Fotografías cortesía Miguel Ángel Bautista Safar
13 de Mayo de 2019
Por:
Eduardo Arias Villa

El nuevo director técnico de la Selección Colombia enfrenta su primer gran reto a partir del próximo 14 de junio cuando, en Brasil, suene el pitazo inicial de la Copa América 2019. ¿Quién es este portugués y qué promete para el equipo nacional?

La hora de Carlos Queiroz

Una nueva era ha comenzado para el fútbol colombiano. Después de la aceptable participación de Colombia en el Mundial de Rusia del 2018, se abrió un largo paréntesis de varios meses que llegó a su fin en febrero del 2019, cuando la Federación Colombiana de Fútbol nombró al portugués Carlos Queiroz como nuevo conductor del equipo nacional; el equipo que participará en la Copa América de 2019, a celebrarse en Brasil y que buscará con ello clasificar al Mundial de Fútbol del 2022.

 

Queiroz es un técnico de bajo perfil. Callado, calmado, está lejos de formar parte del puñado de pop stars que tanto dan de qué hablar por lo que dicen y hacen dentro y fuera de las canchas. Sin embargo, su hoja de vida muestra grandes logros. Y, como coincidencia, casi todos los obtuvo de la misma manera que José Néstor Pekerman: al frente de las selecciones juveniles de Portugal.

 

Carlos Manuel Brito Leal Queiroz nació el 1º de marzo de 1953 en Nampula, África Oriental Portuguesa, actual Mozambique, la tierra del gran delantero Eusebio, goleador del Mundial de Inglaterra de 1966. Queiroz fue arquero del Ferroviario de su ciudad natal. En 1975, cuando Mozambique se independizó, Queiroz se trasladó a Portugal, donde se olvidó de la ingeniería mecánica, carrera que estudió en la Universidad de Lourenzo Marquez, hoy Maputo, la capital de Mozambique. Ingresó a la Universidad Técnica de Lisboa, donde estudió Educación Física con especialidad en fútbol.

 

En 1989 estuvo al frente de las selecciones juveniles sub-16 y sub-20 de Portugal. Con la sub-20 alcanzó el título y con la sub-16 el tercer lugar en los mundiales celebrados en aquel año. Dos años después, se consagró bicampeón del mundo sub-20 con un equipo del que formaban parte jugadores de la talla de Rui Costa, Fernando Couto, Joao Pinto, Jorge Costa y Luis Figo. Por ese motivo, ese año le encargaron la selección de mayores de su país, pero dado que no logró clasificar al Mundial de Estados Unidos, lo despidieron del cargo.

Dirigió al Sporting de Lisboa entre 1994 y 1996, y luego pasó al Metrostars de Estados Unidos, club que dejó ese mismo año para entrenar al Nagoya de Japón, donde estuvo hasta 1997. Al despuntar el siglo, logró que Sudáfrica clasificara al Mundial del 2002. Y cuando terminó el Mundial de Corea-Japón, entró en contacto con el empresario Jorge Mendes, quien lo llevó al Manchester United, donde fue el asistente del director técnico sir Alex Fergusson. Mendes también logró llevarlo al Real Madrid, equipo que dirigió en la temporada 2003-2004, en la que sólo logró ganar la Supercopa de España. Sus malos resultados en la Champions League y la Liga de España dieron al traste con su continuidad al frente del equipo merengue. Volvió al banquillo del Manchester United como “mano derecha” de Fergusson y en el 2008 regresó a la selección de Portugal, que clasificó al Mundial de Sudáfrica de 2010, del que fue eliminada por España en octavos de final con un gol en claro fuera de lugar de David Villa.

 

Seguidamente, en el 2011 Queiroz se encargó de la selección de Irán, a la que llevó a los Mundiales de 2014 y 2018. Por diferencias con los dirigentes del fútbol de ese país renunció a su cargo el 28 de enero de este año, y una semana más tarde asumió como técnico de Colombia.

 

Quienes han trabajado con Queiroz lo definen como una persona muy tranquila, detallista y meticulosa, que no deja ningún aspecto al azar. “Es un fantástico entrenador y profesor, y su principal propósito de vida es desarrollar gente joven –dijo de él Fergusson en el 2010–: inspirarlos y lograr que se conviertan en buenos seres humanos”.

 

Un grupo de expertos consultados por CREDENCIAL coincide en que la llegada de Queiroz ha sido acertada. Algunos consideran que un técnico extranjero alejado del entorno y de las roscas es lo más conveniente. Además, es más abierto a la prensa que Pekerman. Varios de ellos señalan que trabaja muy bien el concepto del equipo, y coinciden en que se jugará más en bloque y en que la posesión del balón no será tan importante como la lectura del juego. Lo ven como un técnico que no se aferra a un solo esquema y que va a sumar más en la parte táctica y en la convicción ganadora. También destacan que Queiroz no vino a empezar de cero, sino a construir sobre los logros adquiridos en la era Pekerman y a establecer un estilo basado las características de los jugadores de los que dispone. Prevén que Colombia sea más ofensiva y muestre mayor profundidad en ataque –tal como lo mostró en los juegos amistosos ante Japón y Corea del Sur– y esperan que mejore su banda izquierda, que se consoliden los volantes defensivos y que se aproveche mejor la oferta de buenos delanteros que ofrece el fútbol colombiano en la actualidad.

 

¿Y qué espera de ellos Colombia en la Copa América? Las opiniones son encontradas. Están aquellos que consideran que el equipo está obligado por la historia de las tres últimas décadas a ubicarse, al menos, entre los cuatro primeros puestos. Otros entienden que el nuevo cuerpo técnico ha dispuesto de poco tiempo y margen de maniobra para armar un equipo definitivo y que debe aprovechar este torneo como un laboratorio para encarar el verdadero objetivo, que es la eliminatoria al Mundial 2022.

 

La Copa América será el primer capítulo de una nueva historia para el fútbol colombiano. La anterior apuesta por un técnico extranjero le trajo a Colombia sus mejores resultados en su historia mundialista. ¿Podrá Queiroz igualar o superar a su antecesor? La respuesta definitiva no estará en el torneo continental, que Queiroz afronta con muy poco tiempo de preparación. Muy seguramente, sin embargo, dará los primeros indicios de cómo será el camino que recorrerá Colombia para intentar clasificar al Mundial de Qatar.

 

 

*Lea la nota completa en la edición impresa de mayo de 2019.