ILUSTRACIÓN | JOSÉ ROSERO
14 de Diciembre de 2020
Por:
Redacción Credencial

Cuando acaba el año más desafiante de las últimas décadas, sabemos bien cuáles fueron los golpes que nos propinó: la pandemia detuvo –o modificó– nuestra productividad y sociabilidad, pero, sobre todo, en 10 meses se llevó a 1,5 millones de seres queridos en todo el planeta.

Un año de aprendizajes

Incluso así, no todo es malo. Así como ha ocurrido una y otra vez en situaciones extremas a lo largo de la historia, el 2020 nos otorgó enseñanzas que nos ayudarán a forjar bienestar del de verdad: físico y mental, pero también socioeconómico y cultural. REVISTA CREDENCIAL consultó con 31 prominentes líderes colombianos acerca de cuáles fueron, en sus respectivas esferas profesionales, las mayores ganancias del año. Sus respuestas son positivas en dos vías: la mayoría son alentadoras; otras, pocas pero claves, aportan alertas sobre el futuro.
 
 
 
 
  • Fernando Ruiz Gómez
Ministro de Salud
“Este año ratifiqué que nunca debemos despreciar ni las tecnologías sencillas ni las lecciones del pasado. Que los números de esta pandemia estén siendo más bajos que los de la ‘gripe española’ de 1918 es resultado, en buena medida, de tres cosas elementales y conocidas desde hacía muchos años: el aislamiento, el tapabocas y la solidaridad. Nos aislamos y usamos tapabocas para protegernos a nosotros y a los demás. También corroboré que sí podemos cambiar hábitos en la comunidad y actuar con espíritu colectivo para cuidarnos los unos a los otros”.
 
  • Martha Lucía Ospina
Directora del Instituto Nacional de Salud
“Uno de los retos más complejos fue construir, con actores públicos y privados, la red diagnóstica más grande que haya existido en Colombia para enfermedad alguna, logrando, primero, implementar la técnica y, luego, transferirla rápidamente a otros laboratorios, al tiempo que se realizaban ajustes de infraestructura y tecnología. Eso nos permitió pasar de hacer 200 pruebas al día a 60.000. Y todo esto, logrado en 7 meses. Mientras esta expansión se hacía, se respondió de manera directa a las necesidades de diagnóstico en el propio laboratorio del Instituto Nacional de Salud, procesando 2.000 muestras al día en turnos de 24 horas, mientras se soportaba la presión de recibir todas las muestras del país, dado que no existían otros laboratorios con la capacidad. Paralelamente, se desarrollaron los modelos epidemiológicos que han permitido conocer los posibles escenarios de la epidemia en el país y monitorear el efecto de las medidas. Otra labor fundamental ha sido la investigación, muchas veces dejada para el final de una emergencia y que, sin embargo, se decidió implementar desde el inicio de la epidemia. Esto hizo posible validar decenas de pruebas diagnósticas de todo tipo que ingresaron al país, para conocer su desempeño y evitar que empresas comerciales pudiesen crear falsas expectativas, e, incluso, para que el INVIMA recogiese del mercado algunas de ellas. También se adelantaron investigaciones en tiempo récord para desarrollar una prueba colombiana de alto desempeño, un Elisa in house, para detectar anticuerpos. Todo lo anterior, sin perder de vista una labor central del Instituto: coordinar la red nacional de vigilancia en salud pública, gracias a la cual se conocen diariamente los datos del comportamiento de la epidemia en datos abiertos, desarrollo muy importante que le ha valido a Colombia reconocimiento por la buena calidad y completitud de los datos que publica, apoyando paralelamente a los departamentos en la investigación de campo de las cadenas de transmisión para la contención de la propagación”.
 
 
 
 
 
  • Mario Hernández
Empresario colombiano, líder en marroquinería.
“Esta pandemia vino para cambiar paradigmas sobre lo que funcionaba en el sistema económico. En nuestro caso, reafirmó nuestros principios organizacionales y aceleró cambios para los que veníamos invirtiendo y trabajado desde hacía años. Corroboramos la importancia de tener una organización flexible, capaz de adaptarse rápidamente a los cambios en el producto ofrecido, los canales de llegada al consumidor y la adecuada lectura de lo que este quiere. Vimos la relevancia de construir una familia alrededor de un propósito y un sueño empresarial, lo que incluye no solo a los colaboradores directos, sino a todos aquellos que obtienen su sustento del desarrollo del negocio y que, en nuestro caso, son más de 1.500 familias en el mundo. Mantenerlos a flote a todos fue la prioridad. Además, aprendimos a trabajar remotamente. La transformación digital se aceleró, con lo cual nuestras ventas en ese canal pesarán, al cierre del 2020, el 20% de la facturación. La coyuntura también reforzó el valor del buen manejo de la liquidez; de la construcción de una reputación que mantenga los accesos a fuentes de financiación a costos competitivos; de saber comprar y controlar los gastos y los costos, así como del diseño de un modelo de crecimiento responsable en donde el endeudamiento no desborde la capacidad de generación de caja y rentabilidad. Finalmente, es en estas épocas en las que más que nunca tenemos que invertir (hemos abierto cinco nuevas tiendas). Los países no se acaban: las circunstancias extremas tienen grandes soluciones y bajo un nuevo orden volveremos a una normalidad que tendrá una humanidad mucho más fuerte”.
 
 
 
 
 
  • Juan Pablo Córdoba
Presidente de la Bolsa de Valores de Colombia
“La primera lección es que debemos reconocer la importancia de las instituciones. Sin las de Gobierno, pero también sin el Banco de la República, el sistema financiero y el de salud, nos habríamos sumido en una crisis sanitaria y social de peores proporciones. En segundo lugar, pudimos ver la necesidad de proteger el tejido empresarial, que es la verdadera columna vertebral del país; de él dependen 19 de los 20 millones de puestos de trabajo. Sin empresas no hay empleo ni actividad económica, y a pesar de las duras circunstancias y algunos cierres, nuestros empresarios mantienen la actitud de salir adelante. Y la tercera lección –aunque no menos importante– fue que hubo una transformación en la necesidad de ampliar y diversificar las fuentes de financiamiento para las empresas y de promover nuevas ideas a través de la tecnología (Fintech). Un cambio en los modelos que nos obliga a ser más creativos, a apoyar nuevos sectores y a hacer las empresas realmente sostenibles y resilientes. Porque eso, aunque era tendencia global, ahora es una realidad en el pensamiento estratégico de los líderes”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  • Andrea Buenaventura
Directora de la Fundación Delirio
“Rescato el coraje de los artistas, de ese gran tejido cultural que tiene Cali, el Valle del Cauca y Colombia. Para adaptarse a las medidas de bioprotección, rediseñaron sus coreografías pensando en el distanciamiento y demostrando cuánto les importa la sonrisa del otro. Asimismo, rescato la responsabilidad que tenemos los colectivos culturales de llevar un mensaje de protección y cuidado del medioambiente. Y otra gran lección: los estados y los Gobiernos tienen que trabajar de una manera más consciente en la protección de la cultura, y que sea una política pública que trascienda la pandemia. Para Delirio, la lección es la de trabajar con responsabilidad social en cada una de nuestras acciones e insistir en el fortalecimiento de nuestro colectivo cultural, con el ser humano y la naturaleza en el primer lugar de nuestra existencia”. 
 
 
 

 

  • Diego Ramírez Schrempp
Socio y productor ejecutivo de Dynamo Producciones, que este año estrenó en Netflix la serie El robo del siglo.
“Muchas de las innovaciones que surgieron en un principio para hacerle frente a la COVID-19 llegaron para quedarse, porque permiten que el trabajo sea más eficiente, ágil y con la tecnología como punto central. Además, haber hecho un alto en la producción hizo que nos concentráramos en el desarrollo de contenido de una manera mucho más activa e ‘inmersiva’. Esto asegura la materia prima de alta calidad que necesitamos para los años venideros”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  • Julia Miranda
Exdirectora General de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
“Este 2020, que Naciones Unidas llamó el Año de la Biodiversidad por las importantes decisiones que debían tomarse para enfrentar tanto la pérdida de especies y ecosistemas como el cambio climático en la siguiente década, fue de grandes aprendizajes. Sin duda, estos incidirán en las decisiones que debían tomarse en el marco del Convenio de Diversidad Biológica (CBD) y que debieron aplazarse para 2021, por cuenta de la pandemia. Fue un año en el que toda la sociedad recibió información sobre la naturaleza, las especies, el ecosistema y las acciones humanas que degradan y alteran su equilibrio, pero también sobre lo que debemos hacer para recuperarlo, para proteger y restaurar lo que ha sido afectado, echando mano de la tecnología y los conocimientos locales que indican el camino. Las vivencias del año nos tuvieron que servir para adquirir consciencia e información para tomar decisiones apropiadas y desarrollarlas en acciones que reviertan el daño causado y protejan nuestra riqueza natural. Es claro para todos que necesitamos de esta última para vivir en la Tierra, y que de la nobleza e inteligencia de la humanidad depende que, valorada su protección, actuemos decididamente y en consecuencia”.
 
 
 
 
  • Rodrigo Botero
Director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, FCDS.
“La gran lección del año 2020 –que no solo fue de pandemia, sino también de desastres naturales exacerbados por la variabilidad climática– es la siguiente: o la humanidad se detiene y repiensa su modelo de desarrollo y su relación con la naturaleza, o vamos rumbo a grandes desastres. Desastres en los que habrá considerables pérdidas humanas, enfermedades y varias crisis: la alimentaria, la energética y la de salud. En la medida en que haya eventos climáticos extremos más frecuentes y que eso lleve a colapsar a las áreas con menor resiliencia y mayor vulnerabilidad, y según existan grandes poblaciones en esas zonas, tendremos crisis en el futuro. Hay que repensar, entonces, la intensidad y la densidad de las ciudades y de los sistemas de transporte, pues es imposible continuar con modelos que no están adaptados a estas condiciones de eventos extremos. También debemos reconfigurar la distribución de alimentos y la atención de población vulnerable, así como los reasentamientos y el ordenamiento territorial. Y también, obviamente, las políticas públicas para poder atender a las situaciones que vienen en los próximos años”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  • Fidel Cano
Director del diario El Espectador
“Diría que lo más valioso es que quedó demostrado que en momentos de incertidumbre y miedo, si bien florecen las teorías conspirativas y las noticias falsas, la gente vuelve a confiar más en el periodismo serio. El incremento en el tráfico de los medios 'tradicionales' y, en nuestro caso, el incremento en las suscripciones a pesar de que dejamos libres todos los contenidos relacionados con la pandemia, nos demostró que, aunque la gente viva consumiendo información buena y mala en las redes, cuando quiere alguna certeza busca los medios serios. Y como lección para nosotros, pues lo mismo: que nuestro valor mayor es la confianza de una información seria y responsable y que, por eso, los juegos de clickbait y sensacionalismo dan victorias inmediatas, pero ponen en peligro la solidez de las marcas”.
 
 
 
  • Ana Cristina Restrepo
Periodista Blu Radio, Medellín
“El cubrimiento de la pandemia fue una posibilidad de asomo horizontal frente a la realidad internacional: el eurocentrismo de nuestro enfoque periodístico se ha ido transformando en la medida en que informamos cómo países como Alemania, Suecia o Gran Bretaña se han equivocado y reconsiderado en el tratamiento de los focos de contagio. Ya no es ver a Italia y España, por ejemplo, como los 'hermanos menores' que miran hacia arriba a los anglosajones y nórdicos. Asimismo, el impacto del confinamiento dejó claro que la equidad de género es más un espejismo que un logro real del conjunto de la sociedad, y también que los niños son un personaje ‘secundario’: importan en la medida en que sus derechos puedan ser parte de un discurso político que recoja votos en las urnas. Importan en tanto ‘son el futuro’, como si no existiera su presente. Pasaron meses antes de que los ciudadanos y los medios de comunicación les empezáramos a exigir a los gobernantes que tuvieran en cuenta a los niños encerrados y, a veces, maltratados. El efecto de la pandemia en ellos a largo plazo todavía está por analizarse a fondo en lo sicológico y lo académico. Es decir, en profundización de la desigualdad (y movilidad social en el largo plazo)”.
 
 
 
 
 
 
 
  • Juan Daniel Oviedo
Director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE
“Vimos la importancia de contar con información de calidad en momentos de dificultad, lo cual se cumplió gracias al compromiso de miles de funcionarios que nunca interrumpieron sus labores. Además, las empresas y los hogares nos abrieron sus puertas, entendiendo que las estadísticas son su voz. La pandemia también nos enseñó que la equidad que anhelamos no es solo entre pobres y ricos, sino entre mujeres y hombres, así como entre jóvenes y adultos mayores. Problemáticas como la sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado en las mujeres; la vulnerabilidad de los sectores económicos en los que las mujeres son mayoría, así como la volatilidad ocupacional de los jóvenes en las ciudades fueron evidentes. Incluso, tabúes como el estado de salud mental o las tensiones al interior del hogar salieron a flote en nuestras conversaciones cotidianas. Ahora, es clave no olvidar todo esto que hemos vivido y procurar usar la evidencia para diseñar acciones que reconozcan nuestra diversidad territorial con enfoques incluyentes basados en el empleo como motor de movilidad social en donde lo económico, lo social y lo ambiental confluyan para no dejar a nadie atrás. Para esto, trabajamos sin descanso”.
 
 
 
  • Luis Fernando Velasco
Senador por el Partido Liberal
“La pandemia desnudó evidentes fallas en el modelo de crecimiento económico, incrementando la pobreza y la desigualdad. En las zonas de frontera y el Pacífico aumentan los asesinatos de líderes sociales, y en las ciudades hay expresiones de violencia que nos lleva a pensar que tenemos, además de todos nuestros problemas, una crisis de salud mental que no se atiende. Mientras tanto nuestros líderes, aquellos que deberían proponer salidas a la desesperanza, continúan con sus viejos debates que en el fondo solo intentan descalificar al contradictor y no formulan caminos de futuro para Colombia. Uno termina concluyendo que hay crisis en el liderazgo nacional y que la sociedad acabará buscando salidas que unan y curen heridas. Por último, es bastante probable que en esa búsqueda los ciudadanos descarten los extremos que no curan y terminen por identificarse con quienes transformen sin destruir”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
*Encuentre el especial completo publicado en la edición impresa de diciembre de 2020.