Diosdado Cabello
27 de Septiembre de 2019
Por:
Ana Catalina Baldrich

Los supuestos contactos del Gobierno de Donald Trump con el ‘número dos del chavismo’ avivaron las especulaciones sobre el futuro del régimen.

Diosdado Cabello, ¿será la clave?

Sin variar su ya natural dinámica, las noticias acerca del Gobierno venezolano se vuelven a debatir entre informaciones contradictorias que impiden dilucidar quién dice la verdad. La nueva ronda de especulaciones se inició el pasado 18 de agosto, cuando la agencia AP reveló que el Gobierno de Donald Trump estaba en conversaciones con el ‘número dos del chavismo’: Diosdado Cabello.
 
La información, replicada por varios medios de comunicación, afirma que la primera reunión se habría celebrado en Caracas y que en ella Cabello, junto con otros funcionarios cercanos a Nicolás Maduro, estaría intentando obtener garantías a cambio de respaldar un proceso de transición en el poder.
 
La agencia no entregó detalles sobre el encuentro ni la identidad del intermediario entre las partes, lo que dejó la puerta abierta para que, de cara a la opinión pública, cada quien diera su versión de la historia. Cabello negó la información y aseguró que esta era un nuevo intento de la oposición de dividir al chavismo. “Yo me reúno con los dueños del circo, no con los que trabajan para ellos”, dijo.
 
Maduro contradijo a Cabello y afirmó que sí existen contactos entre su Gobierno y altos funcionarios de la Casa Blanca, con su autorización y con el fin de “buscar regular este conflicto”. Por su parte, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton, vía Twitter, confirmó los encuentros, pero aclaró que estos se realizan “a espaldas de Maduro”.
 
Juan González, miembro senior del Centro Penn Biden y Subsecretario de Estado Adjunto durante la Administración de Barack Obama, dice que aunque ante las especulaciones es difícil tener certeza, su publicación no es del todo fortuita: “Esta no es la primera vez que surgen rumores sobre conversaciones de ese tipo en la prensa, a menudo como un intento de los funcionarios estadounidenses de sembrar la desconfianza dentro del régimen –sostiene–. Además, Cuba, que es un asesor muy cercano de Maduro, también es conocida por usar esas tácticas para menoscabar a los posibles disidentes”.
 

 

Presidente fugaz
En 2019, Diosdado Cabello es el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente. En 2002, era el vicepresidente de Venezuela e incluso fue quien ‘guardó’ el poder al convertirse por unas horas en mandatario mientras Pedro Carmona salía del Palacio de Miraflores y Hugo Chávez regresaba, durante el golpe de Estado.
 
Nacido en El Furrial, en el estado de Monagas, el 15 de abril de 1963, se graduó en Ciencias y Artes Militares y llegó hasta el grado de teniente del Ejército. Desde entonces, ha sido vicepresidente, presidente interino, director de Conatel, titular de  varios ministerios, gobernador del estado de Miranda y presidente de las asambleas Nacional y Constituyente.
 
A los ojos de quienes defienden la revolución, Cabello es un leal alfil del ‘comandante’ que lo secundó desde sus inicios, cuando intentó derrocar a Carlos Andrés Pérez en 1992. Tanto así que su nombre sonó, junto al de Nicolas Maduro, como posible sucesor a la presidencia cuando Chávez enfermó de cáncer.
 
Sin embargo, según el politólogo Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, el momento en el que Chávez eligió a su heredero “fue bastante particular y tuvo una influencia muy fuerte del régimen cubano, lo que permitió que Maduro pudiera ascender”.
 
Sea cuál sea la razón por la que Chávez se decantó por Maduro, desde hace tiempo –pese a los intentos del chavismo por proyectar unidad–, el fantasma de la división levita sobre Miraflores. Incluso, hay rumores que aseguran que el nivel de paranoia del presidente venezolano ha aumentado exponencialmente. Algo que, según Ronal Rodríguez, hace parte de la dinámica propia de las dictaduras y se maximiza cuando se capitaliza la corrupción de sus funcionarios como un instrumento de chantaje para evitar deserciones. “Según investigaciones, Chávez permitía que personas con líneas de poder dentro del Ejecutivo recurrieran a actos de corrupción, pero cuando uno de ellos trataba de distanciarse se le sacaba la carpeta con sus actuaciones para dominarlo (…) En esa dinámica, todos tienen elementos de criminalidad y por lo tanto pueden negociar con terceros para salir mejor librados”, explica.
 
 
¿A cambio de qué?
Como en toda especulación, hay varios escenarios. El primero de ellos es que Cabello quiere ser el abanderado de la revolución. Juan González recuerda que, en un intento por presionar al régimen hacia una mesa de negociaciones, “el ex subsecretario de Estado Tom Shannon mantuvo conversaciones con Cabello en 2015, en las que describió los costos de un continuo atrincheramiento y represión por parte del régimen. Desafortunadamente, lo que parece estar haciendo la Administración Trump es llegar a cualquiera y a todos los que puedan ayudar a deshacerse de Maduro (…). No olvidemos que Cabello fue sancionado por el Tesoro por su participación en narcotráfico y lavado de dinero. Digamos que toma el lugar de Maduro: me temo que la Administración Trump lo llamaría una victoria, algo con lo que ningún observador de la situación de Venezuela, razonable, estaría de acuerdo”.
 
Por su parte, el vocero del Observatorio de Venezuela considera que la importancia de Cabello radica en su conocimiento sobre el destino de los recursos económicos del régimen. “Él es un actor fuerte que tiene acceso a información privilegiada sobre la riqueza del pueblo venezolano, fruto de la bonanza petrolera, que se sabe existe en paraísos fiscales y en moneda electrónica. Recuperar esa riqueza será importante para reactivar la industria en Venezuela”.
 
Sea por poder o dinero, Diosdado Cabello fue y será uno de los hombres más poderosos del régimen, aunque no hay que dejar de lado que junto a Maduro también están los hermanos Rodríguez (Jorge, ministro para la Comunicación, y Delcy, vicepresidenta de Venezuela) y Vladimir Padrino (ministro de Defensa).  “El régimen –advierte Rodríguez– es una especie de Medusa con varias cabezas pequeñas que confluyen en una central: Nicolás Maduro. Por lo tanto, no es posible afirmar que si se corta la cabeza de Cabello se conseguirá su cataclismo”.
 
 

*Publicado en la edición impresa de septiembre de 2019.