Fotografías | Shutterstock
6 de Octubre de 2020
Por:
Diego Puentes*

Así es el proceso mediante el cual, este 3 de Noviembre, se decidirá quién ocupará la Casa Blanca durante el periodo 2020-2024: si el presidente candidato Donald Trump o su contendor demócrata, Joe Biden.

El ABC electoral en Estados Unidos

  • EL FAMOSO Y EXTRAÑO COLEGIO ELECTORAL
Formalmente, el presidente no es elegido por voto popular –es decir, por la mayoría de votos, contados uno a uno–, sino que es elegido por el colegio electoral: una institución cuyos miembros son representantes de los votantes estadounidenses en proporción con el ‘peso’ de cada distrito. Más adelante veremos por qué y cómo. Una de las extrañezas que ocurren con el colegio electoral es que, una vez que hayan tenido lugar las votaciones generales en todo el país –lo que este año ocurrirá el 3 de noviembre–, sus miembros se dan cita un mes después, en diciembre, y ‘confirman’ los resultados en una segunda votación –simbólica, si se quiere– que siempre refleja lo ocurrido en las urnas nacionales. El colegio electoral fue pensado por los redactores de la Constitución para llegar a un acuerdo entre quienes querían que el presidente fuera elegido por miembros del Congreso y quienes querían un presidente elegido por voto popular. El organismo se compone por 538 electores, número que proviene de la siguiente suma: a cada estado se le asignan electores según el número de miembros que le corresponden en la Cámara de Representantes (actualmente, un total de 435 curules), más los dos senadores que representan a cada estado (un total de 100, dado que el país tiene 50 estados). Se cuentan, además, 3 electores que corresponden al Distrito de Columbia. Esta distribución se establece cada 10 años según el censo poblacional. Por eso, el candidato que gana la presidencia lo hace cuando obtiene 270 votos electorales. En 48 de los 50 estados, el ganador se lleva todos los votos electorales. Solo en Maine y en Nebraska se reparten de manera proporcional entre los candidatos.
 
 
El modelo del colegio electoral está fundamentado en que exista una igualdad representativa de los votos. Quienes defienden este modelo sostienen que, de no ser así, unas pocas ciudades elegirían los destinos del país sin tener en cuenta la opinión de los estados más rurales y menos poblados. Sin embargo, es por esta razón que un candidato o candidata puede ganar las elecciones sin ganar la mayoría de los votos populares, tal como pasó en la elección anterior en la contienda entre Hillary Clinton y Donald Trump, en donde la primera sacó alrededor de 3 millones de votos más que el actual presidente de los Estados Unidos.
 
  • ESTADOS PÉNDULO
La mayoría de los estados cuentan con una tradición política definida. Existen, por ende, estados rojos –que votan desde hace muchos años por el candidato del partido republicano– y estados azules –en los que el voto demócrata está asegurado–. Pero también existen los estados péndulo (Swing States), es decir, aquellos que pueden cambiar su tendencia a último minuto. La campaña se concentra fuertemente en ellos, debido a que las votaciones son muy reñidas y pueden resultar favorables a cualquiera de los candidatos. Sin lugar a dudas, estos son los estados que definen, en últimas, la elección presidencial. Según el portal Politico.com, para las elecciones de este año existen 13 estados péndulo que representan nada menos que 159 votos electorales, y basta con ganar en 4 de ellos para quedarse con la Casa Blanca. Por ejemplo, solo Florida representa 28 votos electorales. En las elecciones del 2000, Bush ganó la presidencia frente a Al Gore con 271 votos electorales y lo hizo tan solo por 537 votos populares en el estado de Florida. Casos como este han hecho que muchos quieran una reforma al sistema electoral, cosa nada fácil, pues para ello se requeriría de una enmienda constitucional, que solo se da cuando dos terceras partes del congreso, el senado y los estados están a favor de una convención nacional para dicha reforma.
 
  • VOTO ANTICIPADO Y VOTO POR CORREO
Para completar el complejo sistema electoral, existen dos tipos de voto, además del presencial el día de la elección general: el voto anticipado –en el que previamente se habilitan urnas electorales en diferentes lugares para votar– y el voto por correo –que habilita una balota para enviarla firmada y diligenciada en un sobre sellado para evitar ir presencialmente a hacerlo en un día laboral–. Quienes deciden realizar su elección por medio del correo, tienen hasta el día de la votación a las 8 de la noche para hacer llegar sus balotas a los supervisores electorales de cada distrito. En algunos estados, el voto por correo se da sin tanta restricción por solicitud y preinscripción de los votantes, mientras en otros es necesario contar con una razón de peso para solicitar esta modalidad. Esto ha sido un tema álgido en el debate, este año, por dos razones. Para empezar, muchas personas, en su mayoría demócratas, han manifestado no querer exponerse a contagiarse de covid-19 al asistir a un lugar de votación altamente concurrido. Y, por otro lado, algunos de los votos anticipados y por correo no se cuentan el mismo día de la votación en las urnas, por lo cual algunos temen que Trump reclame una victoria temprana. Un estudio realizado por la Universidad de Stanford encontró que el voto por correo no presenta ningún riesgo de fraude, pues existen múltiples mecanismos de autenticación para evitarlo, además de que no beneficia a ningún partido en particular. En cambio, sí promueve una participación electoral mucho más amplia que en los lugares en los que no se habilita esta modalidad. Sin embargo, Trump ha insistido en lanzar ataques al voto por correo, con el argumento de un posible fraude, lo cual le permitiría interponer una demanda en caso de que pierda las elecciones. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  • ¿QUÉ OCURRIÓ ANTES? PRIMARIAS Y CAUCUS
Todo lo anterior se refiere, en cierta forma, a la recta final de la carrera electoral, que es la que atestiguaremos este mes. Pero, previamente, ocurrieron procesos clave. Lo primero que sucede en el proceso electoral son las elecciones internas de los partidos que compiten por la presidencia. Cada partido presenta una serie de candidatos y escoge cuál de ellos lo representará en las elecciones generales de la presidencia. Este proceso lo regulan y definen autónomamente los diferentes estados. Hay primarias abiertas, cerradas, semicerradas y semiabiertas, cosa que depende de si se debe estar inscrito o no para votar, si solo miembros del partido pueden hacerlo o si es abierto a todas las personas. También, de si las primarias de los diferentes partidos se realizan en días diferentes o el mismo día. Existen dos formas de realizar estas elecciones: las primarias y los caucus. Las elecciones primarias son un proceso en el que cada persona vota de manera secreta y luego hay un conteo de dichos votos para saber cuál de los candidatos es escogido como representante de ese distrito electoral. Los caucus, por su parte, son una serie de asambleas locales en las que los participantes debaten los programas y propuestas de los diferentes candidatos y luego votan de manera secreta o a mano alzada y se realiza un conteo manual de votos. Cada una de estas primarias tiene fechas diferentes. Iowa y New Hampshire son los primeros estados en realizar estas elecciones, normalmente en el mes de febrero del año electoral. Luego, vienen las de los demás estados que se organizan en fechas distintas, pero que se concentran en el “gran martes” (Super Tuesday), fecha en que la mayoría de estados del país han decidido celebrar sus primarias y en la que se elige una tercera parte de los delegados para las convenciones nacionales de los partidos, momento en el que oficialmente se decide cuál será el candidato o la candidata presidencial.
 
  • LOS DELEGADOS Y LAS CONVENCIONES NACIONALES
En las primarias, los votantes no eligen directamente un candidato (aunque toda la dinámica se organiza en torno a estos), sino a unos delegados electorales –en otras palabras, personas que votan en nombre de la gente– para que los represente en la convención nacional de su respectivo partido. Cada candidato postula sus delegados, aunque en la balota de votación aparece cada candidato y candidata y no los delegados a escoger. Cada estado tiene la potestad de organizar y regular cómo se eligen estos delegados y cómo se reparten los votos. Hasta 2015 existía una regla generalizada de que el ganador o ganadora de los votos se llevaba todos los delegados. Ahora también existe el voto proporcional en algunos estados. Para la elección del partido demócrata, en la mayoría de los estados existe, además, la condición de que cada candidato debe conseguir mínimo el 15% de los votos del caudal electoral del estado para recibir como mínimo un delegado y seguir en la carrera por la presidencia. Existen delegados comprometidos (pledged) o no comprometidos. Los comprometidos deben votar por quien dicen representar y por quien sus votantes tienen la intención de nominar. Los no comprometidos se establecen en cada partido y normalmente pertenecen al comité nacional. Estos últimos pueden votar por cualquiera de los candidatos, aunque en el partido republicano se ha estipulado que deben hacerlo por el candidato o la candidata que haya ganado en las primarias y los caucus. Si estas elecciones se realizaran el mismo día, lo más probable sería que los candidatos con más dinero y reconocimiento ganaran. Pero al ser progresivas, las primarias iniciales –que son en estados pequeños–, sirven de plataforma para que candidatos con menos recursos se destaquen y puedan continuar en la carrera electoral, como fue el caso de Obama en 2008, que al ganar las primarias de Iowa logró reunir el respaldo del partido en torno suyo.
 
  • 2020: ELECCIONES ATÍPICAS
En medio de grandes tensiones políticas y económicas, puesto que el país se encuentra ampliamente dividido; en medio de las protestas por los asesinatos de personas afrodescendientes a manos de la policía; a la sombra de varios escándalos que comprometen la gestión del presidente Trump, incluso en el ámbito de lo legal, y con el mundo atravesando una pandemia, se escogerá el primer martes del próximo noviembre al nuevo presidente de los Estados Unidos, uno de los cargos públicos con más poder en el mundo. Ese día se demostrará si este sistema es verdaderamente lo que Estados Unidos necesita para mantener el equilibrio entre la opinión popular y la representación indirecta, o si, por el contrario, y en contra de sus propios principios, termina siendo un sistema que escoge presidente con la voluntad de solo unos cuantos. ‹
 
 
*Politólogo, Director Corporación Historia par 
 
 
Publicado en la edición impresa de octubre de 2020.