuve que llevar armas cargadas, por mi seguridad y la seguridad de mi equipo, y digamos que esos no eran lugares donde quisiera vivir. La verdadera libertad no puede ser llevar una pistola dondequiera que vaya. La verdadera libertad es poder caminar con seguridad en público a través de una sociedad civilizada donde las personas respetan los derechos de los demás. Una de las mejores cosas de volver a casa desde las zonas de combate era entregar mis armas militares a la armería y volver a ver a mi familia.

 

 

*Publicado en la edición impresa de noviembre de 2017.