Archivo Particular
8 de Marzo de 2018
Por:
Redacción Credencial

A propósito del Día Internacional de la Mujer, destacamos a estas mujeres que por su innovación, disciplina, persistencia y vocación han logrado poner el nombre de Colombia en alto.

Las ocho colombianas sorprendentes de Credencial

Adriana Rubio, la comunicadora social que ideó un juego que enseña a multiplicar

 

Un domingo hace tres años, Adriana ayudaba a la hija de su esposo con las tablas de multiplicar. La costumbre dicta repetir una y otra vez: tres por uno, tres; tres por dos, seis; tres por tres, nueve. Sin embargo, esto no era suficiente para que la niña recordara los resultados de todas las combinaciones.

Adriana, que no era pedagoga ni tenía experiencia en educación primaria, afirma que recibió “una inspiración divina” y que fue Dios –el mismo que le mostró el camino para hacer maletas, dejar Colombia y radicarse en Chile un año atrás– el que le dio las pautas para cambiar el método de estudio. Recortó papeles. En unos, escribió las multiplicaciones; en otros, los resultados. Y así, jugando, la hija de su esposo aprendió las tablas y Adriana comenzó su proyecto de vida: HoliMaths.

El juego resultó tan revolucionario que ganó los Academic’s Choice Awards –un importante premio educativo internacional– en la categoría Brain Toys, por desarrollar habilidades cognitivas, incentivar responsabilidad, honestidad, cooperación y respeto, y facilitar el uso de las matemáticas. Hoy 50 colegios en Chile y 10 en Colombia utilizan HoliMaths X, un juego de cartas que, según su creadora, cumple con la promesa de enseñar las tablas y desarrolla pensamiento lógico, creativo, estratégico, razonamiento espacial, toma de decisiones y solución de problemas. 

 

*Foto: Archivo Particular / Matias Román

 

 

Rosamira Guillén, la arquitecta que restaura el hogar del tití

 

Rosamira Guillén, cofundadora y directora ejecutiva de la Fundación Proyecto Tití, entendió, junto a su equipo, que para cumplir su misión de proteger al tití cabeciblanco –un primate del tamaño de una ardilla que habita en los departamentos de Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba y un pedazo del Urabá antioqueño, y está en peligro de extinción– la tarea científica no sería suficiente. Por eso, durante 10 años se ha dedicado a fortalecer y perfeccionar lo que ella denomina “un proyecto integral de conservación”.

 

Con el fin de aumentar el porcentaje de bosque seco, hogar del tití que llegó al 2% del original por cuenta del desarrollo humano, y cambiar los datos del peligro de la especie que –según Guillén– en 2006 registraban alrededor de 7.400 ejemplares, conjugó la investigación científica, la conservación de bosque, la educación ambiental y la economía sostenible.

 

Como resultado, consiguió conocer la especie; crear áreas protegidas y reservas privadas; enseñar a los niños y a los jóvenes la importancia del bosque, y proponer una alternativa a la tala y a la caza con base en fabricar mochilas con bolsas plásticas, elaborar peluches de titíes y reciclar botellas. “Con los campesinos –dice Rosamira– tenemos unos acuerdos de conservación. Ellos se comprometen a cuidar su pedazo de bosque y a cambio reciben apoyo en la inversión de su tierra para hacerla productiva de manera sostenible”.

 

El año pasado, National Geographic reconoció a Rosamira por su liderazgo en conservación, al construir un modelo que ya cuenta con 70 hectáreas de reserva privada de bosque, que benefician la supervivencia del tití.

 

*Foto: Archivo Particular / Ronald de Hommel

 

 

 

 

Clare Weiskopf, la directora de Amazona, el documental colombiano del 2017, cuadra cuentas con su madre.

 

“Cuando uno está haciendo una película cree que está transmitiendo un mensaje, pero puede que para el espectador no sea tan claro”. Clare Weiskopf, la directora del documental colombiano Amazona, pensó eso con su largometraje. La película debutó en el Festival Internacional de Cine de Cartagena del año pasado y ganó –junto al productor Nicolas Van Hemelryck– el premio del público. No parece mucha gracia, pero la tiene. Significa que los asistentes al Festival prefirieron, entre todas las películas –que incluían las de ficción–, un documental. Meses más tarde, este documental alcanzó una sorprendente marca de seis semanas en cartelera, algo que no consiguen muchas películas colombianas de ficción. Amazona es, sobre todo, una cinta honesta: parte de la necesidad de Clare de ir al Amazonas a buscar a su madre, Valerie, para cuadrar sus cuentas con ella porque se sintió abandonada cuando Valerie, de buenas a primeras, prefirió la libertad de la selva a la crianza de sus hijos. Quizás el mayor valor de la cinta sea que no intenta hacer una denuncia moral ni hallar una respuesta al dilema de si es mejor sacrificar la vida en favor de los hijos o seguir el camino sin sentirse culpable. Amazona busca comprender. “No voy a negar que recibir premios no sea una delicia, pero el mayor premio que he conseguido hasta ahora ha sido la respuesta de la gente; haber logrado que, después de ver la película, no buscaran una respuesta sino muchas preguntas. Eso es lo más emocionante durante todo el proceso”, cuenta Clare.

 

Amazona participó el año pasado en más de 20 festivales de cine alrededor del mundo, obtuvo dos nominaciones en los Premios Fénix en las categorías de mejor fotografía de documental y mejor música, y ganó el Premio GOYA a mejor película iberoamericana en la selección de la Academia Colombiana 2017.

*Foto: Archivo Particular 

 

Elisa Estévez, ganadora del Premio de Novela Jóvenes Talentos

 

 

La novela que terminó de escribir a los 17 años y que acaba de ganar el Premio de Novela Jóvenes Talentos, organizado por Editorial Planeta y la Librería Nacional, no será el inicio de una nueva vida. “Al contrario, creo que es la consecuencia de una vida que ya se había venido dando, que ya había escogido hace bastante. La vida de artista, dedicar el tiempo a la pintura y el dibujo”. Y, claro, a la literatura. Elisa dejó el colegio, con el consentimiento de sus padres, para concentrarse en sus propios proyectos. Uno de estos fue Atala y Elisa, una novela sobre una niña que durante el sueño se convierte en otra, que se hace muchas preguntas, que conversa con los autores literarios, que inventa una amistad con el poeta Raúl Gómez Jattin. “Impecablemente escrita”, en palabras de Paola Guevara –uno de los jurados–, y muy estructurada, con grandes interrogantes sobre el arte, la poesía, la familia y la vida desescolarizada. “El tema lo tenía más o menos claro: el sueño, la muerte y las preguntas. Pero los demás fueron apareciendo y eso me ayudó a darme cuenta de muchas cosas sobre mí”.

 

El concurso, que parecía muy arriesgado porque se trataba de menores de edad que debían escribir una novela de al menos 150 páginas, resultó un éxito en el número de participantes: alrededor de 100 manuscritos, entre los que se escogieron 8 finalistas. “Había unos temas tremendos, muy elaborados. Había novelas de niños de 13 y 14 años. Quedamos sorprendidos”, dice Paola. Al final, la de Elisa resultó ser la más sobresaliente. “La escribí porque lo necesitaba. Era más grande que yo, aunque no creo que haya sido una decisión tan clara, solo se fue dando. Me sentía poderosa y libre. No sentía que debiera preocuparme por lo que pensaran los conocidos. Ni por mi encierro, ni mi tristeza, ni nada en el mundo que me hiciera sentir pequeña. Me sentía así: poderosa y libre. Por eso me gusta tanto escribir”. 

 

*Foto: Diego Santacruz

 

Sara López, la campeona mundial de tiro con arco

 

Con o sin ventaja, la pereirana Sara López bloquea la mitad del campo de su oponente para concentrarse en ella y en sus marcas personales. Si va perdiendo, no se entera; si va ganando, tampoco. En el último tiro, López solo mira su arco y el blanco. Si obtiene un diez, sonríe; si obtiene un cero, también. Con esa fórmula se ha mantenido los últimos 5 años, desde que su entrenador, Ever Mantilla, le dijo que podía ser campeona mundial de tiro con arco.

 

El año pasado la arquera logró el oro en el Mundial de Tiro con Arco en Roma y se convirtió en tricampeona en la modalidad de arco compuesto, luego de los títulos de Lausana 2014 y México 2015.

 

López llegó a este deporte por un amigo, quien más bien parecía un hermano. A los 13 años empezó a entrenar por diversión, y en pocos meses el entrenamiento se transformó en necesidad. Viajaba a campeonatos nacionales, pero creía que ocupaba buenos lugares por suerte, no por talento. Y así pasó varios años. En 2013 apareció Mantilla. “Ese mismo año teníamos los Juegos Mundiales en Cali, y Colombia contaba con dos cupos para mujeres y dos para hombres. Mi entrenador dijo: ‘vamos a entrenar para ganarnos ese cupo’. Yo la verdad no era tan buena”, cuenta.

 

Y la pereirana logró el año pasado el cupo a Turquía. Dio en el blanco y ganó el oro para Colombia. “Ese mismo año rompí el récord del mundo, con puntuación perfecta, fui la primera mujer en la historia en haber hecho puntaje perfecto. Viajé a la final de la Copa del Mundo. Fue un salto ‘del cielo a la tierra’, pasar de ser no reconocida a ganar esos oros y tener récords mundiales. Me di cuenta de que en verdad tenía potencial, de que no había ganado por suerte o por casualidad sino que había algo que debía trabajar más y así podía tener un mejor futuro”, recuerda.

 

Con un palmarés imbatible, Sara decidió alternar la Medicina con el arco. Cree que el arco le da ese escape de la realidad que no le da ninguna otra actividad. “Mi carrera es muy difícil, pero cuando estoy en el campo olvido todo”. Siempre sonríe, aun cuando pierde. Sin embargo, han sido más las sonrisas en el podio.

*Foto: El Tiempo / Juan Pablo Rueda Bustamante

 

Lido Pimienta, la artista que ganó el premio de música más prestigioso de Canadá

 

La artista barranquillera Lido Pimienta ganó el año pasado el Polaris Music Prize en Canadá, el más prestigioso galardón de la escena musical de ese país, gracias a su disco La Papessa, cantado en español, en el que propone nuevas creaciones musicales al reemplazar baterías o guitarras eléctricas por tamboras o maracas.

 

Pimienta cuenta que su momento más íntimo con la música es cuando le canta a su hijo en brazos. Siente que su música abre puertas y caminos y almas, y para eso no necesita traducciones. “Estar en un escenario –comenta– en donde la gente ‘no te entiende pero te siente’ es algo muy hermoso. Mi música no necesita de etiquetas ni de traducciones. Es el lugar más cómodo que tengo, es donde soy yo al mil por ciento”.

 

La cantante, de 31 años, comenzó su carrera musical en bandas de hardcore a los 11 años. Pasó por el hip hop y el metal hasta llegar a la música afro colombiana. Se mudó a Canadá con la idea de seguir su proyecto musical. Allí abrió MySpace, y desde esa red social empezó a subir sus propias canciones, lo que permitió que mucha más gente supiera de ella.

 

Para ella la tambora, las maracas o una caja vallenata son instrumentos que tienen el mismo o hasta más valor que el que se le otorga a una guitarra o a un bajo eléctrico. Los combina con diferentes instrumentos hasta lograr lo que hace: “que es, más que nada, música electrónica”. 

 

*Foto: Archivo Particular / John Paille

 

 

 

Sofía Gómez Uribe, la deportista que en una sola semana batió el récord mundial de apnea en descenso con peso constante y bialetas. 

 

No va a poder. Lo sabe desde antes de sumergirse. No es ni siquiera un presentimiento. No va a poder, pero, si no lo intenta, no se va a quitar esa agitación que carga desde que se levantó. “Trataba con todas mis fuerzas de no estar nerviosa, pero los pensamientos negativos eran mucho más fuertes que los positivos. Pasa en todas las cosas de la vida. Por más que uno quiera ser el más Paulo Coelho, lastimosamente los pensamientos negativos les van a ganar a los positivos. Eso es lo más difícil de hacer apnea: subir el volumen de los pensamientos positivos y no dejar que los negativos ganen”.

 

Lógico. Sofía vive de contrariar la naturaleza humana. Su tarea es dejar de respirar, y el cerebro, en defensa de la vida, siempre hará hasta lo imposible por sabotear esa voluntad. Los pensamientos negativos son estratagemas de la mente para evitar el riesgo: “ni lo intentes, no lo vas a lograr. Qué estás haciendo ahí, sube de inmediato”. Si eso ocurre a un solo metro de profundidad, calculen un pensamiento de estos a más de ochenta metros. “Es 100 veces más potente” –calcula–.

 

El miércoles 5 de julio,  Sofía logró un nuevo récord, 83 metros, que serían 84 el viernes siguiente en dos minutos y cuarenta segundos. Dos récords mundiales en una semana. Y eso que hasta ahora está comenzando. Después de descubrir casi por casualidad que era muy buena aguantando la respiración, Sofía lleva unos cuatro años dedicada de lleno a la apnea. Tiene 25 y una vida por delante para seguir descendiendo cada vez más profundo. La apnea también tiene eso: es la única actividad en la que se pueden vanagloriar de lo hondo que han caído.

 

El pasado 5 de octubre, la ucraniana Natalia Zharkova y la eslovena Alenka Artnik llegaron a 85 metros, uno más que la colombiana. Pero a Sofía le tiene sin cuidado. “Es más chévere tener competencia. Hoy lo rompo, mañana hacen 85 y luego yo 87, y así. Apenas estoy comenzando y, si voy poco a poco, no tendré un récord sino diez”. Lo importante, para ella, es disfrutarlo. “El 90 por ciento de las inmersiones son la felicidad máxima. La caída libre es una de las sensaciones más chéveres que hay. Literalmente uno está quieto y sintiendo el agua pasar por la cara y por las manos y por todo el cuerpo. Esa soledad, ese silencio, y estar simplemente quieto y cayendo a la profundidad del mar es súper chévere. Es conectarse con el mar, con el agua, con todo lo bonito del universo. Yo me siento pertenecer”.

 

*Foto: Esteban Duperly / Cortesía: Revista Carrusel

 

Claudia Barona y Andrés Benavides, la ingeniera industrial y el abogado artífices de un plato que germina

 

Después de casarse con el abogado Andrés Benavides, Claudia se dedicó a trabajar en una pequeña empresa de papel artesanal que había fundado su esposo años atrás. Pensó en crear un producto de consumo masivo, ya que en términos económicos el papel artesanal no es muy rentable. En esa búsqueda Claudia y Andrés pensaron en una imagen que les solía preocupar: al finalizar cada fiesta, asado o paseo, las bolsas quedaban abarrotadas de platos, cubiertos y vasos de plástico que terminarían en un vertedero de contaminación. Decidieron hacer un producto útil, biodegradable, innovador y que no obligara a la tala de árboles para elaborarlo.

 

Hicieron pruebas con fibras naturales de la corona de la piña y la cáscara de maíz, y consiguieron tres de sus objetivos: fabricaron un plato que se degrada en tres semanas y no requiere de talar árboles. En su idea de contribuir con la mitigación de los daños ambientales, quisieron que su plato se pudiera convertir en una planta. “Logramos incluir en nuestro material semillas, y que esas semillas germinaran. Usas tu plato en la fiesta, lo siembras en una matera, lo riegas, y en un tiempo tienes una plata”, dice Claudia.

 

LifePack, la empresa de Claudia y Andrés, fabricó su primer plato en 2009. Hoy –además de vender sus productos en una cadena nacional y en su propia tienda en Cali– exportan a Estados Unidos y preparan los primeros envíos para Ecuador y Panamá. 

 

*Foto: Archivo Particular

 

 

*Publicado en la edición impresa de diciembre de 2017.