Ilustraciones: Shutterstock
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11 de Abril de 2024
Por:
Catalina Gallo*

La pandemia y la masificación de las reuniones virtuales dejaron un gran regalo para las personas que hablan español: clubes para discutir libros de todos los gustos, colores y sabores. Aquí están las claves para escoger el suyo. 

Bienvenido al club de lectura


LUIS MIGUEL Mesa Díez, lector desde joven y traductor, estudiaba ingeniería administrativa en la Universidad de Medellín. Sin mucho amor por los números, cada vez que terminaba tres problemas de cálculo, leía un capítulo de El Quijote, hasta que entendió que la literatura era su vida. Era el año 2016 y, en diciembre, creó El estante literario, un canal de YouTube donde habla de literatura.

Años después, en 2020, durante la pandemia, abrió su Club de Lectura el Estante (CLE), un espacio virtual al que han asistido cerca de 200 personas cada año desde entonces, provenientes de 23 países, entre ellos Colombia, México, Ecuador, Perú, Estados Unidos, España, Italia, Alemania y Holanda. Sus asistentes son principalmente latinos.

Al inicio era gratuito, ahora tiene un costo. Además, Luis Miguel contrató a Violeta González, antropóloga, quien desde México aporta su experiencia de años en clubes de lectura. Hoy los dos son moderadores y en el club leen un libro al mes, con reuniones una vez a la semana. Han terminado ya más de 60 títulos que escogen entre las propuestas de él y la mexicana, así como las de los lectores. También han contado con la asistencia de escritores invitados como Héctor Abad Faciolince y Piedad Bonnet, entre otros, lo cual, dice Luis Miguel, les fascina a los participantes.

Así como el CLE, hoy existen muchos otros clubes de lectura virtuales en América Latina. Leyendo_voy es uno de estos. Fue creado por Tatiana Coronello, una argentina quien desde Mar del Plata empezó su club en pandemia con 10 personas. Ahora cuenta con cerca de 100, distribuidas en cuatro grupos de lectura de diferentes libros: uno de literatura japonesa, otro de Gabriel García Márquez, un tercero de solo autoras mujeres y un cuarto grupo donde se leen clásicos. Sus lectores son también de diferentes países de América Latina y de otros más lejanos como Israel y Canadá. Asimismo, han contado con la presencia de escritores como Irene Vallejo, a quien Tatiana conoció en la Feria del libro de Buenos Aires.

LECTURAS QUE SIEMBRAN

Tatiana comenzó a compartir sus gustos por los libros en una página de Facebook en la que hoy tiene más de 130.000 seguidores y a través de la cual informa sobre su club. “Me cuesta a veces entender lo que he logrado”, dice. “Por ejemplo, uno de los participantes es un hombre de noventa años que espera los sábados con ansiedad para asistir al club, también está otra señora mayor quien me dijo que el club le cambió la vida porque estaba muy sola; una mujer en Israel me explicó que este le ha ayudado a transitar lo que está sucediendo donde vive y una chica de Costa Rica que cuidaba a sus padres mayores y los dos murieron, me dijo que este grupo y las lecturas le ayudaron para atravesar el duelo”.

Leer un libro es, por lo general, una experiencia solitaria. Los clubes permiten que sea compartida.

Mónica Berrío Vélez, antropóloga con máster en estudio de género, y quien lidera un club de lectura en Jardín, Antioquia —un municipio mayormente rural, a cuatro horas de distancia de Medellín—, también ha visto que la lectura cambia vidas. Su club es presencial. Nació en 2021, las asistentes son mujeres que viven en la zona y leen libros escritos también por mujeres. Actualmente, tiene un grupo base de 20 lectoras, más otras itinerantes, que se reúnen los viernes cada quince días, sin lugar fijo, en la casa de alguna o un café. Asisten mujeres con edades entre los 20 y los 70 años, campesinas, profesionales y algunas extranjeras que viven en el municipio. El club es un espacio seguro donde hablan de lo que sienten y de su forma de ver el mundo, sin miedos ni tapujos. Así le sucedió a una campesina quien, después de leer a Camila Sosa, comentó que ahora entendía a las personas trans y que ella había sido transfóbica.

La Calera, cerca de Bogotá, es otro espacio donde la lectura está acompañando a las personas de las veredas. En Santiamén, un restaurante y panadería reconocida en la zona, el último jueves de cada mes, por iniciativa de la periodista Alejandra de Vengoechea y la dueña del lugar, María Eugenia Echavarría, un autor o autora colombiana se reúne en el restaurante con cerca de 40 personas que ya han leído el libro, le hacen preguntas al autor y comentan la lectura. Hasta el momento han realizado cuatro encuentros y todos han tenido cupo lleno.

Lo que busca la gente es compartir, comentar con otros su experiencia con los libros, desde los aspectos técnicos hasta el gusto por un personaje, porque la lectura es solitaria. Así lo explica Camilo Hoyos, director de Paredro Podcast, quien ha comprobado que “la gente los busca porque la conversación sobre la obra literaria puede generar otras conversaciones sobre temas importantes”. Él dirige dos tipos de clubes de lectura. Creó el primero hace cuatro años, con la biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, para promotores de lectura. El otro es con lectores frecuentes, personas que, como a él le gusta pensarlo, “encuentran un espacio para aprender a leer mejor y hablar mejor sobre la literatura”. Él no pierde nunca de vista el papel pedagógico. “Creo que hay que bajar la obra, relacionarse de una manera más natural y orgánica con los libros y ahí es donde empiezan a surgir los aspectos que la gente quiere compartir”.


"Conversar sobre la obra puede generar otras discusiones sobre temas importantes”: Camilo Hoyos. 

¿Cómo elegir? 

Usted puede tener en cuenta varios criterios. El primero es si lo quiere presencial o virtual. Después, puede estudiar quién dirige el club, si es un estudioso de la literatura, si es un escritor o un consumado lector. Por lo general, dicha información está en las redes sociales.

También hay clubes de lectura en algunas librerías, y en ellas se puede preguntar quién los dirige. Este puede ser un dato definitivo: hay quienes buscan aprender de literatura y quienes tan solo desean compartir sus gustos y opiniones sobre las lecturas.

Después, debe decidir si desea leer sobre un tema específico, como sucede con los clubes de Leyendo_voy. Hay otros solo para mujeres como el de Jardín o el club de lectura de la librería Espantapájaros de Bogotá, dirigido por la escritora Yolanda Reyes y que se llama Mujeres que se leen.

El otro punto a tener en cuenta es cuánto cuesta pertenecer al club. Por lo general, los que organizan las librerías exigen que la persona compre el libro con ellos y no tiene un costo adicional. En otros, la persona puede pagar una membresía anual o semestral, o únicamente por el mes del libro que quiere leer.

Respecto a los libros, algunos clubes incluyen en su pago el valor del ejemplar. En otros, por el contrario, cada lector puede comprar el suyo y los organizadores le sugieren librerías con las que tienen descuentos, así como las ediciones y traducciones que consideran mejores. Por último, recuerde que casi todos se anuncian en sus redes sociales y allí explican sus condiciones y resuelven todas las preguntas.

*Periodista y exeditora de Revista Credencial.