Foto: Humberto Quevedo.
4 de Marzo de 2013
Por:
Redacción Credencial

En el cumpleaños número cincuenta de El Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO), le pedimos a su directora –en ese entonces– Gloria Zea, que a través de su definición de trece palabras nos contara la historia de este centro cultural.

Así se construyó el MAMBO según Gloria Zea

  1. Marta Traba

La conocí en los Andes. Ella realizaba un programa de televisión y me puso a hacerlo con ella. Marta, que era tan segura de sí misma, temblaba cuando le llegaba la cámara, y tenía una botellita de aguardiente debajo del escritorio y siempre se tomaba su traguito. Yo no bebía ni agua. Ella abrió el Museo de Arte Moderno en un espacio chiquitico, donde ahora queda el cine porno Pussycat, en el centro de Bogotá, en el local de atrás. Era un miniespacio. Se acabó la plata y, con el apoyo de José Félix Patiño, que era rector de la Nacional, se lo llevaron para la universidad. Era la época convulsionada en la que entraba la Policía y echaba gases y bombas a cada rato. Marta dijo públicamente que esta no podía entrar a predios universitarios. Entonces Carlos Lleras la expulsó del país porque era una extranjera que estaba hablando de temas colombianos. El escándalo fue monumental y fue tal la indignación por parte de todos los intelectuales, que ella nunca se fue. Pero a raíz de eso el museo cerró. 

 

 

  1. Nombramiento

Vivía en Nueva York. Allá estaba involucrada con el Museo de Arte Moderno (Moma) porque pertenecía al consejo internacional. Regresé a Colombia y un día me invitó a almorzar Marta Traba, que había sido mi profesora en los Andes. Nos sentamos en el Hotel Continental y me dijo: “Te llamé porque eres la nueva directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá”. Yo le contesté: “¿Qué?” Yo no sabía que eso existía. Me entregó una caja donde estaban la personería jurídica y los catálogos. No le iba a decir que no, yo idolatraba a Marta, era un monumento para mí.

 

  1. Inicios

A los pocos días de recibir el nombramiento, me llamaron una tarde a decirme que en una de las protestas universitarias habían roto los vidrios del museo y los cuadros estaban a la intemperie. Nos fuimos Andrés Uribe (mi esposo) y Andrés, su hijo, alquilamos un camioncito y nos metimos entre el pasto y entramos por la parte de atrás del edificio. Andrés y yo le botábamos a su hijo los cuadros por la tapia, y sacamos todo de ahí.

 

 

  1. Espacio

Empecé a buscar dónde poner el museo. Bavaria acababa de hacer el edificio frente al Museo Nacional. Los locales donde ahora están Oma y la Galería Cano estaban desocupados. Le pedí una cita a Carlos J. Echavarría, que era el presidente de la compañía, y tuve la suerte de que cuando entré a la reunión, en la puerta estaba Bernardo Hoyos, que era el jefe de relaciones públicas. Me preguntó a qué iba y le conté que quería que me prestaran ese espacio por un año. Echavarría era un industrial, no tenía ni idea de arte. Si yo hubiera entrado sin Bernardo, me habrían dicho que no. Él entró primero, le explicó a Echavarría lo que yo quería hacer y me dieron el espacio gratis por un año. 

 

 

 

  1. Impacto 

Acto seguido hice la exposición de Alexander Calder. Pero me puse a pensar:“En Colombia nadie lo conoce. Necesito llevar a alguien que haga que la gente crea. Fui donde el curador de la sección de pintura y escultura delMoma. Le dije: “Necesito que me prestes un Picasso, pero un Picasso importante”. Y me contestó: “Perfecto, Gloria. Recorre las salas y escoge el que quieras”. Y yo, de pura decente, no me fui por Las señoritas de Avignon, pero escogí Tres mujeres en la fuente. Cuando ya tenía el Picasso, hice lo mismo con el director del Guggenheim. Le dije que me prestara un Chagall, y escogió La novia, que es bellísimo. En un lado puse a Calder y en el otro a Chagall y a Picasso, y no volví a dormir pensando en la seguridad del lugar.

 

 

  1. Planetario 

Ese año pasó rapidísimo. Pero no me había preocupado, hasta que llegó el momento: llegaba una exposición de Rodin, y no tenía dónde meter el museo. Me fui con mi esposo a recorrer la ciudad para ver qué se nos ocurría.Vimos el planetario, lo acaban de inaugurar, pero el espacio de la cafetería estaba vacío porque se les había acabado la plata. En ese momento la fuerte en el Concejo era María Eugenia Rojas. Me puse a buscarla hasta que supe que un viernes iba a comer a la casa de alguien que yo conocía. Yo temblaba del susto en la cama, eran las once de las noche y le dije a mi amiga que me la pasara. Le expliqué y le añadí que sabía que para ella la obra del museo era muy elitista. Entonces le dije: “Mañana es sábado, pase por el museo en el edificio Bavaria, y si el público que ve le parece muy elitista, no me da el espacio”. Me llamó al otro día y me dijo: “El espacio es suyo”. El museo estuvo como cinco o seis años en el planetario. 

 

 

  1. Museo

Con Rogelio Salmona empezamos a buscar dónde poner el museo. No teníamos un peso. En este edificio el gobiernono puso un solo peso. Es un esfuerzo de la comunidad. Era un lote chiquitico, una franjita que habíaquedado cuando hicieron la 26. Le pertenecía al Ministerio de Obras y el ministro era Enrique Vargas Ramírez, que era miembro de mi junta directiva. Le pedimos el espacio al ministerio, nos lo dio, y con Rogelio nos comimos la calle: la carrera 6 era donde están las escaleras de entrada al museo. Después la legalizamos. Hicimos de todo. Lo primero fue ‘Compre un ladrillo’, con una obra de Santiago Cárdenas. Era un grabado de dos ladrillos que salpicaban cemento, lo vendíamos a cinco mil pesos o algo así. ¡Y recogimos plata con eso! Hicimos carreras de caballos, subastas, estrenos de películas… Digo que he hecho todo, menos prostituirme en la calle, y no hubieran dado un peso… Esa plata alcanzó para hacer los dos primeros pisos y el sótano. Hablamos de 1979. 

 

 

  1. Belisario Betancur

 

En la inauguración del salón Atenas tuve que dar un discurso y lo que dije fue: “Presidente, usted es un adalid de lacultura, necesito que me ayude a terminar el edificio del museo”. Fui a sentarme y él me dio un codazo y dijo: “¿De cuánto es el sablazo?”. “De 40 millones”, le respondí. No dijo nada. Al día siguiente sonó el teléfono en mi casa a las cuatro y media de la mañana. “Doña Gloria, la necesita el señor presidente”. Me dijo: “Ya sé cómo le voy a conseguir los 40 millones. Le pedí a las corporaciones de ahorro y vivienda que pertenecen a la nación que le presten esa plata”. Añadió que me iban a llamar los gerentes y que cada uno me iba a prestar 10 millones. El último que me llamó me dijo: “Le presto la plata, pero respaldada por su firma personal”. Le hice saber eso al presidente. Y él llamó al gerente y le dijo: “Le pedí esta plata para la señora Gloria Zea, y no permito que ella siga exponiendo su patrimonio por el bien del país. Si necesita una firma que le respalde el préstamo, le ofrezco la del ciudadano Belisario Betancur, y si esa no es suficiente, me consigo otras firmas que me respalden el préstamo”. A partir de eso, idolatro a Belisario. Con esa plata terminé el museo, y quedó como está. Hablamos de 1985.

 

 

9. Artistas 

A Negret lo adoré. Cuando me separé de Fernando Botero viví un tiempo en Nueva York con mis padres porque papá era embajador ante la ONU, pero en un momento dado quise tener mi apartamento con mis hijos. Negret vivía en Nueva York pero no tenía un peso. Se iba a las seis de la mañana a recoger los muebles que la gente botaba a la calle y me llegaba al apartamento a las seis y media con lo que había encontrado. Alejandro Obregón y Carlos Rojas también fueron muy cercanos a mí. A Rojas lo idolatré. Él me colgaba los cuadros y no hacía nada distinto a regañar. Primero me daba un regaño bien grande y luego colgaba la exposición. No sabía expresar el cariño con un beso o un abrazo; era muy tímido. Pero en general todos los artistas han sido mis amigos. 

        

        

  1. Fernando Botero

La gran introducción que tuve al arte y a los artistas fue mi vida con Fernando. Entendí al vivir con él lo que es un artista. Comprendí que son seres distintos, que el proceso de sensibilidad es algo que los hace diferentes de todos nosotros; que hay que quererlos, consentirlos, admirarlos, respetarlos y entender su ego, que es muy peculiar.

 

 

  1. Críticas

Me río de las críticas. Me han dado duro. Cuando uno en este país se da el lujo de salir de la sombra, sin querer le hace sombra a alguien más, y eso en Colombia genera codazos. Pero he seguido impertérrita mi camino. Aunque a veces me molesta y me duele, he aprendido a revestirme de piel de cocodrilo. Nada me toca, yo sigo. Y las aguas vuelven a su lugar.

                      

 

  1. Tiempo

Como mis críticos, también pienso a veces que llevo mucho tiempo en el museo, pero no me voy de aquí hasta no concluir el otro edificio. A veces me canso mucho, pero no puedo dejar esto en la mitad. No soy capaz. Me ha costado mucho trabajo llevarlo a donde está. 

 

 

  1. Ampliación

El museo tiene 5.500 metros y va a quedar de 35.500 con el nuevo edificio. Creo que el próximo enero comenzamos obras y en dos años estará listo. Quiero celebrar esa ampliación con una exposición de Lucian Freud y Francis Bacon. 

 

 

  • El examen

Cuatro expertos le dan una mirada a los cincuenta años del museo y a la labor de su directora.

1. ¿Qué opina del trabajo que ha hecho el MAMBO?
2. ¿Y qué piensa de la labor de Gloria Zea?

 

Eduardo Serrano, curador y crítico de arte

1. La vida cultural colombiana de los últimos cincuenta años está ligada a las actividades del museo, una entidad que creció al tiempo que el arte del país iba deslindándose del provincianismo heredado de la anterior centuria. Ha promovido la consolidación de numerosos artistas, ha llevado a cabo publicaciones que han clarificado y dado una concatenación a la historia del arte nacional, ha estado atento a las tendencias artísticas que han ido surgiendo con las nuevas inquietudes creativas, y sus exposiciones han sido protagonistas de la vida cultural del país. 

2. Bajo su batuta y con su ejemplo no sólo el MAMBO sino todas las instituciones de su género dieron un paso en su profesionalismo. El museo fue la primera entidad del país que contó con una curaduría, como ahora es común en todas las entidades de su tipo, y allí se formaron muchas de las personas que hoy trabajan en esa y otras áreas. Con Gloria se inauguró la presentación en Colombia de obras de los grandes nombres del arte internacional, y gracias a su iniciativa y gestión la plástica logró la construcción de una sede propia. (Foto Nicolás Cadena)

 

Álvaro Medina, curador y crítico de arte 

1. Si tenemos en cuenta que el museo ha sido una institución carente de recursos y con un déficit endémico en su financiación, me asombra que haya podido subsistir el medio siglo que hoy celebra. Sus carencias son el reflejo de un país en el que la cultura es vista como un lujo y no como la expresión reflexiva que resulta ser el soporte de toda sociedad. 

2. La labor de Gloria ha sido titánica. Volvió realidad lo que en los años cincuenta y sesenta era el mero sueño de unos pocos. Sin ella, no habría MAMBO. (Foto Nicolás Cadena)

 

Christian Padilla, curador e historiador de arte 

1. El MAMBO ha mostrado su capacidad de generar miradas a las prácticas artísticas contemporáneas. Desde sus inicios, fue una de las pocas instituciones comprometidas con traer a los grandes artistas del mundo y en reivindicar a los maestros colombianos.

2. Es una gestora cultural sin precedentes ni sucesora. Ese es su gran infortunio, una batalla solitaria que ha impedido que el museo se extienda según sus potencialidades (físicamente hacia afuera y como escenario artístico hacia adentro), como debería hacerlo cincuenta años después de su apertura. (Foto Nicolás Cadena)

 

Germán Rubiano, profesor honorario de la Universidad Nacional 

1. Fundado por Marta Traba, funcionó entre 1965 y 1969 en la Universidad Nacional. Fue una época de muestras de artistas noveles, algunos muy destacados hasta hoy. Cuando Gloria asumió la dirección del museo, pudo hacer exposiciones extraordinarias gracias a sus vínculos con el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En los años siguientes se han sucedido exhibiciones buenas y no tan buenas, con curadurías destacadas y otras regulares, muy discutibles. La presencia del museo en la ciudad deja mucho que desear. Faltan información, cursos, conferencias, visitas guiadas y faltan publicaciones: folletos, catálogos, libros.

2. Ha hecho lo que ha podido. Es una gran trabajadora. Le ha faltado un equipo idóneo, permanente y consagrado al arte por el arte. (Foto Nicolás Cadena)

 

 

*Publicado en la edición impresa de marzo de 2013