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13 de Diciembre de 2019
Por:
Ana Catalina Baldrich

Una llamada al presidente de Ucrania fue el detonante para que el mandatario estadounidense esté en la posición que está hoy. ¿Qué se puede esperar?

Donald Trump, en la cuerda floja

No parecía haber ninguna novedad. Ya desde comienzos de 2018 se había especulado con la posibilidad de que Donald Trump no llegaría a finales de ese año en el cargo. Por ese entonces, la investigación sobre su posible participación en una supuesta trama con Rusia para hackear el sistema informático del Partido Demócrata, antes de las elecciones, lanzaba las primeras especulaciones sobre un impeachment. Pero el año terminó, así como la investigación, y Trump siguió despachando desde la Oficina Oval.
 
Aunque desde ese momento varias voces demócratas lo pidieron, los congresistas del partido no se animaron a iniciar el proceso de destitución consagrado en el primer artículo de la Constitución. De ahí que el pasado 24 de septiembre, cuando Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, habló ante los medios, todos pensaran que esta vez podría ser diferente.
 
“La acción del Gobierno de Trump revela un hecho deshonesto. Una traición a la seguridad nacional, a su cargo y a las elecciones. Por eso hoy anuncio que la Cámara de Representantes avanza en una indagación de juicio político y les pido a las seis comisiones que procedan con las investigaciones”, dijo Pelosi.
Las acciones de las que hablaba se desprendían de una llamada que Trump –según él mismo reconoció– sostuvo con su homólogo ucraniano. “La conversación que tuve fue en gran medida de felicitación (…). Fue en gran parte por el hecho de que no queremos que nuestra gente, como el vicepresidente Biden y su hijo, cree la corrupción que ya está en Ucrania”, dijo –según la revista Time– Trump a los reporteros.
 
Días antes, varios medios estadounidenses habían publicado que en dicha conversación –registrada el 25 de julio, dos meses después de que Volodímir Zelenski se juramentara como presidente de Ucrania– Trump habría ‘presionado’ al novel mandatario para que le ayudara a investigar al exvicepresidente Joe Biden –quien, según las encuestas, lidera la contienda por la nominación demócrata para las elecciones presidenciales de 2020– y a su hijo Hunter, por supuestos actos de corrupción en el país europeo.
 
Las filtraciones sobre la llamada se sumaron a una publicación del Washington Post en la que se decía que Trump había ordenado bloquear casi 400 millones de dólares, aprobados por el Congreso, para ayuda militar a Ucrania. Este dinero habría sido finalmente entregado el pasado 11 de septiembre.
 
  • El lío ucraniano
El fiscal ucraniano Víctor Shokin había abierto investigaciones en contra de Mykola Zlochevski, propietario de la empresa de gas Burisma, de cuya junta directiva hacía parte el hijo de Biden. Sin embargo, el fiscal fue removido de su cargo en febrero de 2016, por el entonces presidente Petró Poroshenko. En su momento, Shokin le dijo a la prensa de su país que debido a las presiones de Biden, las investigaciones habían sido entorpecidas.
 
Al parecer, la investigación y las razones por las que no prosperó llamaron la atención del presidente estadounidense. “Escuché que tenías un fiscal que era muy bueno y que fue destituido, y eso es realmente injusto (…). Se habla mucho sobre el hijo de Biden, que Biden detuvo el enjuiciamiento y mucha gente quiere averiguar sobre eso, así que cualquier cosa que pueda hacer con el Fiscal General sería genial”, le dijo Trump a Zelenski, según la trascripción de la llamada divulgada por la Casa Blanca. Cabe anotar que la trascripción no es literal y que refleja las notas y los recuerdos de los funcionarios que escuchan las conversaciones desde la Sala de crisis.
 
Y es que en esa sala es donde está el origen de la información que hoy tiene a Trump contra las cuerdas. Fue uno de sus funcionarios de inteligencia quien presentó una queja ante el inspector general de las agencias de inteligencia por considerar que el presidente habría abusado de su poder al presionar al mandatario ucraniano. “En los días que siguieron a la llamada telefónica, supe que altos funcionarios de la Casa Blanca habían intervenido para ‘bloquear’ todos los registros de la llamada telefónica, especialmente la transcripción palabra por palabra de la llamada que se produjo, como es habitual, por la Sala de crisis de la Casa Blanca”, dijo el denunciante.
 
  • ¿Imp… qué?
Una vez Pelosi anunció el inicio de la investigación parlamentaria para eventualmente comenzar un proceso de destitución (impeachment) contra Trump, arrancaron las sumas y las restas: aunque los números favorecen a los demócratas en la Cámara, las cuentas no alcanzan en el Senado.
El impeachment es un juicio político en el que el Congreso procesa a un alto cargo del Gobierno, incluido el presidente. En este juicio, la Cámara de Representantes actúa como investigador y fiscal, mientras que el Senado hace las veces de juez y jurado.
 
El proceso inicia cuando un comité de la Cámara adelanta la investigación para establecer si la conducta del enjuiciado amerita o no ser procesada. “La Constitución solo dice que el juicio político puede ser considerado para ‘delitos graves y delitos menores’. No hay consenso sobre lo que realmente significa esa frase. En la práctica, la destitución es un proceso político y significa lo que sea que el Congreso interprete”, dice Rachel Bowen, profesora del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Ohio. Por su parte, Jacob Neiheisel, profesor de Ciencia Políticas de la Universidad de Búfalo, agrega que la Carta magna establece –también– conductas de traición y soborno.
 
Tras conocer los resultados de la investigación, el Comité Judicial de la Cámara, con 23 votos a favor y 17 en contra, aprobó, este viernes 13 de diciembre, los cargos en contra de Trump: abuso de poder y obstrucción al Congreso. Ahora, el pleno de la Cámara debe votar si se inicia o no el proceso. En este punto, los cálculos indican que los demócratas triunfarán ya que se requiere la mayoría simple para aprobar el proceso. Hoy la Cámara cuenta con 235 escaños demócratas y 199 republicanos.
 
Si se aprueba el proceso, este pasará al Senado, en donde se decidirá si Donald Trump es o no destituido y reemplazado por el vicepresidente, Mike Pence. Aquí las cosas se le complicarían a Pelosi ya que se requieren dos tercios de los votos a favor: 67. Hoy en el senado hay 45 demócratas, 53 republicanos y 2 independientes.
 
“Según el conteo de miembros del partido, no hay razón para creer que el Senado destituiría al presidente. Ha habido informes recientes de que varios senadores republicanos votarían a favor si su voto fuera secreto, aunque no está claro si es posible votar de forma secreta en una destitución”, dice la profesora Bowen.
Basándose en los números, analistas como Cristian Rojas, director del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, afirman que los demócratas no conseguirán que veinte republicanos voten en contra del presidente: “Eso no va a pasar”, dice Rojas. “La única forma de que Trump abandone la Casa Blanca es que sea derrotado en las urnas el próximo año”.
 
  • ¿Quién gana y quién pierde?
Ante los cálculos, vale la pena preguntar, entonces, la razón por la que la líder demócrata decidió iniciar el proceso. “Creo que ella sopesó los riesgos relativos y decidió que probablemente sería más perjudicial para su partido retrasar el juicio político. Muchos demócratas han estado presionando por la destitución desde hace un tiempo y, al resistir el llamado a abrir una investigación de destitución, ella se arriesgaba a perder el apoyo de sus bases”, explica el analista Neiheisel.
 
Mientras tanto, el profesor de la Sabana considera que esta jugada puede salirle cara a su partido en las próximas elecciones: “El riesgo es grande, no porque no vaya a tener éxito una destitución que ya se sabe que no ocurrirá, sino porque centra la atención de la campaña en un juicio político que puede ser un desgaste mayor para los demócratas”.
 
Rojas, además, explica que los escenarios venideros están más relacionados con la campaña que con el juicio en sí. “Puede que Trump pierda credibilidad y no consiga la reelección, o puede que los demócratas se desgasten en un tema que pone a Trump como protagonista y pierdan la elección por un mal manejo del impeachment”.
 
Así que al público no le queda más que esperar para saber quién sale mejor librado de la tormenta política. En pocas palabras, tal y como dice el profesor Rojas: “habrá que ver quién conduce mejor el barco”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
*Publicado en la edición impresa de octubre de 2019.