Fotografía: Alejandra Vega y archivo particular
4 de Febrero de 2013
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Todos conocemos esta cadena de almacenes de ropa para hombre. Lo que no sabemos es quién fue realmente Carlos Nieto y quiénes continúan a cargo de su empresa. Historia de una marca clave en la moda colombiana.

Por Angélica Garzón

Carlos Nieto: 35 años entre hilos y agujas

En 1975, Carlos, un joven que estaba terminando sus estudios en la Escuela Naval de Cadetes, dejó el país para trabajar una temporada en Italia. Dos años después, cuando volvió, le llegó la idea de montar una tienda de muebles y accesorios de decoración. Llamó a sus padres, quienes en ese momento se encontraban radicados en Nueva York (él, como corresponsal de prensa, y ella como representante de marcas francesas como Givenchy e Yves Saint Laurent), para que José, su papá, se convirtiera en su socio.

El negocio, llamado Don Carlos, no marchaba mal, pero él, un joven inquieto de 28 años, le propuso a su padre explorar el mundo textil y abrir un almacén de ropa. Conservando el mismo nombre, un año más tarde cerró el negocio de muebles y abrió el de moda en el local de al lado. “Pronto se dio cuenta de que lo que más se movía al interior de la tienda eran los trajes y decidió adoptar el gusto de los clientes. Consiguió un cortador de jeans y pantalones de pana para hombre y mujer, artículos que se convirtieron en los más demandados en el momento”, recuerda Alberto, el menor de los hijos de José, y quien ahora está a cargo de la marca.

El negocio estaba dando frutos y fue hacia 1981 que el joven emprendedor decidió abrir una nueva tienda en el centro comercial Unicentro. Le puso su nombre: Carlos Nieto. Desde entonces, se comenzaron a comercializar tanto las prendas que él traía de Europa como las que diseñaba en Colombia. Vinieron la apertura de las tiendas en Hacienda Santa Bárbara y Andino, y una en Medellín. El nombre de la empresa ya se empezaba a escuchar en algunas ciudades del país, y es que, según Alberto, su hermano era un ser social, reconocido en todas partes. “Era, además, un hombre muy apuesto, muy elegante, medía 1,91 y era muy vanidoso; eso le sirvió mucho para hacer lo que hizo con esta marca”, cuenta.

Para ese entonces, Vicky, diseñadora de modas y la mayor de los hijos de José Nieto, se encontraba en Italia, y Alberto, quien posee una voz fascinante, había terminado sus estudios de Publicidad en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y había decidió viajar tres años a Europa a estudiar francés e italiano. Con los idiomas perfeccionados, regresó a Colombia para especializarse en locución comercial con dominio de varias lenguas y montar una oficina en la que manejaba la publicidad de cuatro clientes. Todo esto cambió la percepción que Carlos tenía de su hermano, once años menor: dejó de verlo como un niño y le propuso que fuera su asesor en los proyectos publicitarios de la empresa textil.

Sin embargo, en 1993 la salud de Carlos se vio comprometida por un cáncer de colon. “Recuerdo que la noche anterior a su muerte, él llamó a todos los miembros de la familia y habló con cada uno de ellos ―recuerda Alberto―. Cuando llegó mi turno, me dijo que el único que podría manejar la empresa que él había creado sería yo y por eso la pondría en mis manos. Lamentablemente, los dos nos vinimos a conocer muy tarde, debido a nuestra diferencia de edad y al viaje que yo había hecho. Seis años antes de su muerte tuvimos una magnífica relación, salíamos, conversábamos y hacíamos deporte juntos…”.

El legado

Desde ese momento Alberto, que desconocía el manejo de la empresa, cerró su oficina de publicidad y empezó a trabajar con su hermana Vicky (a distancia) en la marca Carlos Nieto.

“Fue realmente complicado ―recuerda Alberto―, algo que me marcó para siempre porque partió mi existencia en dos: antes de esa despedida y después de esa bienvenida. De un momento a otro me levanto con el enorme temor de tomar las riendas de un negocio en el que yo nunca había trabajado. Cuando empezamos a verlo, nos encontramos con obligaciones financieras que debían resolverse a corto y mediano plazo. Era claro que las puertas de la empresa no podían cerrarse por dos razones: la primera es que mi hermano me había puesto una tarea y yo me había comprometido a cumplirla; y la segunda es que esta era una empresa familiar. Los bancos nos dieron la mano y el grupo de colaboradores hizo parte del cambio. Escuché consejos que me permitieron darle un giro al negocio. Muchos dudaron de que yo, el hermano menor de Carlos, lograra sacar adelante su creación”.

Para el año 2000 se habían saneado las deudas y trabajaban con recursos propios. En 2009, Vicky se radicó en Colombia y empezó a hacerse cargo de la línea casual de la empresa, mientras Alberto hacía lo propio con la formal.
Hoy, el menor de los Nieto busca entrar a los mercados de Ecuador, Perú, Panamá y México, ahora con la ayuda de su hijastra, quien lo apoya en la parte visual de la marca, y próximamente con la de su hija mayor, quien está terminando estudios de Diseño de modas. “Seguiremos innovando y evolucionando. No podemos detenernos a ver cómo le está yendo al otro, sino proponer en todo momento”, dice sonriente.