Laure Berthaud, de "Engrenages"
Laure Berthaud, de "Engrenages"
21 de Junio de 2016
Por:
Carolina Sanín

Una nueva heroína se viene perfilando en las series policíacas. Es solitaria, intuitiva, seria y desconoce la frivolidad.

La detective

Hay una heroína reciente, o que en todo caso ha venido perfilándose más y más en los últimos años, en series policiacas de televisión: la detective solitaria. A veces trabaja junto a un hombre, en una relación con cierta tensión sexual, como la investigadora de las series de los años ochenta. Sin embargo, a diferencia de esta, nuestra nueva detective es más fuerte que su compañero; es la jefa, la permanente, la irreemplazable. Su don para la detección y la persecución es extraordinario, único. Es recia y obstinada, quizás obsesiva. Vive sola. Es soltera. No tiene hijos o, cuando los tiene, no se ocupa mucho de ellos. Trabaja sin cansarse y puede pasar noches enteras en la estación de Policía. Es indestructible. Mientras atrapa criminales, no queda atrapada en relaciones sentimentales. Es sumamente seria. Desconoce la frivolidad. Es libre en su vida sexual, a veces promiscua. Tiene un trauma infantil y un problema sicológico de gravedad variable. Mantiene el equilibrio, aunque en muchas ocasiones se encuentra al borde de perderlo. Tiene entre treinta y siete y cincuenta años. Es deseada, misteriosa, atractiva. En algunas series su estilo es de ejecutiva matronil y, en otras, es desaliñado, un poco salvaje.

Este personaje ―esta arma nacional contra el crimen― reivindica la curiosidad y la intuición femeninas. Es una buena versión de la bruja: escudriña los secretos, domina la información, penetra en lo oculto, hace asociaciones que parecen improbables. Sin embargo, trabaja en el marco de un departamento de Policía, bajo el mando de hombres menos visionarios que ella, a cuya autoridad se enfrenta periódicamente. Sus sucesivas derrotas frente a sus superiores le recuerdan que no detenta el poder aunque tenga la habilidad, pero conducen siempre a su triunfo final, que equivale al triunfo de la ley, la justicia y el orden. En esa subordinación, nuestra detective difiere de quien quizá sea su abuela, la inquieta y suspicaz Miss Marple, una solterona rural que resolvía misterios, independientemente y como aficionada, en las novelas de Agatha Christie.

El primer ejemplo de la detective solitaria contemporánea que me viene a la mente es Olivia Benson, interpretada por Mariska Hargitay en Law and Order: SVU. Hasta hace unos años trabajaba en pareja con el irascible y conservador Elliot Stabler (Christopher Meloni), pero luego fue nombrada jefa. Es hija de una violación e investiga violaciones. Tuvo una mala relación con su madre. Es melancólica, fuerte y dulce. También la fascinante y remota Saga Norén (Sofia Helin), de la serie Bron/Broen, fue maltratada por su madre. Es implacable y, a diferencia de Olivia, no es empática. Se pone en todos los episodios la misma ropa. Sufre de síndrome de Asperger. Usa a los hombres como objetos sexuales, que es lo mismo que hace la serena y eficiente Stella Gibson (Gillian Anderson), de The Fall, que deja locamente enamorados a sus colegas tras pasar una noche con ellos. Sarah Linden (Mireille Enos), de The Killing, es desapegada en sus relaciones de pareja y es una madre desatenta. Fue abandonada en la infancia. Es adusta y tiene una belleza desaliñada, como la capitana Laure Berthaud (Caroline Proust), de Engrenages, quien es ruda, decidida y furiosa en la estación de Policía, pero se confunde, como las demás, en las relaciones íntimas. Todas son respetadas por sus compañeros. Los hombres se sienten protegidos por ellas y, a la vez, en peligro con ellas.

Junto con la combinación de incompetencia afectiva y alta competencia investigativa, y la aparente contradicción entre independencia femenina y sujeción a la jerarquía masculina del cuerpo de policía, me llama la atención, en la detective solitaria, que su aspecto de femme fatale la convierte en destructora de hombres y su excentricidad la convierte en destructora del orden social, como los criminales a quienes persigue. Al mismo tiempo, su vulnerabilidad, su condición enigmática, su soledad y su género la identifican con la víctima, que casi siempre es una mujer asesinada por una desviación del deseo. Pienso que nuestra nueva heroína es a la vez la asesina, la víctima muerta y la detective, y que es de ese lugar múltiple de donde viene su poder. Me gusta este nuevo personaje que hemos inventando, pero no tengo muy claro qué queremos decirnos sobre las mujeres a través de él.