Prisioneros en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en San Vicente, El Salvador. Imágenes como esta generan rechazo a la vez que vitoreos —ambas cosas en extremo— en un continente con desafíos de seguridad y orden público. Foto: Getty Images
Prisioneros en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en San Vicente, El Salvador. Imágenes como esta generan rechazo a la vez que vitoreos —ambas cosas en extremo— en un continente con desafíos de seguridad y orden público. Foto: Getty Images
26 de Marzo de 2024
Por:
Juan Nicolás Garzón Acosta*

Sea por la migración de sus ciudadanos hacia Estados Unidos o por le talente de sus gobiernos, los países del istmo son, hoy, preponderantes en la geopolítica latinoamericana. 

Centroamérica, entre la fragilidad democrática y el éxodo

 

 

EN EL CORAZÓN de una América profunda, diversa y compleja, bullen en un caldero una gran cantidad de tensiones y transformaciones políticas y sociales que llaman la atención, no solo de los latinoamericanos, sino del mundo. Este observa con interés creciente lo que ocurre en un conjunto de países pequeños y sobre los cuales hemos estado más acostumbrados a escuchar sobre sus penas que sobre sus conquistas.

Desde las calles agitadas de Ciudad de Guatemala, donde las conversaciones las monopoliza el juicio al expresidente Hernández —encausado por narcotráfico en un tribunal norteamericano—, hasta las zonas aledañas a la megacárcel en El Salvador —donde se han ido creando mercadillos para preparar entregas de productos básicos a prisioneros que seguramente no verán la luz del sol en mucho tiempo—, la región se encuentra en un momento de convulsión sin precedentes. Los vientos del cambio político soplan con fuerza, desafiando un orden configurado en buena medida por la sombra hegemónica de Estados Unidos; vientos que han sacudido los cimientos de décadas de dominio político establecido.

En medio de esta creciente agitación, se perfilan preguntas cruciales sobre el futuro de la región y el destino de sus habitantes. ¿Qué motiva este fervor político? ¿Cuál es el panorama en materia de sus relaciones con el resto de América Latina y los Estados Unidos? ¿Hacia dónde se dirige América Central en este nuevo capítulo de su historia? Para entender algunos matices de esta convulsa realidad se ofrecen dos consideraciones acerca del presente y futuro de esta zona, comprendida entre el istmo y la frontera sur de México.

Primero, en varios países de la región asistimos al desmantelamiento del ya de por sí frágil Estado de derecho centroamericano. Nicaragua, Guatemala y El Salvador, con sus diferencias, así lo atestiguan. En el primer caso, la pareja presidencial ha decidido capturar al Estado para su propio usufructo, ha exterminado la oposición política y ha establecido un Gobierno cimentado en la personalidad de un presidente errático.

En el segundo, se abre un nuevo capítulo en la historia política del país con el Gobierno del entrante presidente Bernardo Arévalo, cuya llegada al poder ha estado precedida por polémicas con el Ministerio Público —no podía ser distinto—, la formación de coaliciones y alianzas en busca de asegurar exiguas mayorías, y la necesidad urgente de atender los desafíos propios de la criminalidad y la rampante corrupción. Sobre esto último ya ha sido anunciada la creación de una gran comisión para atender el asunto, el primer paso en una fórmula ya probada si lo que se quiere es asegurar el fracaso.

 

Muchos en América Latina anhelan su versión de Bukele, pese a los métodos cuestionados del salvadoreño.

 
 

Capítulo aparte merece lo que ha ocurrido recientemente en El Salvador, país acostumbrado a ostentar el penoso título de ser uno de los más violentos del mundo y en donde el crimen reinaba por costumbre. Nayib Bukele ha emergido como la figura política más reconocida de América Central durante los últimos años y resulta difícil discutir que, bajo su mandato, El Salvador ha experimentado una nueva era de seguridad, lo que ha generado un respaldo popular abrumador, tanto dentro como fuera del país. Sin embargo, esta mano dura ha venido acompañada de una consolidación de una suerte de nuevo autoritarismo ‘pop’, erosionando las libertades individuales y los mecanismos democráticos. A pesar de las críticas y preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos, al presidente le ha sobrado el apoyo, desafiando las convenciones políticas establecidas y planteando interrogantes sobre el equilibrio entre seguridad y libertad en la era moderna.

No son pocos los ciudadanos latinoamericanos que anhelan tener su versión nacional de Bukele, una que responda a la crítica de una manera simple pero contundente: “No me juzgues por mis métodos, sino por mis resultados”. Y es que esta era de populismo latinoamericano —viejo concepto, pero no por viejo anacrónico— ha emergido con fuerza entre las grietas de una muy resquebrajada institucionalidad.

Por décadas, las calles de las capitales centroamericanas se llenaron de voces no escuchadas que exigieron cambios profundos y duraderos, y fenómenos como el que representa el presidente salvadoreño responde a las demandas de una generación que se niega a aceptar las mismas viejas promesas incumplidas y un sistema político que no los ha representado de manera alguna.

 

En 2023, más de dos millones de migrantes entraron a Estados Unidos por la frontera sur. Es tan grande el fenómeno que es protagonista en las campañas políticas de Donald Trump y Joe Biden, contendores por la Casa Blanca este año. Foto: Shutterstock 

 

En segundo lugar, resulta muy difícil hacer consideraciones acerca de Centroamérica y eludir el tema migratorio. Las caravanas de migrantes que atraviesan la región representan uno de los desafíos más complejos y urgentes de nuestra era. Miles de personas, en su mayoría latinoamericanas, emprenden arriesgados viajes con la ilusión de lograr un futuro más prometedor en Estados Unidos. Sin embargo, en su travesía no son pocos los obstáculos y peligros que ponen en riesgo sus vidas y su bienestar. Desde las duras condiciones en los países de origen hasta los peligros de la ruta migratoria, marcada por la explotación, el abuso y la criminalidad, cada paso representa un desafío monumental para quienes buscan una vida más digna.

La migración constituye una problemática multifacética para Centroamérica: la salida masiva de ciudadanos hacia el norte ejerce una presión significativa sobre los recursos y servicios de los países de origen, exacerbando un conjunto amplio de problemas socioeconómicos preexistentes como la pobreza, las inequidades, el desempleo y la falta de acceso a servicios esenciales. Esta situación, a su vez, contribuye a la inestabilidad política y social en la región, creando un ciclo de migración forzada que se retroalimenta y perpetúa.

En este contexto también es importante considerar el rol de los Estados Unidos, cuya agenda respecto a América Latina se ha desdibujado de manera dramática durante los últimos años y ha estado dominada por un enfoque “securitizado”, centrado en el narcotráfico, la lucha contra las organizaciones criminales y el interés por controlar el flujo desbordado de migrantes. Este enfoque está enraizado en el hecho de que, en Centroamérica, la migración está estrechamente vinculada a fenómenos como las redes criminales y la trata de personas.

Las organizaciones criminales aprovechan la vulnerabilidad de los migrantes, ofre- ciendo rutas ocultas y falsas promesas de seguridad y oportunidades en el exilio. Esta explotación no solo conlleva riesgos físicos y emocionales para quienes se desplazan, sino que también alimenta un mercado clandestino lucrativo que perpetúa el ciclo de violencia y corrupción en la región.

En este contexto, abordar la migración supone reconocer que el problema no se enfrenta solo a través de medidas centradas exclusivamente en la seguridad, el control fronterizo y la criminalización del migrante, sino que demandan estrategias con enfoque humano, que atiendan las causas subyacentes, respeten los derechos y la dignidad de las personas que migran, y que entiendan a América Latina no solo como la fuente de una serie de problemas que pretenden trasladarse desde el sur hacia el norte.

*Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana.