23 de Diciembre de 2019
Por:
Ana Catalina Baldrich

Planeta Cómic acaba de publicar El difícil oficio de perdonar, una novela gráfica que profundiza en las venganzas y los procesos de reconciliación que surgen en la guerra. Fue escrita por Andrew Maltés y Federico Soto, e ilustrada por Zursoif. 

“Esta obra es un paso para cambiar las narrativas de odio que nos dominan” Andrew Maltés

  • La novela es una ficción basada en hechos reales. ¿En dónde y cómo conocieron la historia original?
Fue un proceso de varios años de investigación sobre personas que habían vivido hechos atroces y fueron capaces de perdonar. Fue crucial recurrir a varias fuentes, y una muy importante fue la Fundación para la Reconciliación, que tiene sede en Colombia, un proyecto que dirige el padre Leonel Narváez.
 
  • Las tres historias que confluyen son muy dramáticas y cuentan con muchos detalles. ¿Por qué las contaron en una novela gráfica y no en otro formato?
Este proyecto, en un principio, se planteó como un documental. Pero nos dimos cuenta de que era más fácil mezclar la ficción y la realidad con una apuesta por una narrativa novedosa en Colombia como la novela gráfica, a la que los dos autores, tanto Federico Soto como yo, somos aficionados.
 
  • ¿Qué ventajas creen que tiene la novela gráfica para contar historias?
Una novela gráfica, para nosotros, era una narrativa diferente que nos permitía jugar con la ilustración, los colores y la historia. Era un lenguaje que conocemos bien y sabemos de su enorme potencial para llegar a muchos públicos, particularmente las generaciones más jóvenes.
 
  • La industria editorial está en crisis, entre otras porque, al parecer, la gente no lee. ¿Cree que la novela gráfica es una buena forma de crear el hábito en las nuevas generaciones?
La industria editorial, hablando de libros, no está en crisis. Por el contrario, está evolucionando a nuevos formatos y llegando a nuevos públicos. Es más, tengo el conocimiento de que en las ferias del libro el público juvenil cada vez es más grande y tiene una pasión enorme por coleccionar libros. Las novelas gráficas son una gran herramienta para generar nuevos lectores y lo digo por conocimiento de causa: yo fui un lector de este tipo de obras desde que era un niño. Los cómics y la novela gráfica generan una conexión más rápida con el contenido. Y la interactividad entre la ilustración y el texto abre nuevas puertas a la imaginación.
 
  • La novela humaniza a los combatientes, ¿cree que ese es un primer paso para la reconciliación?
Definitivamente. Descubrir que la guerra es hecha por individuos es el primer paso para desmontar los discursos que nos llevaron a este caos. Cuando entendamos que las responsabilidades son individuales y no grupales, y por ende el perdón es individual y no grupal, habremos comenzado un nuevo capítulo para la reconciliación.
 
  • Uno de los personajes es terapista hortícola. ¿Cómo fue el proceso de investigación en torno a esta terapia?
Desde la antigüedad, Epicuro promovió el cultivo de un jardín para sanar el alma, luego esa idea fue rescatada por Voltaire como un acto de rebeldía frente a las desilusiones del mundo. En las últimas décadas, se han redescubierto los efectos positivos de la jardinería para nuestra mente y nuestro cuerpo. Hay muchos casos de éxito de esta terapia en cárceles en Estados Unidos. En Latinoamérica, un referente de ella es Christine Raffo.
 
  • La obra habla de venganzas propias y heredadas. ¿Qué tan difícil considera que es romper con los ciclos de estas venganzas?
Es sumamente difícil porque hay una enorme tendencia en Colombia a diluir las responsabilidades individuales en lo colectivo. Es muy fácil acusar la idea de que un grupo sea el que le causa mal a otro, cuando, la verdad, existe una enorme carga de responsabilidad individual. La única forma de romper ese ciclo es asumir directamente el mal que se le hizo a otra persona y reparar en nombre propio.
 
  • La obra tiene como título El difícil oficio de perdonar. ¿Dónde cree  que radica la dificultad de los colombianos para ejercer este oficio?
Perdonar es el primer paso para avanzar, para abrir nuevos caminos y Colombia no suele tener una visión de largo plazo. No nos hemos dado cuenta de que apostarle al perdón sería la mejor inversión que podríamos hacer para las futuras generaciones. Ojalá algún día, podamos entender nuestra historia, más allá de un ciclo de venganzas recicladas. Esta novela gráfica –espero que se escriban muchas otras– es un paso para cambiar las narrativas de odio que nos dominan. ◆
 
 
 
 

*Publicado en la edición impresa de diciembre de 2019.